A la edad legal para acudir a
filas fui para que me tallaran, es decir, para que me vieran, examinaran y
tomaran medidas de las dimensiones de mi cuerpo. Los que habéis pasado por ello
me entendéis perfectamente. Tuve que ir a tallarme dos veces. En la primera fui
excluido temporalmente por obesidad y me dieron cita para un mes o unos meses
después, no recuerdo bien. Lo que sí recuerdo es que de forma muy consciente
añadí a mi peso, ya sustancioso, más peso. ¿Cómo lo hice? Comiendo hasta
reventar. Objetivo: Librarme de la mili. Al volver a la segunda prueba vi como
estampaban en mi informe “inútil”. Como militar soy un fracaso, y el ejército
español no se andaba con chiquitas al expresarlo. ¡Inútil!
¡Fracasado!
La palabra inútil, grabada en mi
expediente militar me sonó a una bella melodía. Llevo muy bien mi fracaso
militar. Os lo puedo asegurar porque desde niño lo tuve muy claro. Me
horrorizaba el solo pensamiento de verme prestando servicio por esos medios a
mi querida patria. Aunque lo anterior, más que fracaso, fue todo un triunfo, el
fracaso real es un peso para el alma que muchas veces puede llegar a graves
consecuencias morales y físicas. Parece que desgraciadamente esos sentimientos
de fracaso llevaron a Andreas Lubitz a estrellar el avión que pilotaba con
ciento cincuenta personas a bordo recientemente.
Yo sé, y no me equivoco, que
todos tenemos un historial de fracasos. Existen al menos tres motivos por los
cuales fracasamos.
Por tender al pecado
He aquí, en maldad he sido formado, Y en pecado me concibió mi madre. (Salmos 51:5)
David no culpa a sus padres por
haberlo engendrado de manera pecaminosa. David está reconociendo que el pecado
está en sus genes. Es así de profundo el pecado que lo heredamos espiritual y
genéticamente. Nuestra tendencia al pecado nos hace fracasar.
Por hacer caso a otros
… el diablo… Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira. (Juan 8:44)
Satanás nos calienta el oído
mintiéndonos, cosa que hace todo el tiempo, con el fin de desanimarnos. Si
sucumbimos a su influjo, ha triunfado. Lo mismo puede ocurrir con las
influencias negativas de familiares, amigos y conocidos. Al creernos sus
maldiciones fracasamos.
Por repetir patrones viciados
Pero les ha acontecido lo del verdadero proverbio: El perro vuelve a su vómito, y la puerca lavada a revolcarse en el cieno. (2 Pedro 2:22)
¿Cuántas veces no habremos dicho
que no imitaríamos lo viciado de nuestros padres o amistades? Para sorpresa
nuestra hemos actuado de la misma mala manera que ellos. Al imitar estas
actitudes nuevamente fracasamos.
Aquí vienen las buenas noticias.
Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados, anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz, y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz. (Colosenses 2:13-15)
¡MI FRACASO FUE ANULADO
POR EL TRIUNFO DE
JESÚS EN LA CRUZ!
Querido lector, Dios quiere que
tus fracasos sean borrados del acta que te acusa debido a tus pecados. Sé que
hoy el concepto de pecado no está del todo claro. Pecado es hacer lo contrario
a la Ley divina y todos hemos fracasado en ese punto. Jesús triunfó en la cruz,
por ello arrepiéntete y cree en Jesucristo si quieres ser salvo de la condena
eterna.
Mi fracaso es Su triunfo.
¡QUE DIOS TE BENDIGA!
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