Las películas de gánsteres o cowboys definen lo que es un
ajuste de cuentas violento muy bien. Es más, me pareciera que el concepto lo
inventó Hollywood por medio de esas películas, donde la venganza era la norma,
siempre que la injusticia se cernía sobre el protagonista. La justicia había de
ser satisfecha por medio del ojo por ojo y diente por diente. Según uno de los
amigos de Job, el más joven, Dios va a hacer lo mismo con los seres humanos:
Cada quien recibirá según lo que haya hecho de manos de Dios, sea bueno o malo.
Porque él pagará al hombre según su obra, y le retribuirá conforme a su camino. (Job 34:11)
Dios parece no estar de acuerdo con Eliú, el amigo joven de
Job, y pregunta a Job: ¿Quién es ése que oscurece el consejo con palabras sin
sabiduría? (Job 38:2). No fue suficiente la tunda dialéctica que
recibió el justo Job de parte de sus tres amigos que vino a unirse un imberbe a
la masacre. ¡Con amigos como estos para qué quiere usted enemigos, oiga! Si
Dios tuviera que pagarnos conforme a nuestras obras y caminos lo llevaríamos
claro, pues “Como
está escrito: No hay justo, ni aun uno; No hay quien entienda, no hay quien
busque a Dios. Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; No hay quien
haga lo bueno, no hay ni siquiera uno” (Romanos 3:10-12). Claro,
clarito lo tendríamos.
Dios no quiere pagarnos conforme a nuestros pecados. Dios no
desea condenarnos. Jesús no caminó entre nosotros para señalarnos con un dedo
acusador, aunque lo mereciésemos. Jesús no vino a condenarnos, sino a salvarnos:
Porque no envió
Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea
salvo por él (Juan 3:17). Para eso debía ajustar las cuentas, pero
no con nosotros, sino con Su Padre. Nuestro pecado requería un pago, una multa
que pagar con la cual satisfacer el delito. El problema fue que para el ser
humano caído en pecado, tal multa era impagable. Se necesitaba alguien sin
pecado. Jesús fue ese alguien que nos sustituyó para que pudiéramos recibir el
favor del Padre, Su Padre.
Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al
mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Juan 3:17). Reiteró: Dios mandó a
Su Hijo al mundo, todos nosotros, para ponerse a nuestro favor. En la cruz
Cristo pagó todos los pecados de la humanidad sin dejar ninguno fuera, y esto satisfizo
la justicia divina. ¡Ya no tenemos que ajustar las cuentas con Dios! Jesús lo
hizo por nosotros. Da el siguiente paso y serás salvo: Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y
serás salvo, tú y tu casa (Hechos 16:31). ¡CREE EN JESÚS! Una
advertencia: El
que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado,
porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios (Juan 3:18).
Dios no condena, tú te condenas si no crees en Jesús. Tú mismo terminarás ajustándote las cuentas.
Jesús lo hizo.
¡QUE DIOS TE BENDIGA!
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