sábado, 22 de febrero de 2014

Rueda de Repuesto

¡Pinché! Me bajo del coche. Tomo el gato. Quito la rueda pinchada y coloco la rueda de repuesto. Continúo mi camino hasta que nuevamente necesite la rueda de repuesto. Mientras tanto me olvido de ella. Así es Dios para millones de personas: solamente la “rueda de repuesto” por si acaso lo demás falla.


Muchos no se consideran ateos sino creyentes en algo. “Algo debe haber”, dicen. Hasta confiesan que Dios les ha concedido algunas peticiones en tiempos de angustia. Luego, como si de una rueda de repuesto se tratase, olvidan al Dios que los bendijo y continúan con sus vidas como si tal cosa.


Él (Dios) hace que salga el sol sobre malos y buenos, y que llueva sobre justos e injustos. (Mateo 5:45b)


Dios bendice a todos porque desea mostrar su amor por nosotros, Su creación especial. ¡Dios te ama, querido lector! Para todos brilla el mismo sol y para todos las nubes destilan corrientes de agua. ¡Qué bendición es Dios! Seguro que alguna vez has vislumbrado ese amor de Dios por ti por medio de algo inesperado, milagroso… pero después te olvidaste hasta la siguiente ocasión que necesitaste la “rueda de repuesto”. Lamentable.


Dios no es una rueda de repuesto. Él es el Creador de todo y merece nuestra devoción y obediencia. Dios no nos desechó en el Edén cuando pecamos reponiéndonos por otra “rueda” en mejor estado, sino que hizo lo indecible por repararnos porque Dios tiene un plan para cada vida, incluyendo la tuya, estimado internauta.


Lo que a veces has podido observar del mundo espiritual son solo sombras de algo mucho más grande y real. Únicamente vez sombras porque tienes que ponerte a cuentas con Dios por causa de tu pecado. La Biblia, que es la Palabra de Dios, dice: Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios (Romanos 3:23). No entrarás en el Cielo por tu pecado.


Dios ha provisto el escape ideal para que puedas entrar en el Cielo: Jesucristo, Su Hijo. En la cruz Cristo pagó la deuda que debías a Dios Padre por tu pecado. Desde ese momento tienes la gran ocasión de ser amigo de Dios, es decir, ser lo que Dios mismo había ideado para ti: un hijo que camina junto a Él.


Si deseas con tu mente y corazón caminar seguro con Dios debes reconocer tus pecados y arrepentirte de ellos. Cree en Jesús como Señor y Salvador y pon la fe en la obra que vino a hacer en tu defensa como algo totalmente suficiente para llevarte al Cielo. Nunca te defraudará, nunca te abandonará y siempre te cuidará.


Amigo, si sigues usando a Dios como “rueda de repuesto”, vas errado.  Dios no se deja manipular porque Él es el dueño y Señor de todo. Él pone las reglas en esta relación entre los hombres y Él. Esta bendita relación está basada en el amor, el perdón y la fe. Si no tienes amor por Él, si no has pedido perdón por tus pecados y aún menos depositado tu fe en Cristo, estás en serios problemas cuando te presentes ante Dios, en el día del juicio. La buena noticia es que todavía estás a tiempo de salvarte.

Jesucristo debe ser el piloto de tu vida, no la rueda de repuesto.

¡QUE DIOS TE BENDIGA!

sábado, 15 de febrero de 2014

Las 4 Leyes Espirituales

Las Leyes tienen el propósito de poner orden, regular y enseñar todo aquello que necesitamos para la convivencia en nuestra sociedad. Si nos salimos de las leyes establecidas cometemos un delito, y este debe ser condenado. El Universo que habitamos tiene sus propias leyes naturales. Si estas, por un momento, dejasen de funcionar traerían consecuencias graves.


Unos niños decidieron jugar un partido de fútbol sin reglas. Cuando hubieron jugado un rato se dieron cuenta de que estaban aburridos. Pidieron a uno de los presentes que fuese árbitro del partido. Desde este momento el juego se convirtió en algo emocionante por la sencilla razón de saber que había reglas y alguien estaba con ellos para que se cumpliesen. Asimismo, la VIDA ESPIRITUAL tiene sus leyes que nos indican cómo relacionarnos con Dios. El desconocerlas o no obedecerlas nos enemista con Dios.

Primera Ley

DIOS TE AMA Y TIENE UN PROPÓSITO ESPECIAL PARA TU VIDA

El amor de Dios

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. (Juan 3:16)

El propósito de Dios

El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia. Juan 10:10.

¿Por qué muchos no disfrutan de esta vida abundante?

Segunda ley

EL HOMBRE ES PECADOR Y ESTÁ SEPARADO DE DIOS, Y POR ESO NO PUEDE CONOCER NI EXPERIMENTAR EL AMOR Y EL PROPÓSITO DE DIOS PARA SU VIDA.

El hombre es pecador

Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios. (Romanos 3:23)

El hombre está separado de Dios

Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro. (Romanos 6:23)


La tercera ley nos da la única solución al problema.

Tercera ley

JESUCRISTO ES LA ÚNICA PROVISIÓN DE DIOS PARA EL PECADOR Y SOLO EN ÉL PUEDES CONOCER Y EXPERIMENTAR EL AMOR Y EL PLAN DE DIOS PARA TU VIDA.

Jesús murió en nuestro lugar

Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. (Romanos 5:8)

Jesús resucitó

Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras; y que apareció a Cefas, y después a los doce. Después apareció a más de quinientos hermanos a la vez, de los cuales muchos viven aún, y otros ya duermen. (1 Corintios 15:3-6)

Jesús es el único camino

Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí. (Juan 14:6)


No basta con conocer estas leyes y tampoco basta con aceptarlas intelectualmente.

Cuarta ley

HAY QUE RECIBIR A JESUCRISTO INDIVIDUALMENTE POR MEDIO DEL ARREPENTIMIENTO DE LOS PECADOS PERSONALES Y CREER EN JESÚS PARA CONOCER A DIOS Y EXPERIMENTAR SU PROPÓSITO PARA TU VIDA.

Tienes que recibir a Cristo

Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios. (Juan 1:12)

Tienes que arrepentirte de tus pecados

Respondiendo Jesús, les dijo: Los que están sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento. (Lucas 5:31-32)

Recibes a Cristo mediante la fe

Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. (Efesios 2:8-9)

Recibes a Cristo por medio de una invitación personal

Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera. (Juan 6:37)

Estos dos dibujos representan dos clases de vida. ¿Cuál representa tu vida? ¿Cuál dibujo te gustaría que representase tu vida?



A renglón seguido te explico cómo puedes recibir a Cristo.
Por medio de la oración. Orar es simplemente hablar directamente con Dios. Dios conoce tu corazón y está más interesado en lo genuino de tu actitud que en las buenas palabras. La siguiente oración podría servirte como guía.

Señor Jesús: Gracias por tu amor hacia mí. He entendido que para conocerte y saber de tu propósito para mi vida he de arrepentirme de mis pecados y creer en Ti. Reconozco que he pecado viviendo separado de Tu voluntad y me arrepiento de ellos. Gracias por perdonar mis pecados y recibirme como hijo. Ayúdame a caminar contigo desde este momento. En el Nombre de Jesús. Amén.

Si esta oración expresa lo que desea tu corazón hazla en este momento, y Jesús entrará a formar parte de tu vida como ha prometido.[1]

Realmente necesitas aprovechar la mano tendida que Dios, por medio de Jesús, te brinda. Por lógica si sigues queriendo que en el trono de tu corazón estés gobernando, estarás enemistado con Dios y, por lo tanto, no serás salvo. Todo el que no se arrepiente sinceramente delante de Dios de sus pecados está bajo Su juicio condenatorio porque nadie puede pagar sus agravios a Dios. Cree en Jesús porque Él es el Único que ha satisfecho el débito por tus pecados que has contraído con Dios.

Amor, pecado, Jesús, arrepentimiento.

¡QUE DIOS TE BENDIGA!


[1] http://www.4laws.com/laws/spanish%20(castillian)/default.htm

sábado, 8 de febrero de 2014

Naranjas y Egoísmo

La culpa siempre la tiene el otro, yo no. La frase anterior resume la actitud que la industria alimenticia tiene hacia el consumidor de sus productos. Ellos, y solo ellos, son los responsables de que se desechen millones de toneladas de alimentos año tras año por la sencilla razón que presentan alguna tara estética. Esto es lo que nos quería hacer creer, con la finalidad de sensibilizar al consumidor final, un conocido programa televisivo esta semana. Es que siempre paga el pato el más indefenso.


La industria, desde sus inicios, lava la cara a todo con tal de hacerlo atrayente a nuestros sentidos. La consigna es lucrarse y que nosotros, como ovejas incautas, caigamos en sus redes. No importa si es necesario el producto, lo importante es venderlo. Refinemos el azúcar y la harina para hacer productos más vistosos, aunque pierdan su riqueza nutritiva. Deshagámonos de lo defectuoso, aunque sea aprovechable. ¡Hagamos las cosas mejor que Dios!


Nos hallamos ante una sociedad que maquilla todo con tal de esconder aquello que le hace darse de bruces con la cruel realidad de un mundo imperfecto. Lo realmente triste es que lo imperfecto no es sinónimo de desechable y la mayoría de veces lo que desechamos, ni siquiera es imperfecto, solo que no es “vendible”. Mientras tanto, en nuestros campos e industrias, yacen millones de toneladas de comestibles “imperfectos” pero aprovechables, tanto como los “perfectos” pero vendibles.


Todo esto me recuerda la siguiente historia, que aunque esconde una historia de amor, enseña a una sociedad consumista a no desperdiciar nada y a compartir los recursos sabiamente con el más necesitado, el pobre.

Tenía Noemí un pariente de su marido, hombre rico de la familia de Elimelec, el cual se llamaba Booz. Y Rut la moabita dijo a Noemí: Te ruego que me dejes ir al campo, y recogeré espigas en pos de aquel a cuyos ojos hallare gracia. Y ella le respondió: Vé, hija mía. Fue, pues, y llegando, espigó en el campo en pos de los segadores; y aconteció que aquella parte del campo era de Booz, el cual era de la familia de Elimelec. 

Y he aquí que Booz vino de Belén, y dijo a los segadores: Jehová sea con vosotros. Y ellos respondieron: Jehová te bendiga. Y Booz dijo a su criado el mayordomo de los segadores: ¿De quién es esta joven? Y el criado, mayordomo de los segadores, respondió y dijo: Es la joven moabita que volvió con Noemí de los campos de Moab; y ha dicho: Te ruego que me dejes recoger y juntar tras los segadores entre las gavillas. Entró, pues, y está desde por la mañana hasta ahora, sin descansar ni aun por un momento. 

Entonces Booz dijo a Rut: Oye, hija mía, no vayas a espigar a otro campo, ni pases de aquí; y aquí estarás junto a mis criadas. Mira bien el campo que sieguen, y síguelas; porque yo he mandado a los criados que no te molesten. Y cuando tengas sed, vé a las vasijas, y bebe del agua que sacan los criados. Ella entonces bajando su rostro se inclinó a tierra, y le dijo: ¿Por qué he hallado gracia en tus ojos para que me reconozcas, siendo yo extranjera? Y respondiendo Booz, le dijo: He sabido todo lo que has hecho con tu suegra después de la muerte de tu marido, y que dejando a tu padre y a tu madre y la tierra donde naciste, has venido a un pueblo que no conociste antes. Jehová recompense tu obra, y tu remuneración sea cumplida de parte de Jehová Dios de Israel, bajo cuyas alas has venido a refugiarte. (Rut 2:1-12)


Toneladas de naranjas tiradas debajo de los naranjos porque tenían macas en su piel y pudriéndose al sol debido a que a nadie se le ocurre llamar al pobre para recogerlas. Toneladas de naranjas al cubo de la basura en la industria por no pasar los filtros de calidad que se han autoimpuesto “por culpa del consumidor final” y pudriéndose por no compartirlas con el necesitado. Lo sorprendente es que aún no sepamos mitigar el hambre en el mundo. Si tan solo los dejásemos entrar a nuestros campos y recoger las espigas que se nos caen de las manos… Si tan solo apartásemos lo que desechamos… ¿Quién ha dicho que este mundo sea justo?


No me cabe la menor duda que una de las formas características en que se hace visible una sociedad imperfecta es la falta de justicia. Justicia es un trato igualitario. Si eres un eterno optimista mira a tu alrededor y verás injusticia. Si eres insensiblemente egoísta mírate a ti mismo porque actúas injustamente. De una forma u otra estamos rodeados por la injusticia. El ser humano está llamado por el mismo Dios a compartir, no a acaparar. No compartir es una de las formas características de la injusticia humana: EGOÍSMO.


El egoísmo es pecado y está penado por Dios. Ante Él no hay nadie libre de este pecado, por lo tanto, todos hemos sido hallados culpables y nos espera cumplir la condena como delincuentes sentenciados. Somos reos esperando la muerte porque nuestra condena es proporcional a nuestros pecados. Esto es justicia: el mismo pago por igual agravio. ¿Cómo te libras de la condena ante un Dios Justo y Santo?


Reconoce que has pecado delante de Dios y arrepiéntete creyendo en la provisión de Dios para salvarte. Jesús es esa provisión. Él pagó nuestras deudas a Dios muriendo en una cruz como sacrificio perfecto. El delito debe ser satisfecho y Cristo, por amor a Su Padre y a nosotros, lo satisfizo plenamente. De esta forma Dios quiere compartir todo de Él contigo, querido lector. Si tan solo le abres tu corazón…

Compartamos las naranjas.


¡QUE DIOS TE BENDIGA!

sábado, 1 de febrero de 2014

Gominolas

Los días de nuestra vida se han comparado con muchas cosas con la finalidad de mostrarnos lo efímero que son nuestros días en este planeta. Nuestra vida es lo que acaece entre la fecundación (no se asusten los proabortistas) y la muerte. Dar a luz es “mostrar ante todos” la vida que ya existía nueve meses antes en lo secreto del seno materno. Ahora bien, qué hacemos con la vida que Dios nos ha regalado es nuestra responsabilidad ante Dios, nuestros semejantes, y nosotros mismos. Los días son como gominolas que se van consumiendo vorazmente por el apetito insaciable del paso de la vida. Esta es la comparación que me he encontrado esta semana con respecto a la vida, en formato de vídeo. Échale un vistazo.



Dormir, trabajar, estudiar, ver tele, jugar, etc., etc. Cuando nos queremos dar cuenta ya queda poco. Ya se fue. Es como esa máquina tragaperras donde se acumulaban las monedas y eran empujadas por las nuevas monedas que iban introduciendo los jugadores. Las monedas más antiguas caían de forma natural mientras que las nuevas esperaban su turno. Me parece loable que haya personas que motiven a otras a pensar seriamente en lo importante que es vivir de forma razonable. Es que, querido lector, no estamos aquí por casualidad sino con un propósito. De ahí deducimos que no solo debemos vivir para alimentar nuestros instintos básicos: dormir, comer, hacer el amor  o divertirse. ¡Hay más! ¡Mucho más!

Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría. (Salmos 90:12)


Lo único que no podemos atesorar es el tiempo, decía uno de mis más queridos maestros. ¡Qué razón tenía! El tiempo es para consumirlo y no para que nos consuma. Dios nos tiene que enseñar a consumir la vida “de tal modo”, como dice el salmista, que seamos buenos administradores de ella y, como traduce la Biblia de Jerusalén, “para que entre la sensatez en nuestra cabeza”.




¿Quién te está enseñando cómo debes agotar tu vida? ¿En tu corazón hay sensatez o insensatez? Según el salmista el Único que puede enseñar a vivir correctamente es Dios. ¿Por qué? Porque Dios es el creador y Diseñador de la vida. Todo lo que existe fue ideado y puesto en práctica por Su Palabra. Tú y yo fuimos un pensamiento en la magnífica mente de Dios que hoy ha visto la luz. Por eso es crucial aprender a vivir de la mano de Dios.


Comparar la vida con gominolas me parece una idea dulce. Sé que Dios desea dulcificar el vivir diario de cada persona, y el tuyo. Por eso nos reta a intimar con Él de forma especial y dulce. Esto me recuerda lo gran, ¿qué digo? Lo grandísima repostera que es mi querida esposa. Ella prepara las mejores tartas del mundo mundial. Si me llamáis exagerado, lo entiendo. ¡No tenéis la suerte de haber probado una de sus tartas! Ella muele el azúcar para hacer azúcar glass, tortura a las nubes de algodón para hacer fondant, mete el bizcocho a no sé cuántos grados y tiempo en el horno, hace figuritas aplastándolas para darle forma sin compasión deshaciéndolas nuevamente si no han salido a su gusto, si entras en la cocina ves las armas de la tortura y a ella, tenebrosamente, ¡más feliz que unas pascuas!… créeme si te digo que en alguna ocasión he escuchado verdaderos lamentos azucarados en la cocina (mazmorra para los dulces) de mi casa, que es la tuya.


Para enseñarnos a vivir Jesús tuvo que morir. De esta forma para nosotros fueron las gominolas y para Dios la tortura. Jesús entró en nuestro mundo para padecer por cada uno de nosotros, pagando a Dios Padre por nuestros pecados. Soy consciente que vivimos inmersos en una sociedad en la cual ya no hay conciencia de lo que es pecado. Si tú eres de los que no lo sabes, te lo explico. Pecado es vivir alejado de lo que Dios ha planeado para ti en esta vida. No contar con Dios, por lo tanto, es pecado y una forma insensata de vivir. Como mi esposa amasa sus tartas, Jesús fue amasado por Su Padre para que por Su sufrimiento fuesen endulzadas las vidas de todos aquellos que se arrepienten de sus pecados y creen en Jesucristo como único Salvador y Señor.


Me encantaría que te tomaras un tiempo para reflexionar en todo esto. Jesús es alguien real que te puede ayudar a pasar por los tragos más amargos de tu vida. Recuerda que Él sufrió en una cruz amargamente para dulcificar tus días. ¡Oh, si tan solo te acercaras a Él y arrepentido le adoraras!


Jesús, que dulce es tu Nombre.

¡QUE DIOS TE BENDIGA!