Lo que jamás puede faltar en una producción cinematográfica
es el alcohol. No sé si te habrás fijado pero en cada escena donde hay de una a
más personas en una habitación, siempre hay algo o mucho para “mojar el gaznate”
y no es precisamente agua mineral o del grifo. Muchos litros de alcohol pasan
frente a nuestros ojos cada vez que vemos una película. No es de extrañar que
en nuestras sociedades esté bien visto el beber alcohol sin restricciones a
pesar del daño que hace al alcohólico, a su familia y a los que le rodean. Queda
claro que los primeros pagadores del cine que consumimos no son otros que las
empresas alcohólicas que de forma “subliminal” publicitan sus marcas incitando
al espectador, sea cual sea su edad, a tomar un trago. En el cine puede quedar
muy sofisticado el consumo desmedido de alcohol pero la realidad transita por
otras sendas. El “bebe moderadamente” se convierte en “bebe alegremente”.
¡Ay de los que madrugan para ir tras bebidas embriagantes, que quedan hasta muy tarde embriagándose con vino! En sus banquetes hay vino y arpas, liras, tambores y flautas; pero no se fijan en los hechos del SEÑOR ni tienen en cuenta las obras de sus manos. (Isaías 5:11-12)
El profeta Isaías se lamenta por los alcohólicos debido al
círculo vicioso en el que se hayan envueltos. Despiertan temprano y duermen
tarde por amor al vino. Esa es la limitada vida en la que caminan. Puede que
vayan de fiesta en fiesta, sin embargo, la realidad es que su algarabía les
hace perder lo mejor de la vida porque viven anestesiados y se les pasa
considerar los hechos y obras de Dios. Se les pasa que Dios los creó; se les
pasa lo denigrados que viven y la honra que Dios les dio; se les pasa que un
día tendrán que dar cuentas a Dios por la forma en que han administrado sus
vidas. En fin, se les pasa considerar que Dios no es un segundo plato frente al
alcohol, dinero, sexo, lujo u otras formas de apartarlo del protagonismo que ha
de tener en cada vida humana.
El poder que ejerce el alcohol en las personas es notable
pero Dios es infinitamente más poderoso que esa influencia devastadora. En
Jesús hay liberación. De hecho, apareció en esta tierra para pagar en una cruz
el precio de nuestros males, de nuestros vicios, de nuestros pecados. No importa
lo bajo que hayas caído: Él es poderoso para sacarte del pozo más oscuro. Date la
oportunidad de salir del vicio que te atrapa, cree en Jesús y arrepiéntete de
tus pecados ante Dios. Él transformará tu vida por medio de otro líquido: SU SANGRE
vertida para que tus males no te alcancen y sean borrados.
No imites a tu actor favorito.
¡QUE DIOS TE BENDIGA!
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