sábado, 13 de noviembre de 2021

La Respuesta Acertada

Como siempre nos encontramos a los “listillos” de turno intentando poner zancadillas a Jesús. Fariseos, saduceos y sacerdotes estaban a la busca y captura de una presa sustanciosa: Jesús. Ahora bien, las respuestas acertadas de Jesucristo eran épicas y han quedado grabadas en los corazones de todas las personas desde que fueron pronunciadas. Es que Jesús no era cualquier persona, ni siquiera cualquier sabio de la época. Jesús era el mismo Dios hecho carne que nos habló de tal forma, respondiendo acertadamente a nuestras inquietudes (sanas o insanas, interesadas o desinteresadas, traicioneras o bienintencionadas), que no había lugar a la duda por parte de Sus interlocutores.

Y les dijo: Dad, pues, a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios. (Mateo 22:21)

En la conocida escena de la moneda con la efigie del César, Jesús no se amilanó ante los fariseos “listillos” de turno, y puso cada cuestión en su lugar. Los poderes del mundo debían recibir aquello que era suyo: los impuestos, mientras que Dios debía de recibir lo que también era Suyo: honra. ¿Estaban dispuestos los fariseos a honrar a César por medio de pagar impuestos, pero no estaban dispuestos a honrar a Dios por medio de reconocer en Jesucristo al mismo Dios? Los fariseos, saduceos y sacerdotes no estuvieron dispuestos a honrar a Dios por medio de reconocer a Jesucristo como el Mesías prometido desde la caída del hombre en el pecado.

Jesucristo tiene la respuesta acertada que estás buscando. Ahora bien, ¿con qué actitud le preguntas? ¿Vienes como los fariseos a pillarlo en algún fallo? ¿Le preguntas como los saduceos para desacreditarlo doctrinalmente? ¿Te presentas ante Él como los sacerdotes con el fin de seguir manteniendo el estatus que Jesús pone en peligro? Sea el caso que sea, recibirás una respuesta de Jesucristo certera, pero está en ti reconocer Su Verdad, Su conocimiento y Su autoridad. De lo contrario, Jesús te habrá respondido certeramente, pero tú seguirás siendo un fariseo hipócrita, un saduceo creído y un sacerdote blasfemo. Acércate humildemente a la cruz, lugar donde Jesús responde a tu más grande pregunta: ¿Qué puedo hacer para ser salvo? Jesús te responde, una vez más con Su acierto: Cree en mí y serás salvo.

Da a Jesús lo que te pide.

¡QUE DIOS TE BENDIGA!

No hay comentarios:

Publicar un comentario