sábado, 14 de marzo de 2020

Indefensos


Hoy ha sido un día atípico para hacer las compras de la semana. Mi esposa y yo hemos comprobado de primera mano las escenas que tanto gustan de mostrar los diferentes medios. Me imagino que se teme lo peor y cada cual intenta auto protegerse ante cualquier adversidad. Eso es lícito. Nosotros, en cambio, no hemos imitado a la masa como si el mundo se fuese acabar mañana. Eso está en manos de Dios. Nuestra compra ha sido la necesaria para la semana, como siempre. La indefensión que cada persona siente frente a la sociedad, la política, la enfermedad y la muerte los hace actuar de maneras dramáticas, rayando lo ridículo. La fe del cristiano se pone a prueba. El rey David resumió el por qué de la indefensión de la humanidad: Estos confían en carros, y aquéllos en caballos; Mas nosotros del nombre del Señor nuestro Dios tendremos memoria (Salmos 20:7). El que pone su esperanza en lo perecedero y no en Dios acabará indefenso. Ellos confían en ellos mismos y se olvidan de Dios.
Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. (Mateo 6:33)
Veo a otros países ante dificultades y sus ciudadanos se arrodillan buscando a Dios. Por desgracia, en España eso dicta mucho de ser realidad. NADIE BUSCA A DIOS prioritariamente, desesperadamente. Mientras tengan carros y caballos, mientras se sientas dioses, Dios queda fuera del juego… y Dios lo sabe. Es por eso que la petición de Jesús a Sus discípulos es exclusiva para ellos, al igual que la promesa. “Buscadme antes que nada, hijos míos, y os abasteceré de todo lo necesario”, afirma Jesucristo. ¡Creyente, aférrate a esa VERDAD! ¡Inconverso, confía en CRISTO! Deja de descansar en tu valía porque realmente estas indefenso ante un Dios enojado contra ti por causa de tu pecado. ¡Sí, airado contra ti! Tu destino eterno es un merecido infierno donde ya no tendrás posibilidad de salvación. Las promesas de Dios se habrán acabado para ti.

Tienes una puerta de escape para pasar de la indefensión a la seguridad. La Puerta se llama JESUCRISTO. Él recibió el castigo de la Ira de Dios que tú y yo merecíamos al dar con sus huesos en una infame cruz. Ni la sociedad, ni los políticos, ni los médicos te librarán de la enfermedad, la muerte y del juicio de Dios. Tu prioridad debe ser librarte de la Ira de Dios y Su juicio. Su juicio es una plaga eterna. Ahora es el momento de que pidas perdón a Dios por tus pecados, creas en Jesucristo y te aferres a Él para llegar a buen puerto, la eternidad a Su lado.

¿En quién confías?

¡QUE DIOS TE BENDIGA!

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