La actuación del malo
El malo, en la Biblia, es lo opuesto al justo. El malo es
aquel que es contrario a la justicia de Dios de forma consciente, al punto de
llegar a odiar a Dios y a los justos, los cristianos. Por consiguiente, el malo
es el pecador que sigue esclavizado a su naturaleza caída, viviendo al margen
de la ley de Dios.
El malo actúa usando sus armas contra los justos (11:2). La
descripción nos hace percibir una trama muy bien pensada y meditada. El malo es
muy consciente de su maldad. Ni siquiera desea el protagonismo, por eso su
ardid lo lleva a cabo en “lo oculto” donde nadie lo ve. Sus flechas van
destinadas a los “rectos de corazón”, es decir, los justos. El Cristianismo
está en el punto de mira del malo. Cuando quieren quitar a Dios de la ecuación
se acogen a la ciencia inventando la evolución, que no es otra cosa que
ningunear a Dios y al ser humano. Cuando ven que con esas no pueden, se acogen
a los sentimientos volubles de la humanidad, inventando la ideología de género
que promueve el “no me siento bien con mi cuerpo”. De igual forma ningunean a
Dios y al ser humano que tiene la imagen de Dios. Son camaleónicos en esencia.
Usar sus armas contra los justos distingue al malo.
Además, el malo actúa mintiendo a todos de forma aduladora
e hipócrita (12:2). Hace mucho que la
mentira quedó como un pecado venial. Un pecadillo sin importancia. Socialmente
está bien visto pues de esa forma todos quedan bien con todos, aunque se odien
a muerte y no se puedan ver. Cuando menos lo espera el justo se encuentra con
un puñal clavado en la espalda de alguien que momentos antes lo había ensalzado
exageradamente. Las mayores puñaladas las he recibido de personas que me reían
las gracias de forma ostentosa, para al cabo de un tiempo experimentar su odio
y rechazo. Preferible es oír la verdad, en amor, que las risas del que te odia.
El malo por definición odia al justo, por consiguiente, hará todo lo posible
con sus palabras para ganarlo y después desecharlo. Valerse de la mentira
aduladora e hipócrita distingue al malo.
Otra característica que distingue al malo es su uso de la
libertad de expresión con libertinaje (12:4). En la NTV se lee «Mintamos todo
lo que queramos —dicen —. Son nuestros los labios; ¿quién puede detenernos?».
Ver una sesión parlamentaria, una entrevista televisiva o una simple opinión
callejera, venga de quien venga, tiene tintes libertinos. No hay cortapisas
morales para lanzar opiniones. “Si no sé algo, lo invento”, como dirían los
pedantes. El malo miente de forma consciente y pretenciosa. Consciente porque
sabe que es mentira, y se cree su propia mentira. Pretenciosa porque desea
arrastrar a todos con su mentira, especialmente a los justos. El libertinaje
mentiroso distingue a los malos.
Una aclaración: Los justos a veces se comportan como los
malos pero ellos, a diferencia de los malos, buscan el perdón y la
restauración. Recapitulando: El uso de sus armas ocultas, la mentira aduladora
e hipócrita y el libertinaje sin fronteras contra el justo, distingue al malo.
¿Veis la diferencia? El justo pide salvación para el malo y el malo pide
perdición para el justo.
¿Eres tú como el malo?
¡QUE DIOS TE BENDIGA!