Un año más nos preparamos para celebrar la navidad. Estamos en
tiempo de adviento, es decir, nos hallamos en el tiempo donde recordamos que
Dios se hizo hombre en Jesucristo y caminó a nuestro lado. Muchas veces lo hizo
de forma desapercibida para muchos; otras veces muchos se maravillaban de verlo
y oírlo. A Jesús, sin embargo, ninguno de los que se cruzaban en su camino pasaba
inadvertido. El objetivo de Jesús era claro y concreto y podemos leer en la
Biblia la razón del por qué vino.
Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido. (Lucas 19:10)
¡Jesús nos visitó para buscar y salvar lo perdido! Ese es el
mensaje que proclamamos los cristianos por estas fechas. Ese es el mensaje de
esperanza a un mundo que vive de espaldas a la realidad de su propia perdición.
Ahora bien, Jesús mismo dijo que «La gente sana no necesita médico, los enfermos sí. No he
venido a llamar a los que se creen justos, sino a los que saben que son
pecadores». (Marcos 2:17). Si te crees justo, este mensaje de
esperanza no es para ti, aunque creerse una cosa y serlo es muy diferente. Jesús
se acercó para que aquellos que saben que son pecadores tengan la esperanza de poder
limpiar sus vidas, corazones y conciencias por medio del perdón de sus pecados
y la fe en Jesucristo. Jesús conoce el corazón de los que pasan por su lado y
se detiene ante los pecadores dejando pasar a los “justos” en su propia
opinión.
En estas semanas de adviento veremos las características de
los que se saben pecadores y, sensibles a la búsqueda y salvación de Jesús, le
siguen. En el siguiente texto vemos las características de las personas que Jesús
busca.
«El Espíritu del SEÑOR está sobre mí, porque me ha ungido para llevar la Buena Noticia a los pobres. Me ha enviado a proclamar que los cautivos serán liberados, que los ciegos verán, que los oprimidos serán puestos en libertad, y que ha llegado el tiempo del favor del SEÑOR». (Lucas 4:18-19)
Estas son los cuatro tipos de personas que Jesús ha venido a
buscar y a salvar: pobres, cautivos, ciegos y oprimidos. La tendencia es a
escabullirse de cada uno de los cuatro tipos. ¡A Dios gracias no soy rico, pero
tampoco pobre! ¡A Dios gracias soy libre! ¡A Dios gracias veo perfectamente! ¡A
Dios gracias no sufro opresión! Jesús abrió los ojos en cuanto a lo que
percibían las personas cuando Él les enseñaba: «Si os he dicho cosas terrenales, y no creéis, ¿cómo creeréis
si os dijere las celestiales?» (Juan 3:12).
La pobreza va más allá de no tener recursos materiales; el cautiverio sobrepasa a una sociedad “libre”; la ceguera excede los límites de la visión del ojo humano; la opresión trasciende la frontera del bienestar social. De eso está hablándonos Jesucristo. Nos enseña con ejemplos humanos, para que los entendamos, pero la importancia es celestial, para que veamos nuestro estado real. ¡Hay esperanza para el perdido sea cual sea su condición! Por consiguiente…
La pobreza va más allá de no tener recursos materiales; el cautiverio sobrepasa a una sociedad “libre”; la ceguera excede los límites de la visión del ojo humano; la opresión trasciende la frontera del bienestar social. De eso está hablándonos Jesucristo. Nos enseña con ejemplos humanos, para que los entendamos, pero la importancia es celestial, para que veamos nuestro estado real. ¡Hay esperanza para el perdido sea cual sea su condición! Por consiguiente…
¡Alégrate si estás perdido!
¡QUE DIOS TE BENDIGA!