El Salmo 107 es un testimonio escrito de la bondad y
misericordia de Dios. Estamos ante un canto que eleva sus alabanzas a Dios por
medio de la experiencia de diferentes personas, reconociendo que Dios ha sido
bueno y misericordioso con ellos, a pesar de ellos mismos. Por desgracia, el
ser humano ha de transitar por los más oscuros túneles del cuerpo y del alma
para vislumbrar que sólo Dios puede ofrecerle Su bondad y misericordia. Meditando
en este salmo vemos que Dios ha sido bueno y misericordioso para con Sus
redimidos, aquellos que estaban perdidos y clamaron a Él en su angustia y los dirigió
por camino derecho. También Dios ha sido bueno y misericordioso para con los
rebeldes, aquellos que odiaban la Palabra y el Consejo de Dios pero clamaron a
Él en su angustia y los sacó de sus tinieblas y muerte. Además, Dios ha sido
bueno y misericordioso con los insensatos, aquellos malvados que maltrataban a
sus propios cuerpos pero clamaron a Él en su angustia y los libró de la ruina. Por
último, Dios ha sido bueno y misericordioso para con los entendidos, aquellos
que confiaban en sus capacidades y ciencia pero clamaron a Él en su angustia y
les dio Su paz y guía.
¿Quién es sabio y guardará estas cosas, y entenderá las misericordias del Señor? (Salmo 107:43)
Un denominador común de cada uno de estos testimonios es la
angustia. Esa angustia es causada irremediablemente por atravesar caminos
errados, desoír el Consejo divino, intentar ser alguien que no soy y creerse un
dios. Todo lo anterior, en resumidas cuentas, es vivir fuera de la bondad y
misericordia de Dios, creyendo que hay algo de eso en algún otro lugar. Acertado
es que el salmista se pregunte al final de su canto de alabanza y testimonio
por si hay algún sabio que piense seriamente en lo leído, llegando a entender
la profundidad e implicación para su vida. ¿Eres sabio? ¿Olvidarás lo que has
leído? ¿Lo aplicarás a tu vida?
Dios también es bueno y misericordioso para contigo, querido
lector. Él, sólo Él, puede librarte de la angustia que padeces. Otro denominador
común de cada uno de los testimonios es el clamor. Todos clamaron a Dios cuando
se ahogaban en un mar de angustia y Dios los salvó. No importa qué tipo de
angustia te hiele el alma porque Dios tiene el antídoto para ti: Su bondad y
misericordia. Bondad y misericordia que mostró en su máximo esplendor por medio
de Su Hijo Jesucristo. Él atravesó, en Su camino a la cruz, por angustias
inconcebibles por nosotros para librarnos de cada una de las nuestras. Reconoce,
como los personajes del salmista, los pecados que te han apartado de la bondad
y la misericordia de Dios y arrepiéntete de ellos ante Él. Quizá sean torcidos
tus caminos, seas rebelde, insensato o entendido pero Dios aún quiere ser bueno
y misericordioso para contigo. De lo contrario, “Véanlo los rectos, y alégrense, y todos los
malos cierren su boca” (Salmo 107:42).
Alaba o calla.
¡QUE DIOS TE BENDIGA!
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