Un joven negociante paseaba una
tarde de verano por la orilla del mar cuando divisó a un pescador
tranquilamente lanzando su caña de pescar. Lo observó de cerca varios minutos y
notó la habilidad con la que el pescador pescaba. No pudo resistirse y después
de las presentaciones de rigor le dijo:
- "Vengo observando desde
hace unos minutos su extraordinario arte con la caña".
- "No es nada, muchacho,
simplemente práctica", intentó el pescador restarse importancia.
- "¿Ha pensado alguna vez
sacarle partido económico a su destreza?" Inquirió el joven.
- "¿Para qué?"
- "Para vivir mejor".
- "¿Vivir mejor? A ver, a
ver... explíqueme joven".
- "De acuerdo, le
explico". El joven se arremangó, se sentó al lado del pescador y comenzó
su disertación.
- "Verá, es muy sencillo. Si
usted vendiese lo que pesca y ahorra una parte pronto conseguirá una barca que
le permitirá ir mar a dentro donde la pesca es más abundante. De esta forma
podrá ahorrar más y comprar un barco mayor con lo cual las ganancias se
multiplicarían. El siguiente paso es tener una pequeña flota de barcos y ahí es
cuando..."
- "¿Cuándo qué?",
preguntó el pescador al entusiasmado negociante parándolo súbitamente.
- "¡Cuando podrá disfrutar
de una vida tranquila y sosegada!"
- Joven ¡ESO ES LO QUE ESTOY
HACIENDO!
Hay caminos que al hombre le parecen rectos, pero que acaban por ser caminos de muerte. (Proverbios 14:12)
Ya van casi seis millones de
parados en España. Los desmanes de otros los estamos pagando los unos. El
pelotazo (un buen golpe al balón) de los
ochenta hasta que comenzó esta crisis injusta se ha convertido en el pepinazo
(un pelotazo extraviado). El ansia viva, como diría el cómico José Mota, por
tener más y más nos esquilma. Con motivo y animados por la crisis muchos están
volviendo a sus raíces, a sus principios. Han recordado como sus ancestros
vivían y quieren imitarlos. ¿Es posible ir de vuelta al campo?
El caso curioso es que hay
pululando por ahí muchos jóvenes negociantes que solo buscan dónde podría haber
negocio. A todos nos suenan expresiones como "economía sostenible",
"productos ecológicos", "reciclaje", "ahorro
energético", "casas rurales", "zona libre de humos", "consumo
responsable", "productos light", "dietas anti-estrés",
etc. Todo lo convertimos en "denominación de origen". Todo lo
etiquetamos, cambiamos y explotamos como si lo hubiésemos inventado para luego
intentar "volver al campo", a los orígenes donde parece que todo era
más sencillo y fácil.
Lo que ya ha acontecido volverá a acontecer; lo que ya se ha hecho se volverá a hacer ¡y no hay nada nuevo bajo el sol! (Eclesiastés 1:9)
Querido lector, tendemos a
complicarlo todo. No estoy diciendo nada en contra de tener sueños y llevarlos
a cabo. Lo que trato de compartir es que olvidamos lo que realmente es
necesario para vivir quieta y plácidamente cambiándolo de forma disparatada por
cosas que atan y esclavizan. Por el sueño de vivir vidas felices en una rueda
sin fin perdemos el sueño que nos da fuerzas. Esto mismo le ocurrió al hijo
pródigo de la archiconocida parábola bíblica. Puedes leerla entera en el libro
de Lucas 15:11-32.
Esta historia que Jesús narra se
aplica a nosotros como anillo al dedo. Somos el hijo pródigo que por creer que
lejos de Dios se vive mejor nos fuimos a otro lugar. Malgastamos la vida que
Dios nos dio en cosas que son perecederas que quitan la paz y matan el alma. Cuando
la podredumbre lo ahogó recordó a su Padre decidiendo volver con Él y pedirle
perdón por su pifia. Lo maravilloso de la historia es que el Padre, sin tener
por qué, lo recibió nuevamente y le devolvió la honra y dignidad que perdió al
marcharse.
¿Por qué no todos regresan a
Dios? Porque todos no experimentan el ahogo de la podredumbre. Parecen vivir
felices con el rol que la vida les ha dado viviendo dentro de un sistema que
los tiene pillados y adormecidos. Muchos despiertan del letargo y van de vuelta
a sus orígenes: Dios. Él, por la muerte y resurrección de Jesucristo, ha
provisto el medio eficaz para volver al Padre. Querido lector, vuelve a Dios.
Si estás en un callejón sin salida Él quiere darte paz al corazón. Si te
arrepientes de tus pecados y crees en Jesucristo como único Salvador y Señor
regresarás a la vida para la cual has sido creado: disfrutar de comunión íntima
con Dios.
Si en algo se diferencia el
cristianismo de las demás religiones del mundo es que es una relación con Dios
y no una religión. La religión es una etiqueta, un complicarlo todo, un
negocio, un rodeo que no lleva a ninguna parte. La religión es una institución
humana que demanda de cada uno cumplimiento de normas asfixiantes. El
cristianismo es una Persona, CRISTO, que da amor incondicional al que cree.
El sabio pescador de nuestra
historia eligió lo mejor. ¿Para qué complicarse la vida si, al final, iba a
conseguir lo que ya tenía? ¿Para qué los quebraderos de cabeza? De vuelta al
campo es el ideal de moda. Creo que casi ya le han sacado copyright. Es que lo
creamos o no aún hay personas que se ganan la vida de lo sembrado por ellos
mismos en el campo donde los ruidos de la "civilización" no llegan.
Lo creas o no todavía hay cristianos que han preferido obedecer el llamado a
una vida comprometida con la fe en el evangelio huyendo del lastre que supone
preocuparse de lo que la moda exige. Solo se necesita lo justo para vivir pues
la vida no son las posesiones ni las posiciones sino las relaciones con los que
nos rodean. Jesús vino por amor a las personas. Más concretamente por amor a ti
y a mí. Así que la meta es bien clara:
No acumulen para sí tesoros en la tierra, donde la polilla y el óxido destruyen, y donde los ladrones se meten a robar. Más bien, acumulen para sí tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el óxido carcomen, ni los ladrones se meten a robar. Porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón. (Mateo 6:19-21)
El cristiano es aquel de vuelta
al Cielo.
¡QUE DIOS TE BENDIGA!