Sesenta y dos. Ese es el ranking,
según una empresa que se dedica a esos menesteres, ocupado por España en nivel
de felicidad. Hay sesenta y una naciones que son más felices que nosotros. Por lo
visto, el primer lugar lo ocupan los costarricenses. Habrá que preguntarles a
ellos el secreto de su felicidad. No sé si estas estadísticas son muy fiables
porque quizá no se pueden extrapolar las mismas encuestas de un país a otro, ya
que, seguramente, lo que hace feliz a un costarricense a mí, ni me va, ni me viene, por cuestiones obvia de
cultura y necesidades sociales.
La felicidad tiene que ver con
las cosas que importan. Para el estudiante aprobar los exámenes es fuente de
felicidad, para la ama de casa su propia felicidad es ver felices a los suyos, para
el profesor es sembrar en sus alumnos conocimientos que los hagan crecer como
personas, para el juez es hacer cumplir la ley, para el padre es proveer
sustento y seguridad en su familia, para el músico es trasmitir sentimientos
que lleguen al corazón y al alma que hagan brotar hasta las lágrimas de los
ojos más secos, para el actor… para el bombero, para el doctor… para el
currante…
Los ríos todos van al mar, y el mar no se llena; al lugar de donde los ríos vinieron, allí vuelven para correr de nuevo. (Eclesiastés 1:7)
El caso es que sí podemos ver a
personas que parecen ser más felices que otras y nos gustaría conocer su o sus
secretos para tal estado. La pregunta obvia es qué te hace feliz en este
momento porque a felicidad es un activo que se puede devaluar rápidamente. Creo
que cumplir las metas que uno se ha impuesto trae felicidad, el problema es que
cuando hemos cumplido con nuestras expectativas debemos tener nuevas metas,
porque lo alcanzado ya no nos trae la misma felicidad. Esto se puede, y de
hecho se convierte, en una espiral eterna de insatisfacción ante cualquier
éxito, porque creemos que nada es suficiente.
Si toda felicidad se puede acabar,
¿qué es lo más importante? Queda claro, el título de esta entrada lo resalta,
que Dios no es lo importante. Lo importante para las personas es centrarse en
sus metas y logros, para después enfrascarse en esa espiral eterna de
insatisfacción que no podemos negar por lo visible que se nos presenta. Yo
también creo que Dios no es lo importante para ser feliz y tener propósito porque
DIOS ES LO MÁS IMPORTANTE. Si Dios no es lo más importante para ti, querido
lector, nunca sentirás una felicidad con fundamento sino cambiante, como el
tiempo. Lee a continuación el consejo de Salomón que es el mensaje que nos legó
a los que vendríamos después de él.
El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre. Porque Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala. (Eclesiastés 12:13-14)
Guardar los mandamientos de Dios
es el todo del hombre. Si quieres encontrar la felicidad que solamente se halla
en el verdadero propósito por el cual fuimos creados, sencillamente obedece los
mandamientos de Dios. Si quieres ir al Cielo obedece los mandamientos de Dios. ¿Cómo
comenzar a obedecer? Reconociendo que has desobedecido los mandamientos de Dios
en algún punto o en todos los puntos y confesándolos a Dios con
arrepentimiento. También tienes que creer en Cristo porque Él pagó por tus
pecados en una cruz para que el Padre te recibiera como hijo. Lo humano pasará
a un segundo plano y Dios pasará al primer plano ordenando y restaurando tu
vida para que tu felicidad esté puesta en lo que perdura, y no en lo que se
marchita. De no ser así ni Dios no podrá salvarte de tus malas obras o pecados.
El gozo del Señor es mi
fortaleza.
¡QUE DIOS TE BENDIGA!
No hay comentarios:
Publicar un comentario