La verdad se ha convertido en una cuestión de calado
personal. Es decir, mi verdad es la verdad verdadera. La razón es que el
carácter, las inclinaciones, experiencias y los intereses personales construyen
la verdad de cada individuo. Por lo tanto, la verdad es algo interno de cada
quien y se rechaza, de forma generalizada, las otras verdades que vienen de
afuera. Así se crean los grupos de interés que transitan por la sociedad, llámense
religiones, lobbies, ONGs, etc. Cada una de estas entidades carga las tintas en
un punto y lo presentan como una cuestión quasi
apocalíptica. Ejemplo de ello son el Islam a nivel religioso, presentando un
mundo que debe ser exterminado para que su estatus impere; los diferentes
lobbies que exprimen a las naciones en pro de que sus ideales sean llevados a
la práctica pese a quien pese y cueste lo que cueste, mientras los paguemos los
demás; ONGs que trabajan a dos bandos, por un lado haciendo el juego a los
políticos de turno y por el otro, cobrando de las mafias que trafican con
personas. En fin, sé que hay mucha buena intención que se va por la letrina.
En estos días no había rey en Israel; cada uno hacía lo que bien le parecía. (Jueces 21:25)
No me canso de usar el anterior texto del libro de los
Jueces porque refleja fielmente el espíritu del tiempo que estamos viviendo. Es
que la verdad solamente puede ser una y a partir de ella elaborar los
pensamientos, razonamientos y acciones. La única verdad que se extrae de este maremágnum
ideológico es que todo es relativo porque carecemos de fundamentos sociales y
morales. “En el mundo no había ley; cada uno hacía lo que le daba la gana”,
sería la expresión que describe la situación social y moral de hoy. No es que
no haya ley, es que nos falta obedecerla, diría el juez Calatayud. Pero vencen
las tendencias e inclinaciones personales.
Contra el relativismo humano, el absolutismo divino (aquí es
cuando me crucifican). Dios nos creó y sabe perfectamente nuestras necesidades
sociales y morales. En Dios está la VERDAD mayúscula que está sociedad rechaza
en pro de su relativismo a la carta. Más concretamente, la VERDAD no es un
concepto, es JESUCRISTO. Si quieres encontrar la VERDAD tendrás que creer a
JESUCRISTO. Él vino a llamar a todos aquellos que no encuentran satisfacción en
este mundo (si tú estás satisfecho has perdido el tiempo leyendo esto) y han
escuchado Su voz, han creído en Su obra en la cruz a favor de ellos y LE
OBEDECEN sin cuestionar Sus razonamientos con relativismos humanos. Sí, la
VERDAD es una:
¡JESUCRISTO!
¡QUE DIOS TE BENDIGA!
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