Qué poca justicia real, qué poco amor por la misericordia y qué
poca humildad ante Dios veo en la época que nos ha tocado transitar. Todos los estamentos sociales,
absolutamente todos, carecen de esas tres virtudes. La desvergüenza
descarada de la clase política que se ejemplifica en sus lenguas mentirosas y
su sed insaciable de poder es escandalosa. Las clases altas extorsionan a las
medias para aprovecharse y sacar más rédito a sus, muchas veces, ilegales
transacciones. La clase trabajadora sueña con subir un peldaño para imitar al
final a los que los avasallaron.
Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno, y qué pide el Señor de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios. (Miqueas 6:8)
Mientras tanto Dios nos ha trasmitido desde antaño lo que
pide de nosotros: justicia, misericordia y humildad. Justicia para resolver los
problemas entre los hombres; misericordia para amarnos unos a otros; humildad
para tener una correcta amistad con Dios. La pregunta es: ¿Eres justo en tus
dictámenes, misericordioso con tus prójimos y humilde ante Dios? Si la
respuesta es sí, enhorabuena. Dios te recompensará. Si la respuesta es no,
estás en graves problemas. Tú mismo te condenas.
Dios se hizo hombre en Jesucristo con el fin de instaurar Su
justicia, misericordia y humildad hacia el hombre. Fue el acto de justicia más
elevado de la historia que Jesús padeciese en una cruz porque no había nadie en
todo el universo apto para hacerlo; fue el acto de misericordia más grande de
la historia, el sin pecado sacrificándose por los pecadores; fue el acto de
humildad más glorioso de la historia porque Dios, siendo Dios, se humilló
haciéndose hombre. Como puedes observar Dios va por delante de nosotros. Él
puede pedir que seamos justos, misericordiosos y humildes no sólo porque es
Dios sino también porque Él mismo fue justo, misericordioso y humilde. La balanza de la imagen izquierda nos recuerda a la cruz y cómo Dios hizo justicia, misericordia y humildad en tu favor. Haz lo
que Dios te pide y serás salvo.
Ya sabes qué hacer.
¡QUE DIOS TE BENDIGA!
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