Hoy celebramos la Nochebuena. Todo parece descontrolarse por
los preparativos, sobre todo los preparativos de última hora. Vivimos tiempos
donde la prisa nos consume y realmente, si paramos un instante, nos
preguntaremos ¿quién me está obligando a ir tan deprisa por la vida? Lo que
sucede es que a veces nos portamos como dictan los “no sé quién” aunque los
conocemos. Vivimos al son que marcan otros. Esa es la verdad, aunque
políticamente incorrecta. Lo más patético de todo es que Jesús no está presente
en ninguno de los preparativos de la cena de Nochebuena. A Dios gracias que Él
sí nos tuvo presentes en el mismo momento que decidió buscar lo que se había
perdido: nosotros, tú y yo.
«El Espíritu del SEÑOR está sobre mí, porque me ha ungido para llevar la Buena Noticia a los pobres. Me ha enviado a proclamar que los cautivos serán liberados, que los ciegos verán, que los oprimidos serán puestos en libertad, y que ha llegado el tiempo del favor del SEÑOR» (Lucas 4:18-19)
Jesús vino a por los pobres, a por los cautivos, a por los
ciegos y a por los oprimidos. Este último grupo es el final de esta serie
navideña. En una sociedad que se jacta de las libertades ganadas históricamente
decir que se vive bajo opresión es cuanto menos, irrisorio. Pero no te rías tan
pronto, querido lector, porque las evidencias quitarían desde la más leve
sonrisa a la más pronunciada carcajada del rostro.
La opresión que sufrimos va desde la más leve insinuación, a
la más corrupta de las imposiciones. Hay una campaña publicitaria en televisión
que, encima, nos da las gracias por dejarnos llevar por sus enseñanzas. Esto
refleja el lado leve de la opresión que vivimos y refleja lo fácil que resulta
esclavizarnos. En el lado corrupto está el dinero. ¡Sí, el dinero! Enaltecen la
palabra libertad y todos piensan que son libres pero intenta moverte con
libertad sin un duro en el bolsillo. Luego hablamos de libertad y terminaremos
hablando de opresión.
Todos nos hallamos en alguno de estos cuatro grupos aunque
la realidad nos lleva a vernos en los cuatro grupos. Todos somos pobres hasta
que Jesús nos da la Buena Noticia. Todos somos cautivos hasta que Jesús nos
libera. Todos estamos ciegos hasta que Jesús nos da la vista. Y todos vivimos
oprimidos hasta que Jesús nos liberta. Jesús vino a salvar lo que se había
perdido. Estás perdido porque jamás se te ha ocurrido que necesitas a Jesús en
tu vida. Estás perdido porque aunque te presente esta verdad eterna, lo más
seguro, es que la rehúses abiertamente. Tu rechazo a Jesús no hace menos verdad
tu necesidad de Él, solamente la amplifica. Jesucristo no vino porque Él te
necesita, Jesús vino porque tú le necesitas. El mensaje de la navidad se torna
duro a tus oídos: Jesús vivo por ti ya que te habías perdido, si lo rechazas
seguirás perdido por la eternidad. Por lo tanto, arrepiéntete de tus pecados y
cree en el Señor Jesucristo para salvación.
Jesús vino para decirte que estás perdido sin Él.
¡QUE DIOS TE BENDIGA!
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