“Si me realizaran un análisis de sangre solo sacarían notas
musicales”. Esta frase la escuché de primera mano en los labios de un músico. A
mí me pasa lo mismo, pero mi torrente sanguíneo, hematíes, leucocitos,
plaquetas y plasma tendrían forma de guitarra. Solamente he conocido a una
persona que me aseguró que no le gustaba la música de ningún tipo. Lo paradójico
es que estaba casada con un músico. Pasando por alto ese raro ejemplo diré que
la vida sin música sería muy aburrida, sin mucho sentido. La música tiene el
poder de trasmitirnos estados de ánimo y explicarnos sentimientos que de otra
forma serían imposibles de expresar con simples palabras.
La música tiene un aspecto que trasciende a lo espiritual,
llegando a ser el verdadero lenguaje del alma. Es normal que la música sea
espiritual porque refleja al que la inventó, Dios. No es de extrañar que la
Biblia esté llena de cánticos mostrando los más altos pensamientos, y los más
bajos. La más básica forma de alabanza a Dios es por medio de la música. ¡Dios
ama la música! Sé que Él es el más grande de todos los músicos y en el Cielo
escucharé las más bellas melodías compuestas por Su talento genial. El mismísimo
Bach estará frente a Él babeando de gusto por lo que sus oídos tienen el honor
de escuchar. ¡No me cabe la menor duda!
Pero hay algo que Dios ama muchísimo más que a la música.
Ese algo no es algo, es alguien, tú y yo. Saber que Dios me ama es como música
para mis oídos. Es una música apasionada que me atrapa y que quiero escuchar
una y otra vez. “Dios te ama, Dios me ama, Dios nos ama…” El amor es más que la
música porque la música solamente puede expresar amor, mientras que nosotros
somos los que podemos sentirlo de forma muy real. La partitura del amor de Dios
por ti se titula Jesucristo.
El evangelio es el mensaje que Jesús vino a compartir con
cada uno de nosotros. La partitura fue escrita con Su sangre, la orquestación
del Espíritu Santo y la dirección estuvo a cargo del Padre. Toda una producción
que tiene como objetivo tu salvación y como meta la gloria de Dios. Escucha la
música con atención y no como el que oye llover detrás de una ventana. “Jesús,
te ama, Jesús me ama, Jesús nos ama…”.
Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. (Romanos 5:8)
Jesús nos ama a pesar de haber hecho lo malo. ¿A quién
conoces que te ame si has matado a uno de sus hijos? ¡NADIE TIENE ESE AMOR EN
ESTA TIERRA! Nuestros pecados fueron los culpables de que Jesús muriese en una
cruz clavado. Su amor es como música para nuestros oídos. ¡No! Su amor es más
que música para nuestros oídos. Lo triste es que en este caso hay muchos,
muchísimos, a los que no les gusta esta música, porque viven ensimismados en
una eterna disonancia que les está entorpeciendo los oídos espirituales. Al
igual que para entonar bien hay que concentrarse escuchando bien las notas y
luego reproducirlas con nuestra voz, para entender el mensaje del evangelio es
necesario analizarlo porque Así que la fe viene como resultado de oír el mensaje, y el
mensaje que se oye es la palabra de Cristo. (Romanos 10:17)
Cristo se puso en nuestro lugar para pagar la deuda que contrajimos
con Dios por causa de vivir apartados de Su voluntad, pecando. El delito,
pecado, debe ser satisfecho y eso es lo que hizo por ti y por mí Jesús. Ahora tienes
la gran oportunidad de volver a ser hijo de Dios si te arrepientes de tus
pecados y crees en Jesucristo como tu Salvador. Dejarás de disonar y empezarás
a vivir acorde a Su voluntad. Si no dejas que Jesús te afine aquí, nada de lo
que hagas hará que cuando pases a la eternidad estés en armonía para entrar al
Cielo.
Escucha para dar la nota.
¡QUE DIOS TE BENDIGA!
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