Despiertas un buen día y recuerdas que todas tus deudas han
sido canceladas. Es lo mismo que le pasó al del anuncio publicitario último: Se
despertó con cara mustia pero de pronto recordó que le habían tocado un porrón
de millones y mudó su faz en felicidad plena. ¿Te imaginas que la cuenta más
grande que tengas fuese saldada ipso-facto? ¿Qué cara se te quedaría? Como poco
alegre y relajada. Decir evangelio es decir buenas noticias, en resumidas
cuentas, el evangelio significa que tu cuenta está saldada y ya no le debes
nada a nadie ni siquiera a Dios mismo.
Pues la paga que deja el pecado es la muerte, pero el regalo que Dios da es la vida eterna por medio de Cristo Jesús nuestro Señor. (Romanos 6:23)
Tu cuenta estaba con un saldo negativo ante Dios por causa del
pecado cometido contra Él. El pago justo por ello es tu muerte, o lo que viene
a ser lo mismo, la separación eterna de Dios. De pronto, sin darte aviso previo, sin tú entenderlo y aún menos quererlo, Dios, por medio de Jesucristo, salda tu cuenta
en números rojos e ingresa una suma a tu favor que excede toda comprensión humana. Resultado:
tu saldo es positivo frente a Dios.
Ahora hay un regalo que te espera: la salvación. No tienes que
ganarla porque Cristo ya lo hizo por ti muriendo en la cruz. El único requisito
es confiar (fe) que lo que hizo Jesús por ti, pagando tu deuda ante el Padre,
es más que suficiente. Ya no tendrás que vivir agobiado por tus pecados, pues
han sido perdonados y olvidados. Ya no tendrás que buscar sucedáneos que te
hagan sentir bien, pues sabes que son temporales, al contrario que la eterna
salvación de Dios. ¡Mejores noticias no hay! Solo cree y ponte a cuentas con
Dios arrepintiéndote de tus pecados.
Tu saldo es positivo, aprovéchalo.
¡QUE DIOS TE BENDIGA!
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