En nuestro recorrido navideño por el tema “Jesús vino a
salvar lo que se había perdido” nos toca revisar el segundo tipo de perdidos
que Dios, por medio de Jesucristo, se propuso alcanzar. Jesús nos dijo: «El Espíritu del
SEÑOR está sobre mí, porque me ha ungido para llevar la Buena Noticia a los
pobres. Me ha enviado a proclamar que los cautivos serán liberados, que los
ciegos verán, que los oprimidos serán puestos en libertad, y que ha llegado el
tiempo del favor del SEÑOR». (Lucas 4:18-19). El primer grupo fueron
los pobres y ahora Jesús añade un grupo más como objetivo de su labor entre
nosotros: los cautivos.
Para todos aquellos que viven esclavizados hay esperanza de
liberación. Muchos habrán pensado “Qué bien, Jesús va a liberar a los que
sufren la tiranía de los esclavistas del tercer mundo liberando a las personas
de su yugo de esclavitud”. En cierto modo he de darles la razón, pero Jesús se
refería a algo más profundo y que hoy en día está pasando de forma
desapercibida por nuestras mismas narices: la esclavitud a los vicios, al
dinero, a los logros personales, a la idolatría… En definitiva, la esclavitud
que nos encarcela ahogándonos la vida sin poder liberarnos de ella.
Es más fácil ver la mota de la persona que se cruza en
nuestro camino que la viga que nos molesta en el ojo. La esclavitud de la que
te hablo, querido lector, es aquella que sibilinamente nos atrapa sin darnos
cuenta y hace que bailemos la vida a su compás. Los vicios son todo aquello que
enferma el cuerpo hasta la muerte, el amor al dinero es el principio de todos
los males en esta tierra, tener como objetivo de vida los logros personales
lleva a la indiferencia y al egoísmo, la idolatría enfoca la vida en lo
artificial y vano quitando el lugar que a Dios le corresponde.
De la lista anterior y mucho más debemos ser liberados y
Jesús nos trae estas navidades nuevamente el mensaje de esperanza. Cristo vino
a proclamar que los cautivos serán liberados de las cadenas que los esclavizan.
¿Cómo lo hizo? Pagando el precio para rescatarlos. El pago fue su sangre
derramada en una cruz, o lo que es lo mismo, dio su vida voluntariamente para
que todos nosotros, esclavos de una manera u otra, pudiésemos ser liberados. Querido
lector, recibe el sacrificio de Jesús y serás liberado de la esclavitud más
grande que existe: la muerte eterna que te llevará a la separación absoluta de
Dios. Arrepiéntete hoy de tus pecados porque mañana puede ser tarde.
Puedes ser un esclavo liberado.
¡QUE DIOS TE BENDIGA!
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