Es posible ir al cielo si no crees en la Biblia, en
Jesucristo o en cualquier otra cuestión que pudiera parecerte religiosa. Lo
único que has de hacer es cumplir con los requisitos externos para tener acceso
a tan preciado lugar: Cumplir con la ley de Dios. Si puedes cumplir a rajatabla
con ellos las puertas del cielo estarán abiertas para ti y esperando deseosas
que las traspases entre vítores, aplausos y alegría. Te encontrarás que con tu
llegada hay dos tipos de habitantes en el cielo, tú y los demás. Tú serás el
único ciudadano del cielo, exceptuando a Dios, que ha entrado por méritos
propios. Los demás ciudadanos por méritos ajenos. De pronto se creará las
diferencias de clase y tú formarás en solitario la clase VIP (very important
people), de aquel que ha cumplido las expectativas de Dios, y la otra clase VIP
(very incompetent people). Date un respiro, hombre, tienes la posibilidad de ir
al cielo.
Hagamos un repaso de los Diez Mandamientos para entrar en el
cielo (Éxodo 20:1-17):
1. No
tendrás dioses ajenos
2. No te
harás imágenes para inclinarte ante ellas ni honrarlas
3. No
tomarás el Nombre de Dios en vano
4.
Santificarás el día de reposo
5. Honra a
tu padre y a tu madre
6. No
matarás
7. No
cometerás adulterio
8. No
hurtarás
9. No
hablarás contra tu prójimo falso testimonio
10. No codiciarás
Si has incumplido uno de los anteriores mandamientos, sea
literalmente o en tu pensamiento, tu entrada al cielo es imposible. ¡Estás
irremediablemente perdido! Por lo tanto, las zonas VIP no existen en el cielo. No
habrá nadie esperándote más allá de la muerte para vitorearte, aplaudirte y
alegrarse por tu llegada. Las puertas del cielo están irremisiblemente cerradas
para ti si tu deseo era ganarte la entrada por méritos propios.
Los que lo oyeron, dijeron: «Entonces, ¿quién podrá ser salvo?». Él contestó: «Lo que es imposible para las personas es posible para Dios». (Lucas 18:26-27)
Quiera Dios que te estés preguntando sinceramente quién
podrá ser salvo pues realmente existe la posibilidad no en ti, no en mí. Nadie,
por méritos propios puede entrar al cielo y salvarse de haber pecado
incumpliendo los mandamientos de Dios. ¡Nadie! Jesús dio esperanzas a sus
oyentes diciéndoles que la imposibilidad para las personas en Dios se hace
posible. ¡Podemos entrar en el Cielo! Para ello Jesús trazó el camino ya que
nos es imposible cumplir con los mandamientos. Jesucristo cumplió con todos
ellos a pies juntillas. Cada coma, cada punto, cada palabra la cumplió. Debido a
nuestra incompetencia se ofreció voluntariamente a pagar el precio de nuestros
delitos y pecados para que poniendo nuestra fe en Él tengamos entrada al cielo,
su lugar de residencia. A ti, querido lector, te toca reconocer de corazón que
tus méritos te llevarán al infierno y, por lo tanto, arrepiéntete de tus
pecados, sigue a Cristo y descansa en su sacrificio en la cruz por ti.
La ley te condena, Jesucristo te salva.
¡QUE DIOS TE BENDIGA!
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