Ya han comenzado a brillar las
luces que año tras año alumbran las noches navideñas por todas las ciudades del
planeta. La luz me trasmite alegría y bienestar; lo contrario, la oscuridad, me
pone la piel de gallina. ¡Sí! Aún soy de aquellos que cuando apagan la luz del
salón me dirijo a oscuras hacia el dormitorio con un pellizco de miedo en el
estómago que solo se acalla cuando felizmente enciendo la luz de la habitación.
Nadie es perfecto en esta tierra y el más imperfecto, yo. Volviendo a la luz…
Estas fechas de adviento mi ciudad está más iluminada, quizá, más que otras
navidades. Muchas personas están quejosas por el derroche que esto supone dado
la crisis por la cual estamos pasando a nivel ciudadano, porque a nivel de las
instituciones se ve que “nones”. Me gusta preguntar a mis conocidos sobre qué
es la navidad y tristemente no me saben dar una contestación certera. Lo que
realmente me gustaría escuchar de sus labios es que la navidad es,
sencillamente, el cumpleaños de Jesús. Él es el que realmente debería brillar
iluminando nuestras vidas, calles, plazas y hogares.
Que contradicción más grande
hemos creado equivocando el significado navideño hasta tergiversarlo,
convirtiéndolo en puro consumismo. El caso evidente es que Jesús nació como un
paria de la sociedad, sin apenas publicidad (solo unos pastores y tres
astrólogos lo visitaron) y pobre. La pobreza fue una nota predominante en la
vida de Jesús. Él eligió la pobreza para vivir su vida entre nosotros.
Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos. (2 Corintios 8:9)
Piensa en la persona con más
dinero en la tierra… Jesús es dueño del universo. Piensa en la persona con el
coeficiente intelectual más alto… Jesús conoce absolutamente todo. Piensa en la
persona más longeva de la que tengas noticias… Jesús es eterno. Piensa… Jesús
es más. Piensa… Jesús es más.
Jesús es Dios hecho hombre para
comunicarse con nosotros y de esta forma poder entablar una relación íntima,
con todo aquel que quiera. Es impresionante ver como Dios, que lo tiene todo,
decide ser pobre para darnos la mejor lección sobre lo qué es verdaderamente
importante para el vivir diario y para el vivir eterno. La idea es que Él, por
amor a las personas, a cada una en particular, se hizo pobre, teniéndolo todo,
para que, por medio de Su pobreza llegásemos a ser ricos. ¡Bendito
contrasentido! El mundo grita: ¡Dame gordura y te daré hermosura! Y el Rey del
Universo proclama: ¡Mi pobreza te hará rico! ¿Entiendes, querido lector, el
mensaje de la navidad que Jesús quiere comunicarte?
No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre. (1 Juan 2:15-17)
Vivimos en un mundo pasajero. Llegamos,
estamos por un tiempo, y nos vamos. ¡El
mundo pasa! ¿Por qué amas algo inconsistente? ¿Por qué te aferras a un clavo
ardiendo del cual, más tarde o más temprano, tendrás que soltarte? Si estás
viviendo de acuerdo a tus instintos primarios eres esclavo de las idas y
venidas de una sociedad (mundo) que cambia más que el tiempo. Jesús se
desprendió de todo lo que la sociedad tiene como bueno, es decir, todo boato y
vanidad, para vivir libre de ataduras que solo estorban a las cosas que son
importantes.
Solo una cosa es necesaria y
trascendente: HACER LA VOLUNTAD DE DIOS. La persona que hace esto tiene la
promesa divina de permanecer para siempre. ¿Cómo hacer la voluntad de Dios? Para
el cristiano hacer la voluntad de Dios es obedecer Su Palabra, la Biblia, para
seguir Su ejemplo de vida. Para el no cristiano supone volverse cristiano por
medio de la fe en Cristo y el arrepentimiento de sus pecados, comenzando a
obedecer Su Palabra y así ser como Cristo.
¿Por qué debes hacer la voluntad
de Dios? Por esta sencilla razón: No vivirás y llegarás a ser inmensamente
pobre. Una pobreza que va más allá de carecer de bienes materiales, una pobreza
de corazón, alma y espíritu. La muerte física, sin el perdón de Dios, es el
comienzo de una separación eterna entre tú y Él. El infierno es ese lugar donde
toda esperanza se ha perdido. Por lo tanto, la voluntad de Dios para ti es
buena, rechazarla es malo a todas luces.
Dios nos miró desde el Cielo y
observó lo mal que nos iba. Decidió enviar a Su Hijo Jesús para ayudarnos.
Nació humilde y murió como un malhechor porque así lo decidió por amor a
nosotros y de esta forma sustituirnos pagando el precio de haber roto todas las
leyes divinas. Hoy puedes disfrutar del perdón de Dios gracias a Cristo. Él
abrió el camino perfecto para identificarse con cada uno de nosotros: la
pobreza. Recuerda: el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.
Quizá pases de largo la oferta de
salvación de Dios porque vives al ritmo que esta sociedad alejada de Dios
marca. Solamente quiero que sepas que Dios te quiere liberar de toda atadura,
darte Su libertad y que compruebes que Su pobreza es la verdadera riqueza.
Yo, por mi parte, soy feliz con
el pan de cada día.
¡QUE DIOS TE BENDIGA EN ESTAS
NAVIDADES!
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