Hasta ayer no sabía lo que era rezar una novena. No soy
católico, por lo tanto, no estoy obligado, por así decirlo, a saberlo. El caso
es que llamó mi atención la conversación telefónica que una señora mantenía con
otra señora por el móvil justo a mi espalda. Ella, la que estaba a espaldas
mía, convencía a la otra de las bondades de rezarle a, literalmente, una imagen
de la virgen. “La virgen tiene muchos nombres, pero es una sola”‒afirmaba a su amiga al
otro lado del móvil. Prosiguió diciendo “Yo estoy rezando una novena para
recibir algo”. Me rechinaron los oídos pues el “yo hago para que Dios me dé”
está totalmente en contra del espíritu de la Biblia.
Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. (Efesios 2:8-9)
No hay absolutamente nada que podamos hacer para que Dios se
mueva por nosotros. A Dios no le impresiona lo más mínimo nuestro pavoneo, es
más, ni siquiera los necesita. ¿Realmente esa señora cree que por hacer un
sacrificio de nueve días de rezos Dios obrará el milagro? Por desgracia, sí lo
cree. Dios no atiende a lo que sale por los labios si el corazón está muy lejos
de Él. Se puede ser sincero, yo no dudo que esa señora lo sea, pero se puede
estar sinceramente equivocado. Ese es el caso de esta buena mujer sinceramente
devota.
Dios solo atiende a las personas que previamente han creído
en Jesucristo confiando en Él como Salvador y Señor. Ese es el punto de inflexión
que mueve el corazón de Dios a escuchar nuestras oraciones y lo hace por amor
al sacrificio de Su Hijo en la cruz en defensa nuestra. Ningún mérito humano ya
se a actos de bondad, rezos, sacrificios, experiencia, habilidad, títulos,
etc., pueden comprar el favor de Dios. Solo Jesús pudo comprar el favor de Dios
con Su sangre vertida en la cruz en pago por nuestros pecados. Cree en
Jesucristo y estudia la Biblia en ella encontrarás la verdad, librándote de la
superchería de las vanas repeticiones.
Ora a Dios directamente.
¡QUE DIOS TE BENDIGA!