sábado, 25 de julio de 2020

Me Defendió

Hitler denominaba a Martin Niehmoller como su «prisionero particular». Niehmoller fue un pastor evangélico oponente al régimen Nazi que provocó la ira de Hitler. El rédito que pagó el pastor Niehmoller por declarar la verdad sobre el partido Nazi lo llevó a ser encarcelado en un campo de concentración hasta el final de la guerra en 1945. Su experiencia la plasmó por medio de una poesía.

Primero vinieron a buscar a los comunistas, y yo no dije nada, porque yo no era comunista.
Luego vinieron a buscar a los sindicalistas, y yo no dije nada, porque yo no era sindicalista.
Luego vinieron a buscar a los judíos, y yo no dije nada, porque yo no era judío.
Luego vinieron a buscarme, y no quedaba nadie que pudiera hablar por mí.[1]

Cerca de la hora novena, Jesús clamó a gran voz, diciendo: Elí, Elí, ¿lama sabactani? Esto es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? (Mateo 27:46)

Jamás hubo una persona más indefensa y sola que Jesús en la cruz, como muestra Su grito desgarrador. ¡Hasta Su Padre le dio la espalda en ese trágico momento! La razón de Su soledad absoluta no la provocó Su vida santa o haberse auto proclamado Dios ni siquiera su oposición a los religiosos de la época. Su soledad la provocó una férrea disposición a defendernos ante el Padre. Si Niehmoller pagó sobradamente su tesón por defender a los maltratados por el nacismo, Jesús pagó infinitamente su disposición por defender a unos pobres pecadores como nosotros. Niehmoller no pagó con su vida sus “fechorías” contra el poder pero Jesús pagó con Su vida los pecados de toda la humanidad. Niehmoller falleció como está establecido para el ser humano mientras que Jesús resucitó porque ni la muerte puede vencerlo.

Querido lector, no busques a nadie que te defienda en medio de esta sociedad egoísta. De hecho, todos los males que experimentamos día a día son directamente provocados para dejarnos indefensos. Recuerdo aquellas dos abogadas que se dedicaban a la mediación y me afirmaron que no había justicia allí donde se supone que debía de impartirse, en los Tribunales. La razón es doble: la ley humana es imperfecta y, sobre todo, nadie queda totalmente satisfecho con el dictamen del juez. Creo que por eso mismo Jesucristo, el Juez Supremo, nos defendió como Abogado y nos sentenció como Juez en la cruz. Como Abogado, no encontraremos una defensa mejor y como Juez, no hallaremos una Justicia tan imparcial y perfecta. ¡En Cristo si hay Justicia! Él desea defenderte para que salgas absuelto de tus pecados. Cree en Jesús, tú única defensa y salvación. Arrepiéntete de tus pecados ante Dios y serás eternamente salvo. De lo contrario, te quedas indefenso eternamente.

Jesús me defendió.

¡QUE DIOS TE BENDIGA!


 [1] César Vidal, Más que un rabino. La vida y enseñanzas de Jesús el judío (Nashville, TN: B&H, 2020), 108-109.

sábado, 18 de julio de 2020

Fuego Exculpatorio


Esconder la culpa es una faceta intrínseca del ser humano que imita el patrón ancestral de nuestros primeros padres, Adán y Eva. Ellos intentaron tapar su culpa detrás de hojas y descargándola unos contra otros. Esta semana hemos contemplado como los oligarcas de España han pretendido solventar su culpa, por la mala gestión de la pandemia, ocultándose detrás de un fuego exculpatorio. Ahora bien, ¿a qué o a quién han sacrificado en el fuego a cambio del perdón? Todas las civilizaciones han ofrecido sacrificios a sus dioses para aplacar su ira por los malos actos cometidos contra ellos. Animales, hombres, mujeres y niños han sufrido el holocausto de naciones atemorizadas por sus delitos. En esta ocasión, ¿quiénes han sido quemados en el fuego exculpatorio?
...sin derramamiento de sangre no hay perdón. (Hebreos 9:22)
El texto bíblico nos recuerda que la sangre debe mediar para que se halle el perdón. Ninguna sangre fue derramada en el homenaje a los fallecidos por el virus. Sólo una ofrenda floral fue presentada ante el fuego exculpatorio que descargó las conciencias de los presentes en un conato de zafarse de las culpas. Pero sin derramamiento de sangre no hay perdón. Alguien debe pagar por los cristales rotos, alguien ha de asumir la responsabilidad, alguien tiene que ofrecerse para ser sacrificado, alguien debe purgar por las atrocidades cometidas. Este fuego exculpatorio fue vano porque la sangre no medió. ¿Qué sangre debió ser ofrecida en el altar? La de los poderosos oligarcas ¡NO! Esa sangre no sirve porque ellos cometieron el delito con el que pecaron contra Dios. Esa sangre es ineficaz para ser perdonado.

¿Quién ha de ser sacrificado para obtener el perdón? Los animales, hombre, mujeres y niños son ineficaces. Quizá, los sacrificios de animales del Antiguo Testamento, instaurados por Dios, sean más un recordatorio de la necesidad de un sacrificado, que de aplacar la Ira justa de un Dios Justo y Santo, con el fin de ser perdonados. Esos sacrificios realmente satisfacían a Dios de forma insuficiente y cubrían el pecado del hombre de igual manera. Debido a que los sacrificios, tanto de animales como de personas (en otras culturas distantes de la hebrea) eran inútiles, tuvo que venir Dios mismo personificado en Jesucristo. Esa sangre derramada si fue eficaz pues Él no cometió ningún pecado, por lo tanto, era el sacrificio adecuado que Dios ofreció para que pudiéramos ser perdonados de nuestros pecados. La cruz donde Jesús fue sacrificado fue el altar exculpatorio donde se descargó la Ira justa de Dios contra los pecados de la humanidad. Querido lector, nada de lo que hagas para ser perdonado por tus esfuerzos tapará tus pecados ante Dios. Tu sangre no será aceptada por Dios. Tus pecados te abocan al infierno. Sólo la sangre derramada por Jesús puede exculpar tus pecados, limpiándote y restaurándote. Acércate en estos momentos a Jesucristo con un corazón arrepentido por tus pecados, serás perdonado y llamado hijo de Dios.

Su sangre, no tu sangre.

¡QUE DIOS TE BENDIGA!

sábado, 11 de julio de 2020

Cinealcohólico


Lo que jamás puede faltar en una producción cinematográfica es el alcohol. No sé si te habrás fijado pero en cada escena donde hay de una a más personas en una habitación, siempre hay algo o mucho para “mojar el gaznate” y no es precisamente agua mineral o del grifo. Muchos litros de alcohol pasan frente a nuestros ojos cada vez que vemos una película. No es de extrañar que en nuestras sociedades esté bien visto el beber alcohol sin restricciones a pesar del daño que hace al alcohólico, a su familia y a los que le rodean. Queda claro que los primeros pagadores del cine que consumimos no son otros que las empresas alcohólicas que de forma “subliminal” publicitan sus marcas incitando al espectador, sea cual sea su edad, a tomar un trago. En el cine puede quedar muy sofisticado el consumo desmedido de alcohol pero la realidad transita por otras sendas. El “bebe moderadamente” se convierte en “bebe alegremente”.
¡Ay de los que madrugan para ir tras bebidas embriagantes, que quedan hasta muy tarde embriagándose con vino! En sus banquetes hay vino y arpas, liras, tambores y flautas; pero no se fijan en los hechos del SEÑOR ni tienen en cuenta las obras de sus manos. (Isaías 5:11-12)
El profeta Isaías se lamenta por los alcohólicos debido al círculo vicioso en el que se hayan envueltos. Despiertan temprano y duermen tarde por amor al vino. Esa es la limitada vida en la que caminan. Puede que vayan de fiesta en fiesta, sin embargo, la realidad es que su algarabía les hace perder lo mejor de la vida porque viven anestesiados y se les pasa considerar los hechos y obras de Dios. Se les pasa que Dios los creó; se les pasa lo denigrados que viven y la honra que Dios les dio; se les pasa que un día tendrán que dar cuentas a Dios por la forma en que han administrado sus vidas. En fin, se les pasa considerar que Dios no es un segundo plato frente al alcohol, dinero, sexo, lujo u otras formas de apartarlo del protagonismo que ha de tener en cada vida humana.

El poder que ejerce el alcohol en las personas es notable pero Dios es infinitamente más poderoso que esa influencia devastadora. En Jesús hay liberación. De hecho, apareció en esta tierra para pagar en una cruz el precio de nuestros males, de nuestros vicios, de nuestros pecados. No importa lo bajo que hayas caído: Él es poderoso para sacarte del pozo más oscuro. Date la oportunidad de salir del vicio que te atrapa, cree en Jesús y arrepiéntete de tus pecados ante Dios. Él transformará tu vida por medio de otro líquido: SU SANGRE vertida para que tus males no te alcancen y sean borrados.

No imites a tu actor favorito.

¡QUE DIOS TE BENDIGA!

sábado, 4 de julio de 2020

Buscando Ser Justificados


Justificarse es una de las primeras cuestiones que traemos de serie al nacer y la practicamos desde la infancia. Nadie necesita enseñarnos a buscar nuestra propia justificación ante los demás por los errores que cometemos y que arrastran, en no pocas ocasiones, a otros. La culpa de nuestras fechorías siempre la tiene el otro y nosotros somos puros e inmaculados. Nada más lejos de la común realidad: somos culpables buscando justificarnos. Entre niños la prueba es que Luisito le ha tirado de la coleta a Martita porque se lo merecía; en el matrimonio es “no recibes lo que quieres porque no me das lo que deseo”; entre compañeros de trabajo es “como estoy más preparado que tú te puedo pisar”; y, entre el pueblo y la política es “yo no miento. Es que no estáis preparados para entender mis acciones”.
Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira. (Romanos 5:8-9)
El apóstol Pablo no se corta al afirmar con rotundidad que todos somos pecadores y, por lo tanto, injustos. Además, hay una circunstancia terrible que conlleva el ser injustos: estamos bajo la Ira de Dios y necesitamos librarnos de ello, es decir, ser salvos de esa Ira divina. Nuestros pecados tienen eco ante un Dios Justo que reclama el pago de nuestros delitos. En nuestra sociedad observamos como la corrupción avanza de manos de políticos y jueces injustos que se regodean en el poder para lucrarse y experimentar el “ser dioses”. Un ejemplo institucional de rabiosa actualidad es como este gobierno social-comunista intenta justificarse de toda culpa ante los hechos innegables que los acusan por los errores perpetrados contra la vida de miles de españoles a causa del covid-19. Seguramente conseguirán librarse de las penas que merecen en este vida pero de la Ira de Dios no escaparán.

Solamente hay una vía que tomar para ser salvos de la Ira de Dios y ser justificados. Pablo también afirma que Dios ha mostrado Su amor por cada uno de nosotros porque aunque injustos, debido a que somos pecadores, Él ha decidido amarnos entregando a Su Hijo Jesucristo a la muerte para que Su sangre derramada en una cruz nos pudiese justificar, es decir, hacer justos ante Dios y así ser salvos de Su horrible Ira. Seguramente saldrás victorioso de muchos de los entuertos que tu pecado provoque pero no te quepa duda que cuando mueras darás cuenta al Dios Justo del que te escribo. Aún tienes tiempo para escapar del infierno merecido al que te abocan tus pecados. Dios te ha extendido un cable de salvación por medio de Jesucristo y no hay otro medio de ser nombrado justo. Arrepiéntete de tus pecados, cree en Jesucristo y síguele. Serás llamado justo.

Justificarse uno mismo es inútil.

¡QUE DIOS TE BENDIGA!