Reconocer es la base del cambio. Con algunas enfermedades
ocurre que algún miembro del cuerpo pierde sensibilidad y esto causa dolencias
porque el sistema nervioso no reconoce el dolor. Si no reconocemos las cosas
que están mal en nuestras vidas estamos mostrando insensibilidad. El caso
extremo son aquellas personas que creen saberlo todo y creen que todo lo hacen
bien. No reconocer las propias carencias es muestra de insensibilidad.
En la actualidad hay muchos recursos de autoayuda en las
diferentes redes sociales que intentan “educarnos” para que avancemos como
personas en las cuestiones de administrar el tiempo, los recursos, el ocio, los
sentimientos, la salud, etc. Dejando a un lado la cuestión de si esas
herramientas son de más o menos calidad, no sirven para nada si no hay un
reconocimiento previo de una carencia en algún área de la vida. Un ejemplo: Si se
es desordenado pero se es “feliz” así, no se reconocerá la importancia del
orden, y así en cada ámbito del quehacer diario.
Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero. (1 Timoteo 1:15)
El apóstol Pablo se dio perfecta cuenta de su necesidad más
imperiosa y fue humilde haciendo el cambio. Así de sencillo. Reconocer entra en
el ámbito de la humildad cuando lleva al cambio genuino. Pablo reconoció el
tamaño de su pecado colocándose a la cabeza de la fila de los pecadores. Indiscutiblemente
no conoció a Hitler pero si lo hubiese conocido, no hubiese cambiado su
posición en la cola de pecadores, manteniendo el primer lugar.
Si no reconocemos que somos pecadores y nos arrepentimos
creyendo en Jesús, no hay salvación posible. Jesús no salva a los que se creen
perfectos. Jesús salva a los que reconocen el tamaño infinito de su pecado y se
ponen a la cola de los pecadores para recibir perdón del mismo Dios. El cielo
está lleno de pecadores que han reconocido sus carencias y han recibido por fe
la salvación de Jesucristo al creer que Él es la única esperanza y solución. La
cruz donde murió Cristo es una carta de reconocimiento de Dios en cuanto a
nuestra necesidad de salvación.
Ponte a la cola.
¡QUE DIOS TE BENDIGA!
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