No soy un masoquista. Pero siendo honesto he de reconocer que las situaciones problemáticas de mi vida me han hecho buscar a Dios. Le estoy muy agradecido por los tiempos de bonanza, por supuesto, pero, ante todo, por los tiempos de problemas. Mira lo que escribió el sabio rey Salomón: Mejor es ir a la casa del luto que a la casa del banquete; porque aquello es el fin de todos los hombres, y el que vive lo pondrá en su corazón (Eclesiastés 7:2). No le faltaba razón porque las cuestiones más profundas de la vida pasan por nuestras mentes en medio de los problemas. ¿Es bueno divertirse? Por supuesto que sí. ¿Son buenos los problemas? Por supuesto que sí. Si no fuese por los problemas de la vida nadie pensaría en buscar a Dios. Aun así, muchos le dan la espalda y van tras quimeras.
Oh Dios, sálvame por tu nombre, y con tu poder defiéndeme. (Salmo 54:1)
David, el escritor de este salmo, experimentó problemas. Sus enemigos desconocidos y conocidos querían matarlo. El rey Saúl era uno de esos enemigos por la envidia que tenía a David. Aunque Saúl fue puesto por Dios como rey de Israel, Saúl no le obedecía. Todo lo contrario, hizo todo lo posible por ganarse la enemistad con Dios mismo. Al final fue desechado como rey y sucedido por el propio David en el trono de Israel. Dios mismo estuvo en el sufrimiento de David. Ese sufrimiento hizo que clamara por Su ayuda. Y Dios contestó librándole de los enemigos y erigiéndolo como rey. Querido lector, ¿a quién buscas cuando los problemas te ahogan? Para mí es muy triste comprobar que muchas personas se aferran a ilusiones humanas que solo amortiguan los problemas momentáneamente. Luego, los problemas vuelven a aparecer con más virulencia.
Tu enemigo eres tú mismo. Tú eres el obstáculo entre Dios y tú. Jesucristo allanó el camino para el encuentro entre tú y Dios. Asfaltó la senda por medio de Su muerte en una cruz, pintó las señales con Su sangre y resucitó para enseñarte que venció a la muerte. El camino está a tu lado. Solo deja el tuyo y transita por Él. Ahí le encontrarás si le buscas de corazón y como David serás librado de tus enemigos: el pecado que hay en ti mismo. Jesús pagó a Dios por tus pecados. Ya la cuenta está saldada. Ahora Jesús te sale al encuentro para salvarte del infierno y defenderte contra lo que intente apartarte de Él. Arrepiéntete de tus pecados, pon tu fe en Jesús y camina a Su lado. La mejor forma de encontrarle es estudiando la Biblia. ¡Hazlo Hoy!
Deja de ser tu enemigo.
¡QUE DIOS TE BENDIGA!