sábado, 6 de marzo de 2021

That's The Problem!

Localizar la fuente del problema siempre trae beneficios. Por lo menos para todos aquellos que sinceramente quieren resolver dichos problemas. El escollo más insalvable que las personas encuentran para poner la fe en Jesucristo es Su deidad. Creer que Jesús es el Pan de Vida, la Luz del Mundo, la Puerta, el Buen Pastor, el Camino, la Verdad y la Vida, y la Vid Verdadera, aunque muestran diferentes facetas de la labor de Dios, no son concluyentes para designar a Jesús como Dios para aquellos que se resisten a creer.

Yo soy la resurrección y la vida; El que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto? (Juan 11:25-26)

Las implicaciones de la afirmación de Jesús abarcan dos cuestiones principales: primera, Él tiene poder para resucitar cadáveres física y espiritualmente y, segunda, Él tiene poder para preservar a los creyentes que no han muerto físicamente en Su segunda venida. El que se acerca a Jesús ha de creer en Su afirmación para beneficiarse de la resurrección prometida por Jesús. El reto está en cómo respondemos a la pregunta: ¿CREES ESTO?  Después de preguntar, Jesús resucitó a Lázaro. Con esa resurrección, y otras, Jesús demostró que era Dios porque solo Dios tiene poder sobre la vida y la muerte.

Si no crees tus ojos espirituales no percibirán el poder de Jesús. Los fariseos veían Sus milagros y decían que los hacía por Satanás (Mt. 12:24). La razón era que veían con sus ojos físicos mientras que sus ojos espirituales estaban cegados. Si todavía no has creído que Jesús es Dios espiritualmente sigues muerto. Vives separado de Dios y entrarás a la eternidad en esa misma condición de separación de Dios. Cree hoy. Mañana puede ser tarde. Tu problema es no creer que Jesús es Dios y no puede resucitarte. Él sufrió la cruz por ti. Su humanidad murió y Su deidad lo resucitó. Cree esto y vivirás.

A los creyentes en Cristo: Estamos en manos de quien tiene el poder de resucitarnos igual que Él se resucitó a sí mismo de la muerte. Su promesa es que si morimos físicamente en Él o vivimos cuando Él regrese, resucitaremos para vida eterna junto a Él. ¡Aleluya!

Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron. (Apocalipsis 21:4)

¿Crees esto?

¡QUE DIOS TE BENDIGA!

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