Hoy vengo con un reto:
¿Serías capaz de poner la palma de la mano por cinco minutos tocando la llama de este soplete?
¿...y tres minutos?
¿...y un minuto?
¿...treinta segundos?
¿...diez segundos?
Todos tenemos especial cuidado con nuestra integridad física. Esto es bueno y necesario. Sería una locura poner la mano sobre la llama. Las consecuencias hubieran sido dolorosamente chamuscantes.
Todos, si estamos en nuestro sano juicio, tomamos las medidas posibles para
conservar la salud por más tiempo. ¿A quién no le gustaría durar eternamente?
Ahora bien, ¿tenemos el mismo
cuidado con nuestra vida espiritual?
Al igual que hay nombre para las
distintas enfermedades del cuerpo como gripe, malaria, sida o cáncer, también
hay un nombre que la Biblia (La Palabra de Dios) da a la enfermedad espiritual:
PECADO.
Si has mentido alguna vez, si has
robado alguna vez, si has criticado alguna vez, si has pensado lujuriosamente
alguna vez, si has sido desobediente a tus padres alguna vez: HAS PECADO. ¿Cómo
compruebas que esto es así? Por tu conciencia. Cada uno de nosotros sabe cuando
hemos hecho algo malo.
La Biblia dice:
"Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la Gloria de Dios". Romanos 3:23.
El haber pecado nos separa de poder disfrutar de tener amistad con Dios.
Un día estarás frente a Dios y Él
te preguntará: ¿has pecado? ¿has hecho lo que no me agrada? Por cuanto has
pecado (te dirá) vete de mi presencia al infierno que es el lugar para todos
los que han pecado.
Todos perderemos nuestra salud
algún día. Todos moriremos algún día. Algunos dicen: "lo único que no
tiene solución es la muerte" y tienen parte de razón. La muerte física es
infranqueable. Todos vamos a ver como nuestro cuerpo se muere.
Pero la muerte espiritual, la
separación que hemos creado por causa de nuestros pecados, entre nosotros y
Dios: TIENE SOLUCIÓN.
La Biblia también nos dice:
"Porque la paga del pecado es muerte pero el regalo de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro". Romanos 6:23.
Esta es la mejor noticia que te
puedan dar. Hay alguien que pagó el castigo que tú y yo merecemos por haber
pecado. El castigo es la muerte eterna. El que pagó el castigo es JESUCRISTO.
Él vino a morir en una cruz para saldar la cuenta de nuestro pecado.
Ahora te toca reconocer a Dios
que hay pecado en tu vida y arrepentirte pidiéndole perdón y comenzar una
relación con Dios, no una religión. La religión no salva. El que salva es
Jesucristo.
No sabemos cuando la llama de la
muerte acabará con nuestra vida, por lo tanto, si lo que te he dicho te está
quemando por dentro, no lo dudes, es Dios que está hablando a tu conciencia
porque te ama tanto que ha provisto por medio de Jesucristo, Su Hijo, que
puedas un día disfrutar de la vida eterna si te arrepientes de corazón de tus
pecados creyendo en Jesús como único y suficiente Señor y Salvador. ¡HAZLO HOY!
Contacta conmigo. Me gustaría ayudarte.
¡QUE DIOS TE BENDIGA!
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