Después de concluir que la religión es el opio del pueblo,
Marx aconsejó lo siguiente: “Se necesita la abolición de la religión entendida
como felicidad ilusoria del pueblo para que pueda darse su felicidad real.”[1]
Y yo afirmo, a la vista del narcotizante efecto que tiene la política pasada y
actual sobre las masas: LA POLÍTICA ES EL OPIO DEL PUEBLO. Si es horrendo ver a
la multitud tras ideales estériles es indescriptible ver a los que se llaman
cristianos defender políticas de enfrentamiento, pobreza y muerte. A muchos los
tienen drogados, cristianos incluidos. Como cristiano no defiendo la religión
que droga las mentes de los incautos esclavizándolos a consumirla. Por demás
está decir que tampoco apoyo la política que droga al pueblo con la promesa de
felicidad ilusoria, tal y como lo hace hoy. Marx debió añadir a la política
como otro factor narcotizante, pero estaba anestesiado por ella él mismo.
No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu. (Efesios 5:18)
El apóstol Pablo aconseja al creyente no drogarse con vino
porque lleva al desenfreno y arruina la vida de aquellos que lo consumen.
¿Cuánta política consumes? Eso arruinará tu vida si eres creyente. Si no lo
eres, ya está arruinada porque sigues ideales de muerte. La solución que da
Pablo al creyente es un mandato: sed llenos del Espíritu Santo. ¿Cuánto Espíritu
Santo consumes? Eso avivará tu vida si eres creyente. Si no lo eres, sigues en
el mismo estado de ruina. Aquí no hay medias tintas. Sólo se puede vivir
políticamente narcotizado o espiritualmente controlado por el Espíritu Santo.
Muerte o vida, no hay más.
Con el fin de desintoxicarse de los ideales de la política
que lo permea todo hay que recurrir a Jesucristo. Él vino a cambiar las reglas
del juego. Él vino a separar la luz de las tinieblas. Él vino a dar vida a los
muertos. Él vino a pagar el precio que nuestros pecados devengaron poniéndose
en nuestro lugar en una vil cruz. Él vino a despertarnos de la narcolepsia que
padecemos. Él vino a enfrentarnos con la realidad de que este sistema mundial
lleva a la muerte. Él vino a darnos esperanza. Querido lector, si eres creyente
limpia tu mente y corazón de la religión política y llénate del Espíritu Santo.
Si no lo eres, deja de creerte las mentiras de los gurús políticos. arrepiéntete
de tus pecados ante Dios y cree en Jesucristo. Te librarás del infierno y serás
llamado hijo de Dios. No hay otra forma de desintoxicación. No hay otra forma
de salvación.
Huye del opio político.
¡QUE DIOS TE BENDIGA!
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