Hoy he presenciado una entrega de
premios literarios a alumnos de un instituto. Cada uno de los premiados leía un
trozo del texto galardonado. Un par de señoritas escribieron sobre el amor
perdido y el desconsuelo que esto provoca en la vida. Un chaval escribió algo
realmente macabro pues su obra describía la consumación de un suicidio por
parte de un joven que tenía remordimientos por sentir no estar a la altura de
los estándares del padre. El que más llamó mi atención fue el más joven de los
concursantes. Su narración mostraba el maltrato que muchos padres dan a sus
hijos verbalmente. Él describía cada insulto como piedras que se convierten en
rocas inamovibles. Es que los insultos son como piedras gigantes que hieren al
que es apedreado con ellas. Tuve la impresión que esta era la experiencia del
joven literato y que estaba abriendo su corazón. Quizá, solo quizá, con sus
amigos sea un bravucón pero cuando se sienta frente al papel reconoce el dolor
que hay en el fondo de su corazón. La Biblia nos dice algo muy importante sobre
el corazón con referencia a lo que nuestra boca dice.
El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca. (Lucas 6:45)
Cada día me convenzo más de que nadie puede disimular siempre lo que
hay en su corazón. Más tarde o más temprano saldrá como una catarata que evidenciará
lo que realmente somos, pensamos y creemos. Si en tu corazón hay bondad, saldrá
bondad, si odio, odio, si rencor, rencor, si envidia, envidia. Tu boca te
delatará. No lo digo yo. Lo dice Dios por medio de la Biblia. Otro aspecto es
si eres hombre bueno o malo; mujer buena o mala. La sentencia es que de tu
corazón saldrá maldad o bondad dependiendo de si tu tesoro es bueno o malo. A mi
modo de entender es muy lógico el pensamiento. Es que no le podemos pedir peras
al olmo, ni ciruelas al manzano. ¿De qué se está alimentando tu corazón? ¿Qué
se puede esperar de tu corazón bondad o maldad? Todo el mundo dirá: ¡BONDAD! Y aunque
esto es un bello y deseable pensamiento tenemos que revisar los estándares de
lo qué es bondad ¿Quién pone estos listones? La respuesta para mí es muy fácil:
Dios. A nuestro escritor premiado le afloraron sus íntimos deseos de justicia
frente a esas piedras maltratadoras: los insultos. ¿Si te vieras en el caso
buscarías la justicia o condenarías sin más?
Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá? (Jeremías 17:9)
El corazón es el centro de
nuestras emociones, por lo tanto, ¿crees de verdad que se le puede dar crédito
y dejarlo que campe a sus anchas? Hoy sentimos esto y mañana aquello; hoy me he
levantado de buen humor pero por la tarde estoy que muerdo. Por eso hacemos
daño tantas veces al cabo de un simple día. Por bocazas. Nuestros sentimientos,
sean cuales sean, nos traicionan y salen cual caballero andante en nuestro
rescate y de esa forma asaetear al enemigo que tenemos delante y que resulta
ser nuestro semejante con sentimientos y dignidad como tú y yo.
Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; Porque de él mana la vida. (Proverbios 4:23)
Es cuestión, querido lector, de
convertirse en un centinela que vele por los intereses de la vida. De tu
corazón brota tu vida, y nunca mejor dicho. ¡Ay! Si el corazón dejase de latir.
¡Ay! Si la depresión y el desánimo alcanzasen la vida. ¡Ay! Del corazón de
carne que se ha convertido en piedra.
Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días malos, y lleguen los años de los cuales digas: No tengo en ellos contentamiento; antes que se oscurezca el sol, y la luz, y la luna y las estrellas, y vuelvan las nubes tras la lluvia; cuando temblarán los guardas de la casa, y se encorvarán los hombres fuertes, y cesarán las muelas porque han disminuido, y se oscurecerán los que miran por las ventanas; y las puertas de afuera se cerrarán, por lo bajo del ruido de la muela; cuando se levantará a la voz del ave, y todas las hijas del canto serán abatidas; cuando también temerán de lo que es alto, y habrá terrores en el camino; y florecerá el almendro, y la langosta será una carga, y se perderá el apetito; porque el hombre va a su morada eterna, y los endechadores andarán alrededor por las calles; antes que la cadena de plata se quiebre, y se rompa el cuenco de oro, y el cántaro se quiebre junto a la fuente, y la rueda sea rota sobre el pozo; y el polvo vuelva a la tierra, como era, y el espíritu vuelva a Dios que lo dio. Vanidad de vanidades, dijo el Predicador, todo es vanidad. (Eclesiastés 12:1-8)
¡Acuérdate de Dios ahora que tu
corazón no es aun piedra dura! Cuando roca impenetrable tu esperanza de obtener
un corazón bueno es casi nula. Todos hemos observado lo imposible de convencer
de alguien de edad avanzada. Se mantienen en sus trece aunque estén
equivocados. Esto te pasará a ti también si no dejas que actúe la obra sanadora
de Dios en tu vida. Yo estoy en el proceso de curación. ¿Cómo? Un buen día
conocí de forma personal a Jesús. Desde entonces, y ha llovido bastante, no
cambio Su trato en mi vida por nada. Me di cuenta de que mi corazón estaba
alejado de Él pues no producía bondad de forma natural solo había pozos de
amargura. Me arrepentí de mis pecados como parte del proceso de acercarme a
Dios. Creí en Jesús como mi Señor y Salvador. Su obra en la cruz me valió para
volver a reconciliarme con Dios. Yo tenía que haber estado en esa cruz pero
Jesús, por amor a mí, sufrió la condena que me pertenecía. ¡ALELUYA!
Querido amigo, que quizá me lees
desde hace tiempo, o quizá pasas por aquí de soslayo, párate, detente, stop y
medita seriamente en que tu corazón no es la medida de las cosas sino de qué lo
que lo llenas. Llénalo de la Verdad de Jesucristo y el pondrá en ti un corazón
de carne para que tengas vida fructífera. Dile como el salmista:
Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, Y renueva un espíritu recto dentro de mí. (Salmos 51:10)
El corazón es engañoso.
¡QUE DIOS TE BENDIGA!