Este mundo, el nuestro, sigue convulso. Todos los días te encuentras
noticias de lo convulso que está. Cada día estoy más convencido de que nos
falta un tornillo...o dos. Cuando estudiaba en la escuela primaria el maestro
de sociales comentó que la historia es la sucesión de clases, es decir, la
clase trabajadora ya no aguanta más y defenestra a la clase dirigente. Después,
la clase dirigente pasa a ser clase obrera y la clase obrera pasa a ser
dirigente. La primera (la que se convirtió en obrera) cuando llega a estar
hasta las narices machaca a la que se ha convertido en dirigente. Y así la
historia se repite en un ciclo eterno. Desde que el mundo es mundo, por
desgracia, no han faltado guerras. Las guerras son la demostración a gran
escala de lo que hay en cada ser humano y hasta dónde podemos llegar si nos
dejan. La paz en nuestro planeta es una utopía. Jesús sabía de esto porque el
hombre decidió desobedecer a Dios pecando y desde entonces el problema es que
en el corazón del ser humano no hay paz. Jesús dijo a sus discípulos: "La
paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe
vuestro corazón, ni tenga miedo." (Juan 14:27)
El mensaje de Jesús ha causado conflictos en el pasado y sigue
Sí, el evangelio con todo lo que conlleva ha traído
divisiones en hogares, pueblos y naciones. Entonces, te preguntarás, querido
lector ¿De qué paz me está hablando Jesús? Jesús te habla de la paz del corazón
que es aquella paz que tiene plena certeza y confianza en Aquel del que salen
esas palabras ¡JESÚS! Él les estaba prometiendo a sus discípulos una esperanza
eterna en el Cielo porque todo lo que aquí acontece es pasajero y nuestra vida,
que es como una gota de agua en medio del océano puede tener paz en que un día,
si ha confiado en Jesucristo, morará junto a Él en el Cielo. ¿Has, siquiera,
soñado con una paz como esa? Saber que esto, por muy mal que esté, es pasajero,
trae paz al corazón.
Es como la mujer que está de parto sufriendo dolores y pasando por
sentimientos contradictorios que solamente ella sería capaz de explicar. Pero
algo extraordinario le sucede cuando ve por primera vez a su bebé. De pronto,
sucede un milagro, ha olvidado los dolores que la aquejaban; solo hay felicidad
en su rostro y un sentimiento profundo y duradero de que ha valido la pena todo
el sufrimiento anterior quedando este velado por la felicidad de ser madre. Por
la vida hemos pasado por vicisitudes, estamos pasando y pasaremos, no te quepa
la menor duda pero hay que mirar más allá. Hay que mirar al dador de paz,
Jesús. Te invito a que escuches esta canción que habla de paz, paz en medio de
las tormentas de la vida.
Antes apunté que para obtener
esta paz inigualable es necesario confiar plenamente en Jesús. ¿Cómo se
demuestra esta confianza plena? Creyendo en la obra de salvación que Cristo
vino a hacer por ti y arrepintiéndote de los pecados que has cometido por vivir
alejado de Dios. La vida tiene sus sinsabores, sé que no te digo nada nuevo,
pero no sé cómo te las apañas para amainar los vientos contrarios de la vida,
lo que sí sé es que desde que tengo a Cristo en mi vida, y ya son unos cuantos
años, no cambio ni un átomo por nada mi decisión de seguirlo. Es impensable
para mí otra forma de vida, es más, me dan escalofríos solo de pensarlo. Vivir
sin esperanza es lo más terrible que te pueda pasar y la desesperanza es falta
de paz en lo más profundo del corazón. Jesús vino a darte salvación y de esta
forma reconciliarte con Dios. El pecado trae como consecuencia separación de
Dios. La ira del mismo Dios apunta contra todo aquel que vive de espaldas a Su
voluntad. Jesús vino a ocupar el lugar que a ti y a mí nos correspondía: la
muerte que es la única forma de pago ante el pecado cometido contra Dios y
nosotros ni con nuestra muerte podíamos pagar el delito. El amor de Dios por
nosotros hizo que pidiera a Su Hijo Jesús que tomara ese lugar y pagara por
nuestros pecados. Si quieres ir al Cielo debes haber cumplido con los Diez
Mandamientos y si has fallado en alguno ya no puedes ir directamente al Cielo,
necesitas que Jesús te salve. Cree en Jesús y arrepiéntete de tus pecados
delante de Dios. La infracción no satisfecha está a la espera de juicio y así
estás, a la espera de juicio, si rechazas la salvación que Jesús te ofrece
amorosamente.
La paz que la sociedad nos ofrece es tan frágil como una pompa de
jabón. Cuanto más avanza la tecnología, la cultura, los recursos y las
oportunidades más falta de paz hay en el corazón que se muestra en las
chequeras de psiquiatras y psicólogos. Los medicamentos para los trastornos
mentales son muy lucrativos y, por lo tanto, se lucha contra el síntoma y no
contra lo que lo provoca: la desazón del corazón de la persona. Jesús no vino a
cambiar a la sociedad, vino a cambiar el corazón trastornado del hombre. Aquel
que quiera cambiar el mundo debe comenzar por mirarse al espejo y cambiar
primero su corazón. La mala noticia es que por ti mismo no puedes cambiarlo
pues estás incapacitado para ello y la buena noticia es que Jesús sí puede
cambiar tu corazón desde lo profundo. Quiera Dios iluminar tus ojos
espirituales para que tu corazón clame por la magnífica salvación que trae paz
a tu corazón en medio de la tormenta.
Paz es Jesús.
¡QUE DIOS TE BENDIGA!
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