Hoy ha sido un día atípico para hacer las compras de la
semana. Mi esposa y yo hemos comprobado de primera mano las escenas que tanto
gustan de mostrar los diferentes medios. Me imagino que se teme lo peor y cada
cual intenta auto protegerse ante cualquier adversidad. Eso es lícito. Nosotros,
en cambio, no hemos imitado a la masa como si el mundo se fuese acabar mañana. Eso
está en manos de Dios. Nuestra compra ha sido la necesaria para la semana, como
siempre. La indefensión que cada persona siente frente a la sociedad, la
política, la enfermedad y la muerte los hace actuar de maneras dramáticas,
rayando lo ridículo. La fe del cristiano se pone a prueba. El rey David resumió
el por qué de la indefensión de la humanidad: Estos confían en carros, y aquéllos en
caballos; Mas nosotros del nombre del Señor nuestro Dios tendremos memoria (Salmos
20:7). El que pone su esperanza en lo perecedero y no en Dios
acabará indefenso. Ellos confían en ellos mismos y se olvidan de Dios.
Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. (Mateo 6:33)
Veo a otros países ante dificultades y sus ciudadanos se
arrodillan buscando a Dios. Por desgracia, en España eso dicta mucho de ser
realidad. NADIE BUSCA A DIOS prioritariamente, desesperadamente. Mientras
tengan carros y caballos, mientras se sientas dioses, Dios queda fuera del
juego… y Dios lo sabe. Es por eso que la petición de Jesús a Sus discípulos es
exclusiva para ellos, al igual que la promesa. “Buscadme antes que nada, hijos
míos, y os abasteceré de todo lo necesario”, afirma Jesucristo. ¡Creyente, aférrate
a esa VERDAD! ¡Inconverso, confía en CRISTO! Deja de descansar en tu valía
porque realmente estas indefenso ante un Dios enojado contra ti por causa de tu
pecado. ¡Sí, airado contra ti! Tu destino eterno es un merecido infierno donde
ya no tendrás posibilidad de salvación. Las promesas de Dios se habrán acabado
para ti.
Tienes una puerta de escape para pasar de la indefensión a
la seguridad. La Puerta se llama JESUCRISTO. Él recibió el castigo de la Ira de
Dios que tú y yo merecíamos al dar con sus huesos en una infame cruz. Ni la
sociedad, ni los políticos, ni los médicos te librarán de la enfermedad, la muerte
y del juicio de Dios. Tu prioridad debe ser librarte de la Ira de Dios y Su
juicio. Su juicio es una plaga eterna. Ahora es el momento de que pidas perdón
a Dios por tus pecados, creas en Jesucristo y te aferres a Él para llegar a
buen puerto, la eternidad a Su lado.
¿En quién confías?
¡QUE DIOS TE BENDIGA!
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