El apóstol Pablo tuvo un encuentro con Jesús que le cambió
la vida para siempre, como no podía ser de otra forma. Tal fue el cambio que de
perseguidor de los cristianos, pasó a ser el cristianizador más ferviente. Pablo
recibió el encargo directo de trasmitir, más allá de las fronteras del pueblo
israelita, el mensaje que escuchó directamente de los labios del Maestro. El
siguiente texto nos habla claramente del propósito de la vida del apóstol.
…para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de pecados y herencia entre los santificados. (Hechos 26:18)
Abrir los ojos fue su encargo. El mensaje del evangelio abre
los ojos a los que lo escuchan ante la evidencia de la muerte, como castigo por
los pecados cometidos contra Dios y la oportunidad, por medio del sacrificio de
Cristo en la cruz, de reconciliarnos con Dios. Abrir los ojos nos lleva a cinco
oportunidades muy valiosas.
Convertirnos de las tinieblas a la luz. Pasar de las
tinieblas a la luz implica reconocer que estamos en tinieblas y necesitamos
luz. Puede sonar a simple pero para que esto se dé alguien tiene que abrirnos
los ojos del alma. Vives en tinieblas si Jesús, la Luz, no es el centro de tu
vida.
Convertirnos de la potestad de Satanás a Dios. Si tu vida
está en tinieblas es porque perteneces a un reino tenebroso y te riges por sus
leyes. Aquí no existe la neutralidad. Si no amas a Dios, vives amando a
Satanás. Comprender esto solo lo pueden hacer los que tienen abiertos sus ojos
por el mensaje del evangelio de Jesús.
Recibir por la fe en Jesucristo perdón de los pecados. Cuando
el evangelio llama a tu vida y lo entiendes sabes que has de ponerte a bien con
Dios. Dios entregó a Su Hijo por ti y por mí, por lo tanto, Dios nos ama y este
amor debe ser correspondido o rechazado. Aquí tampoco hay término medio: te
arrepientes de tus pecados o sigues cargando con ellos.
Recibir por la fe en Jesucristo herencia entre los
santificados. Dios quiere premiar tu fe haciéndote partícipe de la herencia de
todos los que ya han reaccionado positivamente a la apertura de sus ojos. ¡Dios
es increíble! ¿Te das cuenta, querido lector? Hemos metido la pata hasta el
fondo con Él y reacciona con amor intenso hacia nosotros. En vez de
aniquilarnos, como nuestros hechos demandan, nos salva por el sacrificio de
Jesucristo en una cruz. El Cielo está abierto para aquellos que abren sus ojos
a la salvación de Dios. ¡Aleluya!
¿Sigues ciego?
¡QUE DIOS TE BENDIGA!
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