Esta es la sexta entrega del interesante librito ¿Tendré la fe correcta? Del ministerio RBC. ¡Que lo sigáis disfrutando!
4. FE EN EL
MISTICISMO
Un cuarto sistema falso de creencias al cual mucha gente se
aferra hoy es el misticismo. Hablan de un poder supremo en vez de un ser
supremo. Creen que ese supremo poder forma parte de todo y está en todo,
incluyendo ellos mismos. Usan oraciones, cánticos y encantamientos para ponerse
en armonía con él. Puede que se entreguen a la meditación, la autonegación y el
ayuno, y puede incluso que participen en ritos y ceremonias dolorosas. Por
estos medios tratan de purgarse del mundo físico, el cual creen es una realidad
menor, para poder llegar a ser uno con la más alta realidad del mundo
invisible.
El misticismo está arraigado en el pensamiento oriental.
Puesto que niega al yo, tiende al fatalismo. Sus seguidores a menudo sienten abrumadoramente
que no valen nada, y ven la pérdida de la conciencia personal como un estado
ideal.
Pablo advirtió de los peligros del misticismo cuando escribió:
Nadie os prive de vuestro premio, afectando humildad y culto
a los ángeles, entremetiéndose en lo que no ha visto, vanamente hinchado por su
propia mente carnal (Colosenses 2:18).
El místico niega el yo y por tanto niega la posibilidad de salvación
personal. No obstante, a pesar de que hace alarde de su humildad, su problema
es su propia «mente carnal», su negativa a someterse a Dios como se ha revelado
en Cristo.
¿Qué dice la Biblia?
Los siguientes versículos muestran que la fe en el misticismo
es una fe equivocada:
Lo secreto le pertenece al SEÑOR nuestro Dios, pero lo
revelado nos pertenece a nosotros y a nuestros hijos para siempre, para que
obedezcamos todas las palabras de esta ley. (Deuteronomio 29:29)
Más bien, exponemos el misterio de la sabiduría de Dios, una
sabiduría que ha estado escondida y que Dios había destinado para nuestra
gloria desde la eternidad. Ninguno de los gobernantes de este mundo la entendió,
porque de haberla entendido no habrían crucificado al Señor de la gloria. Sin
embargo, como está escrito: «Ningún ojo ha visto, ningún oído ha escuchado,
ninguna mente humana ha concebido lo que Dios ha preparado para quienes lo
aman.» Ahora bien, Dios nos ha revelado esto por medio de su Espíritu, pues el
Espíritu lo examina todo, hasta las profundidades de Dios. En efecto, ¿quién
conoce los pensamientos del ser humano sino su propio espíritu que está en él?
Así mismo, nadie conoce los pensamientos de Dios sino el Espíritu de Dios.
Nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo sino el Espíritu que procede
de Dios, para que entendamos lo que por su gracia él nos ha concedido. Esto es
precisamente de lo que hablamos, no con las palabras que enseña la sabiduría
humana sino con las que enseña el Espíritu, de modo que expresamos verdades
espirituales en términos espirituales. El que no tiene el Espíritu no acepta lo
que procede del Espíritu de Dios, pues para él es locura. No puede entenderlo,
porque hay que discernirlo espiritualmente. En cambio, el que es espiritual lo
juzga todo, aunque él mismo no está sujeto al juicio de nadie, porque «¿quién
ha conocido la mente del Señor para que pueda instruirlo?» Nosotros, por
nuestra parte, tenemos la mente de Cristo. (1 Corintios 2:7-16)
No dejen que les prive de esta realidad ninguno de esos que
se ufanan en fingir humildad y adoración de ángeles. Los tales hacen alarde de
lo que no han visto; y, envanecidos por su razonamiento humano. (Colosenses
2:18)
Tienen sin duda apariencia de sabiduría, con su afectada
piedad, falsa humildad y severo trato del cuerpo, pero de nada sirven frente a
los apetitos de la naturaleza pecaminosa. (Colosenses 2:23)[1]
El misticismo te ningunea.
¡QUE DIOS TE BENDIGA!