Primer Alimento Natural. Así es la descripción que algunos
dan al pan. En la sociedad que vivimos no imaginamos nuestras opulentas comidas
sin el añadido del pan. Comemos pan con cualquier cosa, a cualquier hora y con
cualquier pretexto. Tenemos tal “vicio” con el pan que nos parece un
despropósito comer algo sin acompañarlo con pan. El pan nuestro de cada día se
ha convertido en el pan nuestro de cada momento. La contrapartida es que no a
todos sienta bien el pan, mejor dicho el gluten que contiene el pan y otros al
propio grano de trigo. No sé si será la forma de sembrar, la elaboración
industrial o vaya usted a saber… el caso es que a todos no nos cae igual el
pan.
Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere
de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo
daré por la vida del mundo. (Juan 6:51)
Jesús se nos presenta como el Pan Vivo procedente del Cielo,
Su morada. ¿Por qué tuvo que visitarnos? ¿Es que necesitamos de Él? ¿Tú le
pediste que descendiera? ¡Yo no!... por desgracia. Vivía tan a mi aire, tan
inconscientemente feliz o infeliz, que no me daba cuenta de mi falta de Él, el
Pan Vivo. Tuvo que viajar aquí porque lo necesitamos. Él es el Pan que a todos
sienta bien, sin adulteraciones de la elaboración humana. Lo necesitamos porque
estamos perdidos a causa de nuestra testaruda manera de vivir. Dios llama a esa
actitud pecado. ¡Qué demostración de amor! Jesús vino a nosotros con la
finalidad de alimentarnos espiritualmente, dándose asimismo en una cruz, aunque
nosotros, en nuestra ignorancia, lo aborrecimos. ¡Solo de Dios puede venir un
amor igual!
El pan que comemos nos aporta ciertos nutrientes que tenemos
que suplementar con diferentes alimentos. Podemos lucir una salud impecable o
una malnutrición debido a nuestras costumbres alimenticias, pero al final todos
moriremos. Jesús nos dice que la solución es comerlo a Él ¡Sí! Comerlo a Él
para que vivamos para siempre. Cuando Jesús entregó Su vida clavado en una cruz
lo hacía para que podamos tener vida eterna por medio de Su sacrificio. Comer
Su Carne (Pan) es asirnos a Su sacrificio por fe, reconociendo nuestros pecados
y arrepintiéndonos de corazón comenzar a vivir en el propósito de Dios para
cada uno: honrarlo y servirlo.
Si no comes a Jesús, el Pan Vivo que descendió del Cielo,
estás rechazando una vez más al mismo Dios y a Su Soberanía sobre tu vida. Un
día te presentarás ante Dios y aunque hayas sido la persona más buena sobre la
tierra, si no has creído en Jesucristo como el Pan Vivo que te ofreció ser
eternamente salvo, nada te valdrá para ser eternamente condenado.
Puro Amor Natural.
¡QUE DIOS TE BENDIGA!