A Jesús se acercaban todo tipo de
personas. Potentados, militares, religiosos, ricos, pobres, leprosos, tullidos
y endemoniados. Él fue muy criticado por el mero hecho de entablar conversación
con los parias de la sociedad en la que vivía. Estos marginados buscaban a
Jesús porque se sentían junto a Él respetados y entendidos, mucho más que todo
eso ¡AMADOS! El amor mueve montañas que de otra forma serían inamovibles. El
amor que Jesús daba a estos necesitados era el imán que necesitaban para
sentirse dignas criaturas de Dios. Un día más se acercaron a Jesús pecadores
para oírle y nuevamente lo criticaban por ello.
Se acercaban a Jesús todos los publicanos y pecadores para oírle, y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: Este a los pecadores recibe, y con ellos come. (Lucas 15:1-2)
Jesús albergaba y comía
con los pecadores, es
decir,
intimaba con ellos
ganando su amistad.
Porque el Hijo del Hombre ha venido para salvar lo que se había perdido. (Mateo 18:11)
Jesús vino a encontrar cosas
perdidas y le traía al fresco las críticas de los que lo criticaban y
aborrecían por pura envidia y soberbia.
Jesús vino a buscar a la oveja
perdida. Aquella que se apartó del rebaño y se sintió sola, con miedo y sin
nadie que la quisiera rescatar.
Jesús vino a buscar la moneda
perdida. Una moneda que era de muy poco valor y que otro ni siquiera se hubiese
tomado la molestia de agacharse para cogerla.
Jesús vino a buscar el hijo que
se había perdido. Aquel que malgastó su herencia en disolución y que acabó
oliendo tan mal que los demás ni se acercaban.
Jesús encontró a la oveja y la
puso en lo más alto, sobre sus hombros. Jesús encontró la
moneda de poco
valor y la mostró con alegría a todos. Jesús encontró al rebelde y maloliente
hijo perdido y lo abrazó y lo besó.
Estas tres historias que Jesús
narró a sus oyentes son una demostración del objetivo para el cual vino: amar
lo que nadie ama, buscar lo que nadie busca, festejar la restauración de las
personas. Y para eso puso todos los medios a Su alcance. Es tremendo, Jesús amó
al que no lo amaba, Jesús buscó al que no le buscaba y Jesús le hizo fiesta al
que respondió a su amor. ¡JESÚS LO HACE TODO POR TI Y POR MI!
Si estás pasando por depresión y
angustia como la oveja perdida Jesús sale a tu encuentro y te ofrece elevarte
sobre sus hombros. Él quiere que veas tu situación desde lo alto porque desde
donde te encuentras no tienes la panorámica suficiente para dejar tus angustias
y temores atrás. Solo Jesús puede liberarte.
Al que desde siempre se ha
sentido minusvalorado como aquella moneda de poco valor Jesús ha movido Cielo y
Tierra para darle un valor incalculable en Sus tiernas manos. Tú eres el
objetivo de Su amor. Él quiere mostrarte como algo muy valioso delante de
todos.
Al que ha despilfarrado su vida, salud,
familia, amistades, y todo lo que le rodea se ha ido a hacer gárgaras Jesús
corre a tu encuentro, te abraza, te besa, te restaura y hace fiesta en tu
honor.
Todos somos, o hemos sido, como
la oveja, la moneda y el hijo pródigo. Torpes, sin valor y rebeldes. Dios no
tenía que haberse molestado en buscarnos ya que nosotros andábamos despistados
a más no poder. Pero Jesús nos amó viendo nuestra necesidad y trazando el mayor
plan de salvación de la historia de la humanidad.
¿Por qué nos describe Jesús como
torpes, sin valor y rebeldes? Nos ve torpes ya que erramos en nuestras decisiones
referente de seguirlo. Nos ve sin valor pues lo perdimos todo al desobedecer a
Dios pecando contra Él. Nos ve rebeldes porque somos tozudos y no queremos dar
nuestro brazo a torcer.
¡SOLO JESÚS TE DA EL VALOR QUE
TIENES! Chica o chico, me parece que tienes que ser muy importante para Dios como
para buscarte de esa forma tan insistente. Él no quiere que te quedes perdido.
Varias cosas debes tener en claro: (1) Has pecado contra Dios y,
consecuentemente, esto es un delito que se paga con la muerte. Dios Padre así
lo exige pues está airado contra ti. (2) No hay nada que puedas hacer para
librarte de esta condenación, es decir, aunque seas bueno, aunque seas un
lumbreras, aunque tengas todo el oro del universo, no te librarás de la condena
que pende sobre ti. (3) Por esta causa, tu pecado, es que Jesús te ve perdido.
(4) Dios, el agraviado, manda a Su Hijo Jesucristo a pagar la deuda que
solamente Él está capacitado para satisfacer, y lo hace muriendo en el lugar
que a ti te correspondía. (5) De esta forma ya no hay deuda con el Padre por
pagar y lo único que urgentemente has de hacer es creer en Jesús como único
Señor y Salvador, arrepintiéndote de tus pecados y de esta forma comenzar a
caminar con los parámetros de Dios para ti, establecidos en la Biblia. Si no
aceptas a Jesús tú mismo te estás condenando al rechazar su ofrecimiento y el
juicio de condenatorio de Dios te llegará sumariamente el día que estés delante
de Él. Piénsalo, amigo lector, y huye de una vida perdida.
Jesús te ama perdidamente para
encontrarte.
¡QUE DIOS TE BENDIGA!
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