He aprendido a tirar la basura cada vez que hace falta. Lo
especial del asunto es que mi esposa ya no me tiene que decir: “Cariño... ¡saca
la basura, que te lo recordé hace tres días y esto está a punto de parecer Chernóbil!
Por lo tanto, señoras (señores, no), por favor, recompénsenme con su aplauso.
¡Alehop! Estarán de acuerdo conmigo en que los detalles cuentan cuando se trata
del amor entre un hombre y una mujer. He investigado en la química del amor y
he descubierto dos fórmulas antagónicas. La primera fórmula se explica por
medio del pensamiento de la sociedad que nos ha tocado vivir.
La Fórmula del Desamor: La Cuerda Solitaria
Esta fórmula se compone de los siguientes elementos:
Afanes: Las metas son
individuales. Lo que importa es que la mujer o el hombre se sientan realizados
en sus áreas personales, como el trabajo, estudios, amistades, etc. Aún por
encima del propio matrimonio. El importante soy yo, no el otro.
Moral: Cuando no se
satisfacen los deseos sexuales en el matrimonio se busca fuera el consuelo a
tal desdicha, con el pretexto de sentirse incomprendido o incomprendida. La
culpa no la tengo yo, sino el otro.
Orgullo: Aunque sea culpable
no reconoceré ni un ápice mi falta ya que perdería terreno y esto menoscabaría
mi autoridad, haciéndome vulnerable y débil. Soy una persona excelente, el otro
no.
Relativismo: Todo depende,
¿de qué depende? De mis circunstancias, de mis valores, de mis intereses, de
cómo desperté hoy, de mis sentimientos
cambiantes... Todo depende de mí, no del otro.
La fórmula del desamor se resume en una palabra: EGOÍSMO. Lo
mío, no lo del otro. El problema es que cuando se rompa mi cuerda nadie podrá
repararla.
La segunda fórmula se explica por medio del pensamiento de
Dios, expresado en la Biblia:
¡La cuerda de tres hilos no se rompe fácilmente! (Eclesiastés
4:12)
La Fórmula del Amor: La Cuerda Acompañada
Afanes: Seguimos el plan
especial de Dios para el matrimonio. Es la meta más sublime a la que dedicar la
vida. Seguimos la guía de Dios prioritariamente, desechando nuestras metas
individuales.
Moral: Perseguimos los
estándares morales de Dios para que nuestros hijos, familiares, amigos,
compañeros de trabajo y vecinos sean iluminados con el amor de Dios por medio
de nuestros matrimonios. Guardamos el buen Nombre de nuestro Señor para que
otros vean que Dios es relevante.
Obediencia: Dios ha
instituido el matrimonio, por lo tanto, el matrimonio es sagrado. El matrimonio
es una sociedad formada por un hombre y una mujer que deben dar cuentas a Dios
por su uso, sea bueno o malo. Observamos las reglas del juego impuestas por
Dios por el hecho de que Él, mejor que nadie, sabe cómo debe funcionar esto del
matrimonio.
Respeto: Reconocemos que Dios
es merecedor de ser servido dedicando nuestras vidas a ello porque es Dios, y a
Él adoramos mostrando respeto y acatamiento. Nos sometemos a Él sabiendo que
estamos protegidos de los inevitables ataques que sufre el matrimonio.
La fórmula del amor se resume en una Persona: JESUCRISTO que
por medio de Su amor por nosotros hasta la muerte en una cruz nos abrió las
puertas del Cielo, Si tan solo nos arrepentimos de nuestros pecados y ponemos
la fe en Él.
La sociedad es individualista en su concepción del
matrimonio hoy día. El matrimonio ya no es hombre-mujer sino que se ha
transformado en un asunto de sensaciones, sentimientos e intereses humanos. El
matrimonio como Dios manda cuenta con Él, porque es la cuerda que hace fuerte
al matrimonio acompañando, aconsejando y uniendo amorosamente las cuerdas de
tal matrimonio.
Bueno, me voy a tirar la basura. ¡Ah! Lo mejor es que sé que
a mi esposa le agrado tirando la basura, y lo que es extraño: me siento feliz
sacando la basura. ¡Vivo sin vivir en mí esperando ese dichoso momento!
Decide la fórmula: Egoísmo o Jesucristo.
¡Que Dios te bendiga!
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