La máxima “Divide y vencerás” está de moda. Está de moda no
porque se esté usando dicha frase para explicar lo que está sucediendo con las
tendencias separatistas de un sector de la sociedad, está de moda porque es la
realidad de lo que está ocurriendo. La división debilita a todas las partes
implicadas. Lo que podemos observar a nuestro alrededor se puede extrapolar a
un nivel personal: cada persona sufre un “Divide y vencerás” interno. Cuando se
unen muchas personas en pro del separatismo social solo muestran una
característica de su división interna.
Pero Jesús, dándose cuenta de que
querían llevárselo a la fuerza y declararlo rey, se retiró de nuevo a la
montaña él solo. (Juan 6:15)
Jesucristo no estaba dispuesto a seguir la tendencia
separatista de aquellos que querían hacerlo Rey a la fuerza. Su misión no era escalar
en el mundo de la política, Su misión era cambiar el mundo de la política. El Rey
de todo lo que existe vino a nosotros para unir los pedazos rotos del corazón
dividido del hombre. Divide y vencerás es una máxima satánica, por
consiguiente, Jesús no estaba por la labor de seguirle el juego a Satanás. Ante
las imposiciones y deseos pecaminosos de la humanidad Jesús huye.
El único cambio que puede verdaderamente satisfacer a la
humanidad es una relación directa con Jesucristo. Los cambios sociales en pro
de lo justo son necesarios y plausibles, no seré yo quien diga lo contrario. Lo
que sí digo es que sin esa relación íntima con Jesús es imposible alcanzar la
justicia social de forma real y duradera. Solo hace falta examinar someramente
lo que está pasando a nivel social para darse cuenta de lo alejados que andamos
en el tema de lo justo.
Este año se celebra el quinto centenario de la Reforma
Protestante que, gracias al redescubrimiento de la Biblia, trajo beneficios a
todos los estamentos sociales. Las diferencias son obvias si comparamos el
progreso de los países que abrazaron la Reforma y los países que se
anquilosaron en la llamada Contrarreforma. La gran diferencia: Obedecer la
Palabra de Dios trae bendición para todos. España es un país dividido porque
vive en las antípodas de las Escrituras. En honor al mal llamado progreso se
han aprobado leyes contrarias a la voluntad divina y esto está trayendo
división a todos los niveles. Es tiempo de hacer balance comprobando que no lo
estamos haciendo bien por nuestros méritos propios y, humildemente pedir perdón
a Dios por nuestros pecados contra Él y poniendo nuestra confianza en
Jesucristo.
¡España, vuélvete a Dios!
¡QUE DIOS TE BENDIGA!
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