sábado, 23 de febrero de 2019

Justicia, Misericordia y Humildad


Qué poca justicia real, qué poco amor por la misericordia y qué poca humildad ante Dios veo en la época que nos ha tocado transitar. Todos los estamentos sociales, absolutamente todos, carecen de esas tres virtudes. La desvergüenza descarada de la clase política que se ejemplifica en sus lenguas mentirosas y su sed insaciable de poder es escandalosa. Las clases altas extorsionan a las medias para aprovecharse y sacar más rédito a sus, muchas veces, ilegales transacciones. La clase trabajadora sueña con subir un peldaño para imitar al final a los que los avasallaron.

Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno, y qué pide el Señor de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios. (Miqueas 6:8)

Mientras tanto Dios nos ha trasmitido desde antaño lo que pide de nosotros: justicia, misericordia y humildad. Justicia para resolver los problemas entre los hombres; misericordia para amarnos unos a otros; humildad para tener una correcta amistad con Dios. La pregunta es: ¿Eres justo en tus dictámenes, misericordioso con tus prójimos y humilde ante Dios? Si la respuesta es sí, enhorabuena. Dios te recompensará. Si la respuesta es no, estás en graves problemas. Tú mismo te condenas.

Dios se hizo hombre en Jesucristo con el fin de instaurar Su justicia, misericordia y humildad hacia el hombre. Fue el acto de justicia más elevado de la historia que Jesús padeciese en una cruz porque no había nadie en todo el universo apto para hacerlo; fue el acto de misericordia más grande de la historia, el sin pecado sacrificándose por los pecadores; fue el acto de humildad más glorioso de la historia porque Dios, siendo Dios, se humilló haciéndose hombre. Como puedes observar Dios va por delante de nosotros. Él puede pedir que seamos justos, misericordiosos y humildes no sólo porque es Dios sino también porque Él mismo fue justo, misericordioso y humilde. La balanza de la imagen izquierda nos recuerda a la cruz y cómo Dios hizo justicia, misericordia y humildad en tu favor. Haz lo que Dios te pide y serás salvo.

Ya sabes qué hacer.

¡QUE DIOS TE BENDIGA!

sábado, 16 de febrero de 2019

Polos Opuestos


“Los polos opuestos se atraen”, es la frase que he escuchado con más asiduidad respecto al amor entre un hombre y una mujer. Con el paso del tiempo y un poco de experiencia creo que la mejor frase sería “los polos opuestos se complementan”. Ayer, 14 de febrero, el mundo celebró el Día de los Enamorados, conocido también como San Valentín. Dios ideó las relaciones matrimoniales con dos seres dispares: un hombre y una mujer. Estos dos polos complementarios es la única forma natural de dar fruto. Los polos iguales son estériles.

“…haciendo la paz mediante la sangre de su cruz.” (Colosenses 1:20)

Algo parecido veo en la cruz. Es un símbolo que Jesús nos legó y aúna los dos polos, el positivo y el negativo. Una vez más unir polos opuestos o complementarios da como resultado fruto: el que pone su fe en el sacrificio de Cristo en la cruz se salva. Al igual que una pila no funciona con un solo polo, la cruz de Jesús corta por medio la horizontal que representa nuestros pecados con la vertical que representa a un Dios que vino para darnos vida, destruyendo el maleficio del pecado en aquellos que se arrepienten con fe ante Dios. Lo negativo se ha transformado en positivo. Ven a Jesús, encontrarás tu complemento perfecto.

La cruz es fértil.

¡QUE DIOS TE BENDIGA!

sábado, 9 de febrero de 2019

Seréis Destruidos


Unos lo llaman progreso, estos, avance y aquellos, modernidad a la forma que tiene la historia, por así decirlo, de crecer. Yo, humildemente, creo que la historia es cíclica. Estamos inmersos en un bucle sin fin donde las mismas situaciones se repiten y lo único que cambian son los números del calendario. El interior de las personas sigue teniendo las mismas necesidades físicas, síquicas y espirituales desde que Dios nos creó. Una de las constantes del ser humano y su historia es la maldad. La maldad del ser humano se hace patente hasta extremos superlativos y no hace falta dar ejemplos de ello. Sí, el ser humano hace actos de extrema bondad pero hasta esa bondad puede emanar del egoísmo.

Y comenzó Jonás a entrar por la ciudad, camino de un día, y predicaba diciendo: De aquí a cuarenta días Nínive será destruida. (Jonás 3:4)

A lo largo de la historia humana y, más concretamente, desde que pecamos contra Dios, contraviniendo Su Ley, Él levantó voceros entre el pueblo para advertencia de la destrucción que les sobrevendría debido a su maldad. Uno de estos voceros fue Jonás, sí, al que se lo tragó un gran pez para más tarde vomitarlo. La advertencia fue clara: ¡En cuarenta días seréis destruidos! No por un capricho divino sino por el estado pecaminoso del pueblo. Si Jonás se paseará por nuestras ciudades nos advertiría de lo mismo: La destrucción viene.

Los ninivitas entendieron el mensaje arrepintiéndose y Dios no aplicó el castigo que merecían. Querido amigo, aún Dios te sigue advirtiendo sobre la destrucción que hay sobre ti por tus muchos pecados y, aún Dios está dispuesto a retirar el castigo si te arrepientes de mente y corazón ante Él, suplicándole que te perdone. Jesús vino a ser ese último profeta enviado por Dios para, no sólo advertirnos de la condenación que pende sobre cada uno sino, además, a traernos esperanza de perdón y salvación. La cruz que sufrió y Su resurrección es la firma de ello.

¡Advertido quedas!

¡QUE DIOS TE BENDIGA!

sábado, 2 de febrero de 2019

Optimistas y Pesimistas


Hoy voy a catalogar a las personas en dos grupos: los optimistas y los pesimistas. Soy consciente de que el abanico es mucho más amplio pero creo que a grosso modo podemos reducirlo en esas dos clases de individuos. De todos es sabido que el optimista ve el vaso medio lleno y el pesimista el vaso medio vacío. El optimista afronta la vida con alegría y el pesimista con nubarrones en el horizonte. Difícil es encontrar el equilibrio ya que sería estupenda una mezcla de la impetuosidad exagerada del optimista y la reflexión profunda del pesimista. Lee la siguiente historia sobre un optimista y un pesimista que se acercan a Jesús.

Y vino un escriba y le dijo: Maestro, te seguiré adondequiera que vayas. Jesús le dijo: Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar su cabeza. Otro de sus discípulos le dijo: Señor, permíteme que vaya primero y entierre a mi padre. Jesús le dijo: Sígueme; deja que los muertos entierren a sus muertos. (Mateo 8:19-22)

El optimista de la historia era un lanzado: “Te seguiré a todos lados”. Los fariseos y los escribas tenían fama de hipócritas y Jesús no se deja impresionar por el alarde optimista de un escriba. Él conoce los corazones de las personas. A ti y a mí nos pueden marcar un gol, pero a Jesús es imposible. La respuesta que recibe tal optimista es un baño de realidad: Jesús no le ofrecía seguridad y bienestar sino todo lo contrario. El otro caso es el del pesimista y lo sorprendente es que aunque era Su discípulo, no se había enterado de nada. “Jesús, déjame que me ocupe de mis problemas y después te sigo”, fue su propuesta al Maestro. Si el optimista recibe un baño de realismo, el pesimista recibe un baño de prioridades. Jesús es más importante que nuestros problemas sean personales, familiares o de cualquier índole.

Querido lector, tú y yo estamos en uno de los dos bandos. Si somos optimistas Jesús quiere abrir nuestras mentes y corazones a la realidad de que no todos estamos preparados para seguirle. Sólo aquellos que están dispuestos a pagar el precio son bienvenidos. Si somos pesimistas Jesús quiere dejar claro que la prioridad en la vida es Él. Sólo aquellos que ponen en primer lugar a Jesús son bienvenidos. Jesús lo dio todo por ti y por mí en una cruz para que todos los optimistas y pesimistas pudiesen comprender el costo de seguirle y la importancia de Su Persona. Por lo tanto, seamos optimistas o pesimistas, confiemos en Él dándole el lugar que le corresponde en tu vida y la mía: el primer lugar.

Optimistas y pesimistas, seguidle.

¡QUE DIOS TE BENDIGA!