sábado, 26 de febrero de 2022

Conflictos

Vivimos inmersos en conflictos. A veces los conflictos vienen de nuestro círculo próximo, la familia y amistades. En otras ocasiones los conflictos se dan a nivel laboral, social y político. Además, nuestros conflictos internos, sean reales o ficticios, los sufrimos continuamente. De una forma u otra no dejamos de batallar con los conflictos. Lo peor de todo es que en multitud de circunstancias no podemos quitarnos los conflictos de encima debido a que no sabemos cómo vencerlos. ¿Cómo salir airoso de los conflictos que crean otros a nivel mundial? ¿De qué forma salir ileso de los ataques de otros? ¿Y qué decir de la solución de los sentimientos adversos que atacan diariamente a la mente y al corazón?

Y les dijo: Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día; y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén. Y vosotros sois testigos de estas cosas. (Lucas 24:46-48)

Los seres humanos somos expertos (palabra muy en boga en la actualidad) en crear conflictos. Pienso que esta faceta humana es la que mejor se nos da. Son los conflictos personales, sociales, culturales, religiosos y económicos los que han provocado guerras, asesinatos, abortos, divorcios, suicidios y un sinfín de problemáticas aterradoras para este mundo. ¡Y seguimos erre que erre! Tropezamos con la misma piedra, no recordamos los desatinos funestos del pasado y allá que vamos a meternos en conflictos una y otra vez. ¿De dónde nos viene ese imán que hace que nos atraigan tanto los conflictos? El primer conflicto lo provocamos nosotros mismos. Fue un conflicto que nos trajo al lugar donde hoy estamos. Hemos avanzado en el conocimiento, la tecnología y la ciencia, pero hemos bajado en el escalafón de la moral y la razón, la espiritualidad y la cordura.

El primer conflicto fue dar la espalda a Dios en el Edén, desobedeciéndolo. Desde ese instante de ruptura arrastramos deficiencias que nos dirigen hacia los conflictos como los ríos desembocan en el mar. Por nuestros conflictos fue necesario que Jesucristo padeciese en una cruz dando Su vida para solucionar el problema que generamos con Dios. Jesús resucitó, de lo cual hubo muchos testigos que lo certificaron, venciendo a la muerte eterna que nuestros conflictos acarrean. La muerte eterna nos abocaba irremisiblemente a la separación de Dios por la eternidad, el infierno. Desde la muerte y resurrección de Cristo nuestro conflicto, madre de todos los conflictos, tiene solución. El mensaje del evangelio de Jesucristo nos da una salida, la única salida: Arrepintámonos de nuestros pecados y seremos perdonados por Dios. Este es un llamado a todas las personas de todas las naciones por igual, y para ti.

Jesús hizo Su parte: Arregla tu conflicto con Dios ahora.

¡QUE DIOS TE BENDIGA!

sábado, 19 de febrero de 2022

Preguntas y Respuestas

En la Biblia están las repuestas a las preguntas que toda persona se hace. Si realmente se quiere hallar la respuesta en la Biblia, la Palabra de Dios al hombre, ahí la tiene a su alcance. Primera pregunta: ¿Dónde estamos? (¿Cuál es la naturaleza del mundo que nos rodea?). Respuesta: Habitamos en la tierra, la cual es parte de la buena creación del único Dios vivo y personal. Segunda pregunta: ¿Quiénes somos? (¿Cuál es la naturaleza esencial de la humanidad?). Respuesta: Somos personas humanas creadas por este Dios a su misma imagen; una de las criaturas de Dios, pero únicos entre ellas en cuanto a relaciones espirituales y morales y en cuanto a responsabilidad. Tercera pregunta: ¿Qué es lo que ha salido mal? (¿Por qué se encuentra en semejante desorden el mundo?). Respuesta: Por la rebelión y desobediencia contra nuestro Dios Creador, hemos generado el desorden que ahora vemos en derredor en todos los órdenes de nuestra vida, relaciones y entorno. Cuarta pregunta: ¿Qué solución hay? (¿Qué podemos hacer para solucionarlo?). Respuesta: Nada por nuestra propia cuenta. Pero la solución ha sido iniciada por Dios mediante su elección y creación de un pueblo, […], a través del cual se propone brindar bendición a todas las naciones de la tierra y en última instancia renovar toda la creación.[1]

Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio, y él envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado; a quien de cierto es necesario que el cielo reciba hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas, de que habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde tiempo antiguo. (Hechos 3:19-21)

La profecía se cumplió y Jesucristo vino a cumplirla por medio de reconciliar a los hombres con Dios por causa de los pecados de aquellos y restaurar, en el futuro, la creación que deterioraron por la rebelión con que se amotinaron contra Dios. Las respuestas a las preguntas enunciadas arriba las contesta la Biblia y Jesucristo, igualmente, las contestó una a una. Si no te satisfacen las respuestas seguirás en una grave posición delante de Dios. Tu falta de arrepentimiento por tus pecados y tu falta de fe en Jesucristo te llevarán donde no quieres: al infierno. Y es que a veces, las respuestas no gustan (¿Quién ha dicho que es cuestión de gusto?) o no se quiere dar el brazo a torcer (orgullo). La cruz que sufrió Jesús por tus pecados y los míos nos pregunta: ¿Quieres ser salvo? Respuesta: … (A ver qué le respondes). Ahí lo dejo.

La pelota está en tu campo…

¡QUE DIOS TE BENDIGA!


[1] Christopher Wright. La misión de Dios (Buenos Aires, Argentina: Certeza Unida, 2009), 69-70.

sábado, 12 de febrero de 2022

Dios Hará la Vista Gorda

“Al final, Dios pasará la mano, hará la vista gorda y no tendrá en cuenta los pecadillos que haya podido cometer. Dios es un bonachón y por mucho que haga en Su contra no me lo tendrá en cuenta si hay un Juicio Final”. Eso pensaría el malhechor que en la cruz sermoneó a Jesús pidiéndole que se salvará a sí mismo y, de camino, los salvara a ellos (Lucas 23:39). Dios es Bueno y Misericordioso, pero no transige con los que piensan como este pecador. Sin embargo, el otro malhechor reconoció que Jesús no merecía estar a su lado sufriendo el mismo castigo de cruz que él sufría. Su petición fue humilde: “Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino” (Lucas 23:42). Jesús le prometió que no hacía falta tal evento para que Él se acordase del malhechor arrepentido, sino que desde ese momento sería recibido en el cielo.

Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia; y caímos todos nosotros como la hoja, y nuestras maldades nos llevaron como viento. (Isaías 64:6)

El profeta Isaías nos recuerda de qué estamos hechos. La cruda realidad de la pocilga en la que vivimos a causa de nuestros pecados no deja lugar a dudas de lo apartados que vivimos de Dios. Todos hemos sido pretensiosos ante Jesucristo retándole a que, si es Dios, si es Bueno, debe salvarnos porque así hace honor a Su Buen Nombre. ¡Tenemos lo desfachatez de decirle lo que debe hacer por Su bien y por el nuestro! ¡Tócate las narices! La realidad es que somos sucios, trapos de inmundicia (compresas menstruosas), caídos y sin rumbo. Dios es Justo y Santo, tres veces Santo. ¿Eres como Él? ¿No? ¡No! Estás en serios problemas.

Dios no hará la vista gorda cuando te presentes ante Él en el Juicio Final. ¿Quién te defenderá? Tu religión, tu filosofía de vida, tus méritos y logros no podrán defenderte. Tus pecados contra Dios te acusan y cuando llegues (¡que llegarás!) nada ni nadie te podrá defender. Pero Dios no se ha quedado solamente en decirnos la verdad pura, dura y cruda a nuestra cara. Al igual que Dios es Santo y no pasará la mano con nuestros pecados, ha propiciado la forma de salir airosos de nuestra culpabilidad ante Él. Nuestros delitos fueron pagados por Jesús en una cruz, porque Dios no podía pasar por alto nuestros pecados sin un merecidísimo castigo. Jesucristo pagó en lugar nuestro las costas de nuestro perdón a Su Padre. La deuda quedó pagada. Totalmente pagada. ¡Todos tus pecados han sido perdonados y olvidados por Dios! Solo una cuestión te sigue separando de experimentar el perdón de Dios: tu incredulidad. Si deseas recibir el perdón de Dios, cree en Jesucristo que te rescató derramando su sangre en la cruz para que pudieses reconciliarte con Dios y librarte del infierno. Pídele perdón por tus pecados hoy y Dios los perdonará gracias al sacrificio de Cristo en la cruz.

¿Qué malhechor eres?

¡QUE DIOS TE BENDIGA!

sábado, 5 de febrero de 2022

Kairós

Kairós es una palabra griega muy especial para definir el tiempo. Kronos era usado por los griegos para medir el tiempo tal y como nosotros lo medimos hoy. De esa forma sería una medida matemática que divide la vida en segundos, minutos, horas, días, años… Mientras que Kronos es una medida tangible, Kairós es un espacio de tiempo oportuno o adecuado. En la Biblia, Kairós, es un tiempo determinado por Dios. Kairós se refiere a la nueva oportunidad que Dios da a todos aquellos que, por medio de la fe en Jesucristo, han sido salvados del pecado, de la muerte y del infierno.

Doy gracias al que me fortaleció, a Cristo Jesús nuestro Señor, porque me tuvo por fiel, poniéndome en el ministerio, habiendo yo sido antes blasfemo, perseguidor e injuriador; mas fui recibido a misericordia porque lo hice por ignorancia, en incredulidad. (1 Timoteo 1:12-13)

El apóstol Pablo se dio perfecta cuenta de la oportunidad que Jesucristo le dio para enmendar su vida y no la desaprovechó. Pablo describe su vida antes de su encuentro con el Señor con palabras que no dejan lugar a dudas de la distancia infinita a la que se hallaba de Cristo. Pablo fue, en sus propias palabras, un blasfemo (sacrílego), un perseguidor (cazador), y un injuriador (agresivo). ¡Y encima lo justificaba pensando que era la mano ejecutora del mismo Dios! Pero el Jesús al que maldecía le salió al encuentro por pura misericordia ante la ignorancia e incredulidad que el apóstol exhibía. No es de extrañar que resumiera su Kronos antes de su Kairós dando primero las gracias a Cristo Jesús por la nueva oportunidad de gastar la vida en lo adecuado que Dios había preparado para él: ser apóstol a los gentiles. De verdugo a libertador.

Querido lector: Hasta los peores podemos disfrutar del Kairós de Dios. Esa nueva oportunidad, ese tiempo adecuado donde podemos hacer las cosas como Dios manda, y nunca mejor dicho. Pablo se reconcilió con Dios gracias a la misericordia de Cristo Jesús. Tú puedes hacer lo mismo. No importa la distancia a la que estés viviendo de Él, tus blasfemias, tus persecuciones y tus injurias contra Él y su pueblo. Lo que realmente importa para recibir el Kairós de Dios es un arrepentimiento sincero de tus pecados ante Dios que te lleven a servirlo dando gracias, como el apóstol, por la nueva oportunidad que Dios le dio, una muestra más de que Dios es misericordioso, perdonador y dador de un nuevo sentido. El Kronos sin el Kairós hace perder el tiempo a una vida entera.

Entra en el Kairós de Jesucristo.

¡QUE DIOS TE BENDIGA!