Los disidentes están siendo silenciados. Hace poco tecleé en Google “opiniones en contra del calentamiento global” y no hallé nada. Esta semana compartí un par de artículos contradiciendo la eficacia de las vacunas y Facebook me informó, por medio de un desplegable, que estaba a punto de compartir información sobre las vacunas. Por lo menos, en esta ocasión, pude compartir artículos que hoy se tachan de disidentes. Todo lo que no salga del gobierno o las grandes transnacionales es tachado de disidente y se le persigue hasta ahogar su voz. La divulgación del libre pensamiento ya no es políticamente correcta.
No puede el mundo
aborreceros a vosotros; mas a mí me aborrece, porque yo testifico de él, que
sus obras son malas. (Juan 7:7)
Jesús fue un disidente (aunque fue mucho más que eso) contra el poder religioso. No es de extrañar que lo intentasen matar en diferentes ocasiones, hasta que lo consiguieron (eso creyeron ellos). Todos los que bailan al son que marca la sociedad son bien recibidos, aplaudidos y respetados. A éstos Jesús les dice “no puede el mundo aborreceros a vosotros”. La razón es bien sencilla. Son masa, multitud, tropel, manada… Han perdido la facultad de pensar críticamente. Por el contrario, todos los que bailan a su propio ritmo son mal recibidos, censurados e insultados. Jesús bailaba a Su propio ritmo.
El odio que produce el pensar diferente lo recibió Jesús. Él era muy consciente de ese aborrecimiento cuando dijo “pero a mí me aborrece, porque testifico de él, que sus obras son malas”. Fueron tan malas las obras de sus contemporáneos que cuando lo vieron muerto en la cruz y enterrado respiraron complacidos. A Dios gracias, Jesús es más que un disidente y Sus enemigos no se salieron con la suya. ¡Resucitó de la muerte! Aún hoy Jesús disiente de las obras malas de esta sociedad y da la solución: Arrepiéntete de tus pecados y cree en mí, le dice Jesús.
No seáis cobardes, creed en Jesús.
¡QUE DIOS TE BENDIGA!
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