sábado, 28 de diciembre de 2019

Necesitas Un Mediador


¿Quién no ha tenido un conflicto con sus padres, hermanos o amigos? Si hay algo de lo que podamos estar seguros es que los conflictos son el pan nuestro de cada día. Más tarde o más temprano, aun en las mejores relaciones, saltan chispas de discordia. Eso es consustancial a nuestra naturaleza caída e imperfecta. Ninguno somos perfectos, por lo tanto, nuestras relaciones van a la zaga. Una vez malogrado el vínculo de confianza que la amistad conlleva, es muy difícil devolver a su estado primigenio los lazos afectivos. Mostrando la cruda realidad podemos afirmar que la confianza se pierde, el cariño desciende y se tiende a buscar otra amistad que supla lo que se ha perdido.
Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, el cual se dio a sí mismo en rescate por todos, de lo cual se dio testimonio a su debido tiempo. (1 Timoteo 2:5-6)
Entre Dios y el hombre hay un conflicto: la Justicia de Dios ha de resolver el pecado del hombre. Es por eso que existe la figura del Mediador en Jesucristo. Él vino a restablecer la amistad que se había perdido por causa de haber sido infieles a las reglas de esa amistad con Dios. El ser humano, representado en Adán y Eva, creyó que Dios los engañaba y decidieron rebelarse, pensando que iban a usurpar el lugar de preeminencia divina, o por lo menos, conseguirían el mismo estatus. Pero Dios no nos creó para perdernos, Él nos creó para salvarnos. Él desea deshacer el conflicto creado por nosotros y restaurar nuestra amistad con Él del mismo modo que la disfrutábamos en el Edén.

Jesucristo es el único Mediador entre Dios y tú que puede hacer plenamente Su función de sanar lo roto entre los dos. Él se colocó entre Dios y tú para pagar la deuda que tienes por haber pecado. Lo hizo en el instante que dio su vida por ti en una cruz. Dios acepto de buen grado Su sacrificio y hoy puedes disfrutar de una amistad plena con Dios. Hoy el conflicto con Dios se torna en paz con Dios por medio de Jesucristo si crees en el resucitado. Reconcíliate con Dios pidiéndole perdón por tus pecados, agradeciéndole que Jesús lo hiciera posible en una cruz y serás llamado, más que amigo, hijo de Dios.

Sólo Jesús media por ti.

¡QUE DIOS TE BENDIGA!

sábado, 21 de diciembre de 2019

Prepara Tu Navidad III: No Hay Excusas


La gran mayoría corre de acá para allá, como si se fuese a acabar el mundo, en Navidad. Preparan regalos, notas de felicitación, comilonas, paseos para ver las luces de Navidad, etc. Tristemente el mensaje navideño se ha olvidado entre mazapanes y alcohol, entre luces y consumo. Lo paradójico del asunto es que de esa gran mayoría de estresados hay muchos que confiesan que la Navidad los deprime. Por consiguiente, tratan de pasar por ella imitando a la masa o mostrando su rechazo. Claro está que la mano que mece la cuna tiene como prioridad tenernos ocupados en consumir frenéticamente a cada momento. Han plagiado ciertas características de la Navidad real para engañar a la multitud de incautos. Es, ni más ni menos, que una argucia diabólica.

E irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y de los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto. (Lucas 1:17)

Ser engañados, seguir a la masa, hacer oídos sordos, etc., no son excusas para hacerse el sueco ante la verdadera Navidad, aquella que todos conocen e intentan acallar. Dios proveyó información veraz y abundante para que cualquier excusa, por muy fundada que pareciera, quedase sin consistencia. Juan el Bautista fue ejemplo de ello. Él fue enviado delante de Jesucristo para recordar al pueblo la venida del Mesías, para preparar corazones dispuestos cuando Jesucristo apareciese en escena. Por desgracia, la gran mayoría, como tantas veces, lo rechazo. ¿Estás tú entre ellos? Esta semana, conversando con alguien, le aconsejé que invitara a Jesús a la cena de Navidad porque Su nacimiento es lo que celebramos. Me dijo que nunca lo había pensado así y que lo iba a hacer. Noté que lo había captado como un ritual místico más y le comenté que no era ningún ritual mágico sino una experiencia personal que transforma las vidas. En eso se ha convertido la Navidad, en superchería, en rituales y costumbres vacías de contenido y sentido.

Preparar tu Navidad es disponer tu corazón a Jesús. Preparar tu Navidad es arrepentirte ante Dios de tus pecados, que son muchos y llevaron a Cristo a la cruz para librarte de la muerte y el juicio que penden sobre ti. Preparar tu Navidad es estar dispuesto a seguir a Jesús antes que a nadie, obedeciendo Sus órdenes. El mensaje navideño es fácil de entender: salvación al que cree y condenación al incrédulo. ¿En qué grupo estás tú. Ya no tienes excusas. El mensaje ha sido anunciado. Sólo la desidia, seguir a la masa o, en resumidas cuentas, tú incredulidad, son tus verdaderas razones para desdeñar a Jesucristo. Otras excusas no hay.

Ante Jesús no hay excusas.

¡QUE DIOS TE BENDIGA!

sábado, 14 de diciembre de 2019

Prepara Tu Navidad II: La Voluntad


Hace poco leí sobre grandes personajes de la historia que sufrían su talón de Aquiles. Aunque eran seres dotados de inteligencia y dotes especiales su debilidad les hacía frágiles y quebradizos haciéndolos naufragar. Juan el Bautista tuvo como misión sensibilizar los corazones de los hombres sobre sus pecados relacionales, de padres e hijos, y de su rebeldía a la justa sensatez. Todo ello lo hizo indicando que se acercaba el Mesías anunciado por los profetas y de esta forma preparó el camino del Señor. Si quieres que algo salga bien, prepáralo. Abona el terreno, siembra, riega y espera la cosecha. Eso mismo hizo Dios por medio de Juan el Bautista. Aquel nacimiento del Hijo de Dios tuvo pleno sentido cuando inició Su ministerio avalado por la proclama de Su precursor, Juan el Bautista.
E irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y de los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto. (Lucas 1:17)
Si la primera cuestión para preparar tu Navidad es darte cuenta del corazón pecaminoso que cargas, la segunda cuestión es la voluntad, tu voluntad. Al sensibilizar a las personas sobre sus corazones pecaminosos se estaba preparando para Dios un pueblo bien dispuesto. Es decir, personas con voluntad propia para obedecer a Jesús cuando Él entrase en escena. Ellos reconocerían en Jesucristo Su deidad porque era Dios, Su autoridad porque era el Señor y Su salvación de la muerte eterna porque era el Salvador del mundo. La fe (confianza) nunca ha sido una fe a tontas y a locas. No. La fe en Cristo está ampliamente fundamentada en la profecía, en los evangelios, en los escritos históricos extra bíblicos. Sólo los engañadores, los rebeldes y los cómodos niegan esa realidad.

Por desgracia, Jesús ha quedado muy diluido este tiempo de adviento. Aunque sea una paradoja, es tristemente cierto. Hemos desplazado a Cristo del lugar que merece en nuestros corazones y en nuestra voluntad. Si en tu corazón mandan tus instintos pecaminosos muestras que Jesús no tiene hogar en él. Si caminas por la vida según te dicta tu voluntad recogerás el fruto de lo que siembres. Juan el Bautista puso el estándar de corazón y voluntad a la altura de Jesús. Si no tienes el corazón perfecto de Jesús ni Su voluntad de servir a Dios estás en problemas. Todos estamos en problemas.

Jesús vino para realizar todo aquello que para ti y para mí es imposible: salvarnos con un corazón pecaminoso y una voluntad contraria a Dios. Cristo vino a esta tierra a reconciliarnos con Dios a pesar de que merecemos el mismo rechazo de Dios por nuestros pecados. Jesús murió en una cruz con el fin de pagar nuestras deudas a Dios y tener libre acceso al perdón de Dios por medio del arrepentimiento de pecados y la fe en Jesucristo. ¿Te das cuenta del estado de tu corazón? ¿Notas como tu voluntad es contraria a Dios? Si has captado el mensaje es hora de volverte a Jesús voluntariamente estas navidades.

La Navidad demanda voluntad propia.

¡QUE DIOS TE BENDIGA!

sábado, 7 de diciembre de 2019

Prepara Tu Navidad I: El Corazón


La esencia de la Navidad ha quedado diluida por un mar de buenos deseos que no se realizan, consumo compulsivo, películas con historias ñoñas, mesas desbordantes de comida y alcohol, calles luminosas con motivos extraños que llevan a las multitudes a cumplir con rituales que no se corresponden en nada con la realidad del meollo navideño. La Navidad en mayúsculas es el Nacimiento de Jesucristo, Dios y Hombre. La Navidad es el primer acto de Dios en la tierra para cumplir con Sus propósitos de justicia, reconciliación y salvación. Es penoso que muchos desconocen la profundidad de lo que se celebra por estas fechas. Viven aletargados por otros mensajes…
E irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y de los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto. (Lucas 1:17)
Juan el Bautista preparó la venida del Señor a Su pueblo, Israel. Por eso es tan necesario, como antaño, hacer lo mismo. Es normal que sigas la corriente del río si nadie te muestra que existe algo mejor. Preparar tu Navidad, en primer lugar, significa reconocer que tienes un corazón rebelde apartado de Dios. Todo tu ser está inclinado a desviarte de Dios y aunque intentes hacer lo bueno en muchas ocasiones (por no decir en todas) fracasas. El orgullo, principio de todos nuestros males, acaba ganando la batalla. El pecado está en el centro de tu corazón y contamina cada actividad que realizas.

Juan el Bautista fue el vocero que anunció la obra que Jesús venía a realizar: cambiar a las personas de su rebelde corazón. Este tiempo es muy especial para examinarte y ver si tu corazón es rebelde y dista mucho de los parámetros divinos. Tómate un tiempo de reflexión en el cual analices tu vida y lo que sale de tu corazón. Recuerda: Jesús vino a cambiar tu corazón pecaminoso en algo bello. Deshazte de las bullas pseudo navideñas, toma el control y piensa en lo que acabas de leer. Te prometo que no perderás tu tiempo.

La Navidad demanda un nuevo corazón.

¡QUE DIOS TE BENDIGA!