¡Cuántos rodeos damos a veces para encontrar la verdadera
solución! Pareciera como si fuese fácil distraernos. Esta sociedad nos ofrece
placebos de todo tipo que son, eso mismo, placebos que no sirven absolutamente
para nada de nada. Puede que la sugestión, nuestra propia fe en algo o alguien
o las simples ganas de asirnos a un clavo ardiendo den por el momento
resultados positivos en nuestro estado anímico. Pero solamente son momentos que
más tarde o más temprano nos devuelven, a veces con creces, al estado
depresivo, mal humorado o solitario del principio. ¡Todo por dar rodeos!
Hoy he leído este texto publicitario: “Si te duele el
estómago, vas al médico. Si te duelen las muelas, vas al dentista. Si te duele
la espalda, vas al fisioterapeuta. ¿A quién vas cuando lo que te duele son tus
pensamientos, tus emociones el alma o el corazón? IR AL PSICÓLOGO NO ES ESTAR
LOCO, IR AL PSICÓLOGO ES CUIDAR DE TU SALUD.”
Cierto que muchas veces necesitamos ayuda de los
profesionales de la psicología. No seré yo el que diga lo contrario. Lo que si
estoy asegurando es que ir al psicólogo puede resultar un placebo, o cuando
menos, una distracción para encontrar la ayuda necesaria y quién nos la puede
proporcionar. Todo lo que no cumpla la condición de ayuda idónea y definitiva
es el opio del pueblo. Puede ser la religión pero también la política, la droga, el prestigio, etc.…
cosas que al bueno de Marx se le pasaron por alto como opio. De hecho, al
psicólogo se le caricaturiza como un extravagante de ojos saltones y aquejado
por los mismos males que sus pacientes (cosas del cine… o no…). Dejar la vida emocional
en manos de un igual podría ser un poco absurdo, ¿no te parece?
Hay camino que al hombre le parece derecho; Pero su fin es camino de muerte. (Proverbios 14:12)
Salomón, que no siempre fue tan sabio, se descarrió
sufriendo las consecuencias de sus desatinos. Al final reconoció que aunque
ciertas cuestiones le parecían buenas, no lo eran. En ese camino nos
encontramos tú y yo, querido lector. Tomamos decisiones equivocadas
continuamente hasta que comprobamos que nos han conducido al mismo lugar, o a
otro peor. Yo dejé de dar rodeos y fui a Jesucristo. Él no falla porque Su
camino es recto y Su senda vida. La rectitud y la vida no son consustanciales a
la naturaleza humana por eso buscamos y buscamos quien nos alivie la carga. El Camino
derecho y la Senda de vida es la naturaleza de Cristo, por esa razón Él tiene
la facultad de sanarnos los dolores del pensamiento, las emociones del alma o
del corazón. Cree en Jesús que te amó de tal manera que dio Su vida en una cruz
para rescatarte y, sin rodeos, llevarte ante el Padre. Comienza una nueva etapa
de tu vida yendo a Jesucristo, que no es una locura, sino cuidar de tu vida
eterna. La publicidad trata de sacarte los cuartos, Jesucristo lo dio todo por
ti.
No tomes más rodeos, ataja.
¡QUE DIOS TE BENDIGA!
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