¿Qué escribir cuando el mundo vive envuelto en una guerra de
la razón contra la Biblia? ¿Qué escribir cuando una mayoría ha declarado la guerra a Dios? Sí, ese es el meollo de la cuestión: las personas batallan para
derrocar a Dios del horizonte. Detrás de todo ello subsiste el pensamiento de
la libertad absoluta y Dios es una figura que se percibe como limitadora de esa
libertad que el ser humano anhela. Por supuesto, nada más allá de la realidad.
Jesús dijo: Y
conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres (Juan 8:32). Pero para
conocer la verdad y ser libres hay dos pasos previos, por lo tanto, ¡sé de qué
escribir!
Vuelves al hombre hasta ser quebrantado, y dices: Convertíos,
hijos de los hombres (Salmos 90:3)
Primer paso: Para vislumbrar, hasta el punto de entender a
Dios, se necesita la intervención de Él. Volver y decir son los verbos previos
al mensaje divino para el hombre: ¡Convertíos! Jesús proclamaba lo mismo: Arrepentíos, porque
el reino de los cielos se ha acercado (Mateo 3:2). Dios es el que
nos quebranta para que escuchemos Su voz diciéndonos: ¡Convertíos! ¡Arrepentíos!
Eso es un milagro que solo Dios puede hacer. Querido lector, si Dios no te da
la gracia de entender Su mensaje, no tienes posibilidad de salvación. Pídele
con fervor que habrá tu mente y corazón para recibir Su luz.
Segundo paso: Dios te hará entender dos cosas para que puedas
ser salvo y que Jesús las compartió con aquellos que habían creído en Él. Dijo entonces Jesús
a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra,
seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os
hará libres (Juan 8:31-32). Creer en Jesucristo y permanecer en Su
Palabra son los requisitos previos para conocer la verdad y ser libres. ¿Cómo
muestro que he creído en Jesús? Obedeciendo Sus Palabras que están en la
Biblia. Quizá demasiado sencillo para un mundo tan complejo como el nuestro.
¡El mensaje del evangelio es muy sencillo! Tan simple que hasta los niños lo
entienden plenamente.
Hay un precio que debes pagar: Poner tus miras en Jesucristo
y desechar al mundo. Jesús pagó el precio por ti, costándole la cruz. ¡Cuán
poco y ridículas se ven mis pérdidas a la sombra de la cruz! La gran tentación
es dejarse arrastrar por la marea del pensamiento humano y diluirse en ella. ¡No!
No te disuelvas en la masa. Dios te creó único e inconfundible y ellos te
enseñan que todos somos iguales: Todos debemos vestir igual, todos debemos
pensar lo mismo, todos debemos comer igual, todos debemos ser del mismo sexo…
Te seguiré, Señor.
¡QUE DIOS TE BENDIGA!
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