Lo mismo ocurrió con Jesús. Todos los que le seguían
salieron despavoridos para salvaguardar su vida. Si lo hicieron con el mismo
Jesús, por demás, queda justificado que ante un trono procesional se haga lo
mismo. Ante la barbarie del terrorismo que se va acrecentando año tras año en
nuestra sociedad, antes de valores cristianos y hoy, de valores laicos, la
paranoia está justificada o al menos, previsible. Lo paradójico es que aún la
guerra, por mucho que le cueste reconocer a nuestra sociedad occidental, es
entre musulmanes y cristianos. Nuestra cultura intenta zafarse de sus raíces cristianas
y otra cultura intenta imponer su religión violentamente. Intentan vengar
aquellas épocas en que los cristianos, a golpe de espada, intentaron por la
fuerza y en nombre de Dios, cristianizarlos. Queda claro que el poder corrompe
y los cristianos no se han librado de tamaña corrupción.
Cuando Jesús hubo tomado el vinagre, dijo: Consumado es. Y habiendo inclinado la cabeza, entregó el espíritu (Juan 19:30)
En las antípodas de una guerra santa o del terrorismo
religioso se posiciona Jesucristo. Él vino a completar un encargo del Padre:
Pagar por los pecados de toda la humanidad. Cristo probó el vinagre humano
soportando la burla, la indiferencia, la violencia, la blasfemia, la
incomprensión, el desprecio, la soledad y, al final, el asesinato. Después de
experimentar nuestro látigo hostil término Su vida con la frase más sublime que
se pronunciara jamás: ¡CONSUMADO ES! Jesús fue consciente durante toda Su vida
de que para ese momento vivió entre nosotros. Después inclinó Su cabeza quizá
en adoración a Su Padre o quizá como signo de descanso y, voluntariamente,
entregó Su vida a la muerte.
Jesús estuvo solo ante el peligro pagando voluntariamente
por nuestros pecados. Su Padre lo dejó momentáneamente y, sus discípulos más
atrevidos lo observaban de lejos. Consumado
es significa que ahora el Padre está a favor de nosotros porque Cristo le
pagó el débito que nuestros pecados contrajeron. Consumado es significa que las puertas del cielo están abiertas
para toda la humanidad con la única condición de que crean en el sacrificio de
Cristo en la cruz. Querido amigo, Cristo quitó todas las barreras entre tú y
Dios. El camino está libre y todos tus pecados han sido perdonados en la cruz. Simplemente
cree poniendo la fe en Jesucristo pues Él es el único que te puede salvar
eternamente.
¡Cree en Jesús!
¡QUE DIOS TE BENDIGA!
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