Solamente deseo recordar de forma especial, pues así se tercia por la
fecha en la que nos hallamos, la pasión de mi Jesús. Creas o no en Él aun
celebramos en medio de una sociedad que hoy PARECE sufrir y mañana olvida el
hecho de salvación más grande de la historia de la humanidad: JESÚS FUE
HUMILLADO HASTA LA MUERTE EN UNA CRUZ POR PAGAR NUESTROS PECADOS Y
RECONCILIARNOS CON EL PADRE. Hoy día podemos observar como de un día para otro
los famosos de turno dejan de ser venerados para ser objetivos de burla,
humillación y hasta odio. Jesús sufrió eso y mucho más sin merecerlo. Lee a
continuación el siguiente relato que se halla en la Biblia y notarás como Jesús
recibe honra y alabanza.
Y los discípulos fueron, e hicieron como Jesús les mandó; y trajeron el asna y el pollino, y pusieron sobre ellos sus mantos; y él se sentó encima. Y la multitud, que era muy numerosa, tendía sus mantos en el camino; y otros cortaban ramas de los árboles, y las tendían en el camino. Y la gente que iba delante y la que iba detrás aclamaba, diciendo: ¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas! Cuando entró él en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió, diciendo: ¿Quién es éste? Y la gente decía: Este es Jesús el profeta, de Nazaret de Galilea. (Mateo 21:6-11)
Veo mucha gente detrás de los ídolos en cada Semana Santa. Unas con fe
sincera, pero sinceramente equivocadas. Otras viviendo la fiesta disipadamente
y otros haciendo su agosto. Esta multitud que grita hasta desgañitarse no
conocen de forma real al que es el receptor de sus alabanzas, Jesús. ¿Cuántos
conocen de verdad a Cristo en medio de los penitentes, de los cofrades, de los
nazarenos, de los religiosos? Un amigo católico se despidió de mi con esta frase
que me dejó perplejo: "Menos tronos y más espiritualidad". Yo diría: "Abajo la idolatría y creamos a Cristo". Fíjate,
querido lector, la misma multitud que ayer le aclamaba, hoy hace algo
diametralmente distinto.
Así que, entonces tomó Pilato a Jesús, y le azotó. Y los soldados entretejieron una corona de espinas, y la pusieron sobre su cabeza, y le vistieron con un manto de púrpura; y le decían: ¡Salve, Rey de los judíos! y le daban de bofetadas. Entonces Pilato salió otra vez, y les dijo: Mirad, os lo traigo fuera, para que entendáis que ningún delito hallo en él. Y salió Jesús, llevando la corona de espinas y el manto de púrpura. Y Pilato les dijo: ¡He aquí el hombre! Cuando le vieron los principales sacerdotes y los alguaciles, dieron voces, diciendo: ¡Crucifícale! ¡Crucifícale! Pilato les dijo: Tomadle vosotros, y crucificadle; porque yo no hallo delito en él. Los judíos le respondieron: Nosotros tenemos una ley, y según nuestra ley debe morir, porque se hizo a sí mismo Hijo de Dios. Cuando Pilato oyó decir esto, tuvo más miedo. Y entró otra vez en el pretorio, y dijo a Jesús: ¿De dónde eres tú? Mas Jesús no le dio respuesta. Entonces le dijo Pilato: ¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo autoridad para crucificarte, y que tengo autoridad para soltarte? Respondió Jesús: Ninguna autoridad tendrías contra mí, si no te fuese dada de arriba; por tanto, el que a ti me ha entregado, mayor pecado tiene. Desde entonces procuraba Pilato soltarle; pero los judíos daban voces, diciendo: Si a éste sueltas, no eres amigo de César; todo el que se hace rey, a César se opone. Entonces Pilato, oyendo esto, llevó fuera a Jesús, y se sentó en el tribunal en el lugar llamado el Enlosado, y en hebreo Gabata. Era la preparación de la pascua, y como la hora sexta. Entonces dijo a los judíos: ¡He aquí vuestro Rey! Pero ellos gritaron: ¡Fuera, fuera, crucifícale! Pilato les dijo: ¿A vuestro Rey he de crucificar? Respondieron los principales sacerdotes: No tenemos más rey que César. Así que entonces lo entregó a ellos para que fuese crucificado. Tomaron, pues, a Jesús, y le llevaron. Y él, cargando su cruz, salió al lugar llamado de la Calavera, y en hebreo, Gólgota; y allí le crucificaron, y con él a otros dos, uno a cada lado, y Jesús en medio. Escribió también Pilato un título, que puso sobre la cruz, el cual decía: JESÚS NAZARENO, REY DE LOS JUDÍOS. (Juan 19:1-19)
Como decimos por aquí: "Del dicho al hecho va un trecho". De
¡Hosanna! A ¡Crucifícale! Va un mundo. Una cosa es el folclore (con mis
respetos al sinceramente equivocado) que a todos gusta, y otra cosa bien
distinta es que cuando se acaba la fiesta se mantenga una vida de fe genuina
reflejada en vivir y andar coma Jesús vivió y caminó. Después de todo nos
quedamos con otro dicho: "Mucho ruido y pocas nueces". ¿Ves la
contradicción? Dios sí es consciente de ella y lo denuncia.
Dice, pues, el Señor: Porque este pueblo se acerca a mí con su boca, y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí, y su temor de mí no es más que un mandamiento de hombres que les ha sido enseñado. (Isaías 29:13)
Un esquizofrénico es aquel que tiene la mente dividida. Esto pasa
con
todos los que con su boca dicen una cosa y con sus vidas evidencian otra muy
distinta. Creer en Jesús y honrarle no es algo de una fiesta sino algo que
engloba todas las veinticuatro horas del día. Jesús no se conforma con menos.
Todos los sacrificios que hagas, todas las promesas, todas las penitencias, los
ayunos, guardar las tradiciones, asistir a misa, postrarte ante las imágenes y
mil cosas más, aunque flageles tu carne no podrás quitar de ti tu pecado hasta
que arrepentido y con fe te rindas ante Jesús, el que se entregó por ti para
salvarte y resucitó para vencer a la muerte y garantizarte que Su sacrificio
fue una vez y para siempre. Ya no tienes que ir de rodillas, flagelarte o
imponerte cualquier tipo de castigo. ¡Dios nunca deseó eso para sus criaturas!
Jesús te tiende Su mano amante una vez más y tú, ¿qué harás? Es triste que en
mi cultura se celebre la muerte más que la vida y eso es lo que ocurre. Muchos
van tras la muerte pero pocos en pos de la vida. La vida es Jesús porque la
muerte fue un trámite para la vida, la vida eterna que Jesús ganó para ti si te
arrepientes de corazón y crees en el resucitado. Si no crees pende sobre ti el
juicio de Dios porque voluntariamente no has creído en el que te puede salvar,
JESUCRISTO. ¿Qué harás?
Antonio Machado lo tuvo claro. Él prefirió al Jesús vivo y no muerto
que nuestra sociedad no quiere resucitar cegado por las tradiciones.
Dijo una voz popular:
¿Quién me presta una escalera
para subir al madero
para quitarle los clavos
a Jesús el Nazareno?
Oh, la saeta, el cantar
al Cristo de los gitanos
siempre con sangre en las manos,
siempre por desenclavar.
Cantar del pueblo andaluz
que todas las primaveras
anda pidiendo escaleras
para subir a la cruz.
Cantar de la tierra mía
que echa flores
al Jesús de la agonía
y es la fe de mis mayores.
¡Oh, no eres tú mi cantar
no puedo cantar, ni quiero
a este Jesús del madero
sino al que anduvo en la mar!
¿Quién me presta una escalera
para subir al madero
para quitarle los clavos
a Jesús el Nazareno?
Oh, la saeta, el cantar
al Cristo de los gitanos
siempre con sangre en las manos,
siempre por desenclavar.
Cantar del pueblo andaluz
que todas las primaveras
anda pidiendo escaleras
para subir a la cruz.
Cantar de la tierra mía
que echa flores
al Jesús de la agonía
y es la fe de mis mayores.
¡Oh, no eres tú mi cantar
no puedo cantar, ni quiero
a este Jesús del madero
sino al que anduvo en la mar!
Las tradiciones pueden ser contradicciones.
¡QUE DIOS TE BENDIGA!