No tendría ningún sentido para mí escribir semana tras
semana en este blog si no es para predicar o trasmitir o otros el mensaje del
evangelio de Jesucristo. Las cifras no me importan. Lo que me importa es que
semana a semana alguien lee sobre el evangelio en este blog. Eso para mí es
recompensa suficiente para seguir, una fuente de ánimo y motivación. Estoy plenamente
convencido que lo mejor que puedo hacer por los demás es escribirles o
hablarles del evangelio que predicó Jesucristo. Él me ha trasformado a mí y
puede hacerlo contigo, querido lector.
Él les dijo: Vamos a los lugares vecinos, para que predique también allí; porque para esto he venido. (Marcos 1:38)
PARA ESTO HE VENIDO. Jesús tenía un sentido de misión
absolutamente claro. Él no vino a perder el tiempo en lo insustancial, Él vino
a predicar Su evangelio de salvación a todos, sin distinción. En el mismo
instante que Él dejaba Su mensaje en un lugar, se iba a otro lugar colindante,
y así abarcó lo que Su misión requería. Jesús es el Dios Misionero, es decir,
el Dios que nos busca para darnos a conocer que hay esperanza de salvación.
El mensaje del evangelio de Jesucristo es Jesucristo mismo. De
esa forma Jesús se lo revela a la mujer samaritana junto al pozo: Jesús le dijo: Yo
soy, el que habla contigo. (Juan 4:26). A este entendimiento hay que
llegar para ser salvo: Jesús es el evangelio. Por lo tanto, en Él tienes que
creer y a Él debes seguir. No hay otro camino hacia el Cielo. La garantía de
que Jesús encarna el evangelio la tenemos en la evidencia de Su martirio en
beneficio de nosotros. Él vino a salvar lo que se había perdido y lo hizo
pagando el precio del rescate por nuestros delitos y pecados, en una cruz. Jesús
ha sido el único que ha podido decir con autoridad “Yo
soy, el que habla contigo”.
Pido a Dios que revele a tu mente y corazón esta verdad para
que entiendas y tomes la feliz decisión de seguir a Jesús por el resto de tus
días. Yo, por mi parte, he cumplido humildemente con “para esto he venido”, imitando
en lo que puedo a mi Señor Jesús.
Jesús te habla.
¡QUE DIOS TE BENDIGA!
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