El pasado día 11 se cumplieron diez años de la trágica masacre en Madrid.
Vidas sesgadas de un solo tajo, familias destrozadas y sueños frustrados de
todos aquellos que sufrieron en primera persona el pecado de los asesinos
esquizofrénicos que creían hacer un bien a su causa con el mayor de los males:
frustrar la vida de los inocentes.
No os venguéis
vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito
está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor. (Romanos 12:19)
“NINGÚN SUFRIMIENTO HUMANO TIENE UNA
EXPLICACIÓN JUSTA,
Con la frase anterior, que
transcribo de forma literal, me he topado al navegar por el ciberespacio. Esta frase
tiene una falla “ningún sufrimiento humano tiene una explicación justa”. Mi
tesis es diferente en la primera oración de este pensamiento cibernáutico “no
todos los sufrimientos humanos tienen una explicación al momento que los
justifica”. ¿Por qué “no todos”? Porque el pecado trae consecuencias
desastrosas a la vida de la humanidad: egoísmo, por desear estar en primer
lugar, y lujuria, por desear desmedidamente todo, a modo de resumen de lo qué
es pecado. Por lo tanto, hay sufrimiento que tiene explicación justa y lo causa
nuestro propio pecado de vivir lejos de las normas divinas. Los sufrimientos
que no los podemos justificar al momento son por causas que se salen de nuestro
alcance debido a que nuestro conocimiento es muy limitado. Solamente Dios conoce
todo y es el que tiene la respuesta justa que dará a su momento, si le place.
Pensé que en mi investigación por
internet sobre el sufrimiento humano me iba a encontrar como ejemplo primero de
sufrimiento injusto a Job. No ha sido así. Cristo es el gran ejemplo de sufrimiento
injusto y de esto se hace eco también las diferentes páginas web que he
visitado. Jesús dio voluntariamente su vida por amor a nosotros. Él sufrió para
amortiguar nuestro sufrimiento que nos causamos a nosotros mismos por vivir de
espaldas a un Dios amoroso y bondadoso. ¿Se acaba el sufrimiento por vivir de
acuerdo a la voluntad de Dios? ¡NO! Vivimos en un mundo sufriente, imperfecto. Enciende
el televisor, escucha la radio, lee la prensa y ya me dirás… hay conflictos por
doquier.
La pregunta del millón: ¿Por qué
un Dios tan bueno permite el sufrimiento de los justos? Esta pregunta denota
que todos tenemos un concepto mayor o menor en cuanto a que los que se saltan
las reglas deben pagar el desatino. Comentaba C. S. Lewis que el sufrimiento
humano es el altavoz que Dios utiliza con el fin de alertarnos sobre las
verdades espirituales. Creo que Lewis tiene toda la razón y con este fin usó
Dios el sufrimiento de Cristo con la misma meta: alertarnos de que el
sufrimiento nos puede acercar a Dios por medio de Cristo. Creo que el primer propósito
que hace que Dios permita el sufrimiento es, por lo tanto, avisarnos de una
realidad mayor y eterna: Dios usa el sufrimiento para acercarnos a Él.
Entonces, ¿por qué razón hay
muchos que no han hallado aún la esperanza en Dios? Porque se obstinan en
seguir echando la culpa a Dios por todo lo que no les gusta a su alrededor y
piensan que si ellos estuvieran en Su lugar, lo harían mejor. Esto me recuerda
a la película que protagonizaron Morgan Freeman y Jim Carrey, Como Dios. Jim Carrey asume el papel de
Dios creyendo que arreglaría todos los desastres mundiales, y lo único que
consiguió es provocar un caos total.
Jesús, por amor, vino a salvarnos
de la perdición eterna que nosotros mismos provocamos pecando contra Dios. Pagó
la deuda en nuestro lugar por el sacrificio de Su muerte en la cruz. Ahora
tenemos libre acceso a la salvación. Fue injusto que Jesús sufriera por
nosotros pero era justo lo que tú y yo estábamos necesitando. Dependiendo de la
óptica lo injusto puede ser justo, y viceversa. Amigo lector, arrepiéntete de
tus pecados y no vuelvas a cometerlos. Reconoce que necesitas la salvación que
Dios te ofrece y comienza andar de acuerdo a Su Ley justa y bondadosa. Entonces
serás eternamente salvo y lo eterno se convertirá en tu prioridad de vida
porque el sufrimiento es pasajero.
Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las
cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con
su propósito. (Romanos 8:28)
¡Si no duele, no aprendemos!
¡QUE DIOS TE BENDIGA!
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