Mi película favorita es ¡Qué bello es vivir! Dirigida en 1946 por el
director Frank Capra y contando como protagonistas con James Stewart y Donna
Reed. En algún que otro lugar he leído y escuchado que está considerada la
película mejor de la historia del cine. A mí, por lo menos, eso me parece. La
historia da comienzo con el intento de suicidio por parte George Bailey (James
Stewart) tirándose de un puente a las gélidas aguas de un río la víspera de
Noche Buena. Dios envía un ángel que lo libera de la muerte y le hace entender
qué sería de su familia, amigos y ciudad de no haber existido. El bueno de
George siempre había querido volar y descubrir mundos nuevos, pero vez tras vez
las circunstancias que rodearon su vida fueron un gran obstáculo para sus
sueños y metas personales. Vio como los demás prosperaban, conseguían sus
sueños, fama, dinero y felicidad. Un día, el bueno de George, se cansó. Su vida
no era como él la había ideado y eligió suicidarse. Así de crudo y rudo. Perdió
toda esperanza de felicidad pues nunca vio que su vida mereciese la pena. Dejó
de ver lo que Dios sí vio.
¿Qué vio Dios? querido lector. A un hombre necesitado que aunque había sido
bueno esto no lo llevaba a la felicidad y a la paz en su alma. Si hubiéramos
tenido la oportunidad de preguntarle a su esposa, padres, hermanos y amigos nos
habrían contestado sin lugar a dudas: “Realmente George es un hombre bueno”.
Dios vio a un hombre enfrascado en sus propias fantasías de lo que sería una
vida feliz y desechó por completo el plan de Dios para su vida. Así vivió por
largo tiempo hasta que llegó a un límite atroz de no retorno. El relato, aunque
enmarcado en un ambiente onírico, es desesperante: un hombre que llega a
suicidarse porque está amargado de su propia existencia en la cual no halla la
felicidad ni el propósito de la misma. ¿Te sientes así? Aunque, Dios quiera, no
te encuentres en el borde del precipicio. Siempre hay en el ser humano esa
conciencia de eternidad, de conseguir logros, de ser feliz y trascendente: ¿Qué
vas a legar a las generaciones futuras? Si alguien entiende sobre el sentido de
la vida es el que la creó: DIOS. A Él me remito para que te ilumine haciéndote
entender, al igual que a mí en su día, el propósito que tiene para ti.
Dios te creó con tres propósitos fundamentales:
Primer propósito: Llenar la tierra de seres humanos y cuidarla.
Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra. (Génesis 1:27-28)
Si estás haciendo eso ¡enhorabuena! Cumples con parte del plan de Dios
para tu vida. Si por el contrario, eres de los que aprueban tener pocos o
ningún hijo para vivir más placenteramente o por miedo a una economía precaria,
o de los que aprueban el aborto como opción válida, déjame decirte que te sales
del plan divino. El otro punto es el cuidado que haces de la naturaleza. ¿Te
importa el entorno en el que vives y tratas de mejorarlo? ¿Cuidas tu salud? Si
lo haces ¡enhorabuena! Otro punto a tu favor. Pero, y vuelvo a insistir, si
eres de los que arroja basuras sin consideración, malgasta el agua corriente,
comes sin tener en cuenta tu salud, ni siquiera paseas, etc., te diré que
nuevamente estás fuera del plan divino.
Segundo propósito: Amistad contigo
Dios tenía en el Cielo suficientes criaturas para no tener que buscar
amistad fuera. Ángeles, arcángeles, querubines y serafines lo rodeaban
sirviéndole y adorándolo constantemente. Pero ideó algo más especial: tú.
Durante un tiempo el hombre caminaba con Dios por el Huerto del Edén con una
relación profunda de amistad y respeto. Dios visitaba al hombre para seguir
profundizando en esta relación especial, el hombre escuchaba y respondía a Dios
con absoluta confianza y libertad. Por algo lo llaman el Paraíso: un lugar
donde Dios y el hombre se encuentran como amigos, se aman y necesitan
mutuamente. ¿Cómo anda tu búsqueda de Dios? Me refiero al Dios de la Biblia. Él
es el único Dios y no hay otro fuera de Él. ¿Anhelas escuchar Sus consejos para
guiarte en esta vida y en la próxima? Si ya lo haces ¡enhorabuena! Estás
cumpliendo con parte del plan divino. Dios vendrá a tu encuentro y caminará
contigo. Si por el contrario, ni te lo has planteado y si lo has hecho tu
interés deja mucho que desear estás fuera del plan divino. Es sencillo de
explicar y entender: vas al médico y te dicen que si no cambias cierto hábito
pernicioso, morirás. Tienes dos opciones: dejarte morir o seguir las
instrucciones del médico y vivir. Con Dios pasa lo mismo pero con
consecuencias eternas. La enfermedad solo dura hasta que nos vence o la
vencemos y la obediencia a Dios nos salva eternamente, mientras que
desobedecerlo nos condena eternamente.
El camino que elegimos desde antaño fue la desobediencia:
Y mandó Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás. (Génesis 2:16-17)
...y el hombre desobedeció. No es de extrañar el vacío que dicen sentir
las personas cuando hablan de que nada les satisface y que algunos tomen
iniciativas horribles contra la vida que Dios les dio. Prueban un poco de todo
lo placentero de este mundo y continúan sin llenar el vacío. Como el bueno de
George Bailey que pensó que los demás eran felices y él no, porque se vio
impedido para realizar "sus" sueños. El todo del hombre es realizar
los sueños de Aquel que lo creo: DIOS. Amigo, la desobediencia a Dios trajo
unas consecuencias terribles, fatiga, enfermedad, muerte, y la más terrible de
todas, la muerte eterna que es la separación de Dios por siempre. El pecado
contra Dios tuvo estas terribles consecuencias sobre nosotros mismos y la
naturaleza.
Tengo una noticia excelente: ¡DIOS ES DIOS DE SEGUNDAS OPORTUNIDADES!
En ningún momento quiso que Su creación más preciada, tú y yo, se
perdiese. Elaboró el mejor plan de rescate del mundo y lo puso en marcha. Ya
que el delito siempre debe ser castigado decidió que, dado que nuestro delito
no lo podemos pagar por nuestros medios, mandar a Su Hijo Jesucristo a pagar en
nuestro lugar el castigo que merecíamos. Para esto vino Jesús, como sustituto
por nosotros. Dios sigue amando al hombre y especialmente a ti. Si tú hubieses
sido el único ser humano, no te quepa duda, solo por ti hubiera dado Su
preciosa vida. El ángel que Dios envió a salvar al bueno de George me recuerda
lo que Cristo hizo por nosotros: se mojó lanzándose al río para rescatarnos.
Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. (Romanos 5:8)
Dos pasos que debes tomar:
Arrepiéntete delante de Dios del pecado en tu vida demostrado por no
haberlo tenido en cuenta durante la misma y cree en Jesucristo como único Señor
y Salvador. Si no haces esto estarás fuera del papel que Dios tiene para ti y al
final, porque llegará el final, tu vida no habrá tenido sentido y propósito y
serás el objetivo del juicio condenatorio de Dios.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios. Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas. Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios. (Juan 3:16-21)
¡Jesús puede salvarte de las aguas!
¡QUE DIOS TE BENDIGA!
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