Como podéis comprobar, hoy vengo a alegraros el día. Muchos han
frivolizado con la muerte con tal de hacerla parecer algo trivial. Recuerdo una
poesía flamenca que recitaba mi padre.
Qué bonito está un entierro
Con sus caballitos blancos
Y sus caballitos negros
Su ataúd de pino
Y su muertecito dentro
¡Qué bonito está un entierro!
Hemos llegado a banalizar tanto la muerte que algunos han escrito en
las lápidas los siguientes pensamientos. Por lo visto, no es cierto, pero
debido al humor inteligente del humorista Groucho Marx, no es de extrañar que
él mismo hubiese puesto en su lápida la siguiente disculpa:
Estas otras frases no tienen desperdicio:
Si nos detenemos a analizar las fechas de una lápida nos damos
cuenta de lo siguiente: La fecha del nacimiento y de la muerte no tiene
importancia. No podemos controlar nuestro nacimiento ni defunción. La
importancia radica en el guión (-) entre ambas fechas. Podemos controlar el
trascurso entre el nacimiento y la muerte. Con el fin de administrar bien
nuestras vidas, y que ese guión tenga significado eterno, a los discípulos de
Jesús se nos advierte en la Biblia con la siguiente verdad:
El que no
amare al Señor Jesucristo, sea anatema. El Señor viene.
(1
Corintios 16:22)
Pablo, según el contexto, está haciendo una declaración de advertencia:
El Señor viene. Era probablemente una
expresión corriente entre los primeros cristianos. Me imagino que sería una
forma de mantenerlos alerta sobre esa verdad: El Señor viene. También era una demostración del más alto de sus deseos:
El Señor viene.
La Palabra de Dios nos habla con claridad lo que Dios quiere: Amar al
Señor Jesucristo. Nos advierte ensenándonos lo que Dios quiere: Amar al Señor
Jesucristo. Nos desafía a hacer lo que Dios quiere: Amar al Señor Jesucristo
En una sola frase: La Biblia da prioridad a nuestra relación de amor
con el Señor Jesucristo
o
A Dios le importa que ames a Jesucristo
o
A Dios le importa tu vida
o
A Dios le importa tu relación con Jesús
o
A Dios le importa que estés preparado cuando
regrese
Sé bendito, no maldito.
¡QUE DIOS TE BENDIGA!
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