sábado, 25 de abril de 2020

Y No Se Arrepintieron


Cuando Dios es sacado de la ecuación el arrepentimiento es una palabra vacía de significado y el pecado es un concepto de beatos incultos. A pesar que esas palabras entran en la lista negra de lo “políticamente incorrecto”, no por ello siguen pesando en las conciencias, cada vez más insensibles, de la sociedad. El arrepentimiento es absolutamente necesario por la sencilla razón de los errores (pecados) que cometemos diariamente. Esas meteduras de pata diarias pueden afectar a personas de nuestro entorno y, cómo no, a nosotros mismos. Cada vez que pecamos también afrentamos a Dios porque imponemos nuestra voluntad a la Suya. Creemos, absurdamente, que nuestra voluntad es mejor que la del propio Dios. “Él está equivocado y yo en lo correcto”, nos decimos con auto complacimiento.
Y los otros hombres que no fueron muertos con estas plagas, ni aun así se arrepintieron de las obras de sus manos, ni dejaron de adorar a los demonios, y a las imágenes de oro, de plata, de bronce, de piedra y de madera, las cuales no pueden ver, ni oír, ni andar; y no se arrepintieron de sus homicidios, ni de sus hechicerías, ni de su fornicación, ni de sus hurtos. (Apocalipsis 9:20-21)
Soy muy pesimista sobre el final, que si Dios quiere llegará, de esta pandemia y que las personas hayan entendido algo para mejorar su relación consigo mismas, con los que le rodean y con Dios. ¿Qué deben entender? Que el arrepentimiento genuino del pecado puede restaurar las tres dimensiones de relación de una persona: restaura la relación conmigo misma, con el prójimo y con Dios. Sinceramente, me hago eco del texto de Apocalipsis y veo que no habrá arrepentimiento de pecados y una vez pasada la dichosa pandemia “el muerto al hoyo y el vivo al bollo”. El egoísmo seguirá rampante, la idolatría a la moda, Satanás adorado, la pornografía lucrándose, el asesinato creciendo y los hurtos  legales. ¡Vaya panorama!

Arrepiéntete de tus pecados, querido lector. Aún hay tiempo, aún está la oportunidad a tu alcance. El horror al infierno es suficiente motivo para arrodillarse ante Dios y clamar por Su perdón. Estas calamidades que vivimos no son nada comparado con el infierno eterno que espera a aquellos que no se arrepienten de sus pecados ante Dios y dan un giro radical a sus vidas: antes hacía mi voluntad y ahora hago la voluntad de Dios. Jesucristo inició su llamamiento a las personas pidiéndoles que se arrepintieran. Esa condición es un sine qua non para hallar el perdón que Dios quiere otorgarnos. Gracias a que Jesús pagó en la cruz el precio del perdón divino puedes acercarte confiadamente al mismo Dios y recibirás el perdón que borra tus pecados, te proclama hijo de Dios y te salva del infierno eterno.

¿Te arrepentirás?

¡QUE DIOS TE BENDIGA!

sábado, 18 de abril de 2020

Homenaje a mi Madre


Hace una semana que mi madre partió con el Señor. Ella fue una mujer de su familia, de su casa y de su trabajo. Sostuvo a cuatro hijos y un marido ausente, mi padre. Pensando en su vida estos últimos meses concluí que no fue persona con un carácter protagonista, más bien pasó desapercibida. Esa fue su fortaleza. Mientras otros pierden el tiempo en ser vistos, ella se ocupaba de lo importante: su familia. Sus últimos tiempos aquí fueron uno demostración de lo que he dicho. No se quejó, no necesitó de mucha ayuda y se fue con Su Señor con paz y quietud. Sólo “conectaba” cuando leía para ella la Biblia y sufría mi voz cuando le cantaba las alabanzas a Dios que conocía. “Mamá Jesús siempre está a tu lado. Él no se duerme. Él está velando por ti. Háblale en tu mente, con tu corazón, que Él te escucha…”, le decía. Después se sumía en su letargo. Ella facilitó que fuese a la iglesia desde bebé y más tarde ella misma tuvo un encuentro con Jesús. A Dios gracias por encaminarme por medio de ella, entre otros, a la salvación. Resalto un recuerdo: Fue aquel camión de bomberos que me regaló. Me sorprendió de tal forma con ese juguete que jamás he sentido una sorpresa igual. A mi madre le encantaba que sus hijos fuesen felices, aunque ella pasase necesidad. Dios la tiene en Su gloria gracias a los méritos de Jesucristo en la cruz.

¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina a sus polluelos debajo de sus alas, y no quisiste! (Lucas 13:34)

Cuando Jesús se compara con la gallina que protege a sus polluelos está diciendo que el amor que nos tiene es un amor maternal. ¡No hay amor más grande que el de una madre!, decimos. Pero realmente sí lo hay y es el amor de Dios por cada una de Sus criaturas. No digamos ya por cada uno de Sus hijos. Mi madre quería mucho a sus familiares pero donde se pusieran sus hijos… no había rival. Es la naturaleza de las cosas. Con Dios pasa eso mismo pero en grado sumo, hasta el punto de dar la vida por toda la humanidad y así alcanzar a los que por la fe en Jesucristo serían salvos. Ahora toda la humanidad, tú incluido, puede salvarse si confía en Jesucristo, que se sacrificó en la cruz para pagar el castigo por sus pecados. Yo tuve que nacer del vientre de mi madre para pertenecer a su familia. Igualmente, si quieres ser hijo de Dios tienes que nacer en Su familia por medio de la fe en Jesús. Arrepiéntete de tus pecados y nace a la familia de Dios. Él es más que una madre. Como dice el salmista: Aunque mi padre y mi madre me dejaran, Con todo, el Señor me recogerá (Salmos 27:10).

A Dios gracias por mi mamá.

¡QUE DIOS TE BENDIGA!

sábado, 11 de abril de 2020

Política Necia


Hubo un rey que por su necedad dividió a la nación que gobernaba. El pueblo le pidió que los tratase mejor que su padre con la promesa que le servirían de buen grado. El rey fue a pedir consejo a los consejeros que lo habían sido de su padre. Le aconsejaron que sirviera al pueblo tratándolos bien y así se granjearía su lealtad. Esto no convenció al joven e inexperto rey que les respondió con rudeza y, ni corto ni perezoso, fue a pedir consejo a sus amigotes de juegos y chiquilladas. Ellos le aconsejaron todo lo contrario a los consejeros de su padre, convenciéndolo (a todas luces ya estaba más que convencido) para que fuese más severo en su trato al pueblo que su propio padre. Desde ese momento la nación quedó dividida en dos. Esa nación fue Israel, el rey, Roboam y su padre, Salomón.[1]
Donde no hay dirección sabia, caerá el pueblo; Mas en la multitud de consejeros hay seguridad. (Proverbios 11:14)
Esta historia bíblica muestra una vez más la rabiosa actualidad que esconde. Su lectura debería ser obligatoria porque de ser así la sociedad sería un poco más justa y sabia. Roboam era un rey inexperto pero ese no era el problema. El problema fue su necedad. Desechó a los expertos en beneficio de necios como él. Tristemente eso ocurre hoy en España. Los que gobiernan son necios que desoyen los buenos consejos aplicando la mentira, los intereses personales y la sed de poder. Cuando la Palabra nos habla de nuestro estado de corrupción y podredumbre mete el dedo en la llaga, nunca mejor dicho.

A Jesús le pasó algo igual pero a la inversa. Él fue quien recibió el embiste de los malos consejeros que pidieron a gritos su muerte en la cruz. Esta semana recordamos el hecho del sufrimiento de Jesucristo. Pareció que fue derrotado pero nada más lejos de la realidad. Al tercer día resucitó de la muerte y muchos lo vieron. En la historia de Roboam Dios muestra que era Su voluntad lo que sucedió. Con Cristo ocurrió lo mismo. Su muerte y Su resurrección ya estaban planificadas desde la eternidad. Dios está al control de todo, por algo es Dios. De igual forma, todo lo que sucede a nivel social y político está controlado por Dios y es simplemente una muestra más de lo que una sociedad que vive de espaldas a Dios produce. Querido lector, aún hay tiempo de arrepentirse de los pecados, creer en Jesús como Señor y Salvador para salvarse eternamente del infierno eterno. Hazlo hoy, mañana puede ser muy tarde.

¡Resucitó! Los corruptos no pudieron con Él.

¡QUE DIOS TE BENDIGA!


[1] 1 Reyes 12:1-24

sábado, 4 de abril de 2020

Dios es Bueno y Misericordioso


El Salmo 107 es un testimonio escrito de la bondad y misericordia de Dios. Estamos ante un canto que eleva sus alabanzas a Dios por medio de la experiencia de diferentes personas, reconociendo que Dios ha sido bueno y misericordioso con ellos, a pesar de ellos mismos. Por desgracia, el ser humano ha de transitar por los más oscuros túneles del cuerpo y del alma para vislumbrar que sólo Dios puede ofrecerle Su bondad y misericordia. Meditando en este salmo vemos que Dios ha sido bueno y misericordioso para con Sus redimidos, aquellos que estaban perdidos y clamaron a Él en su angustia y los dirigió por camino derecho. También Dios ha sido bueno y misericordioso para con los rebeldes, aquellos que odiaban la Palabra y el Consejo de Dios pero clamaron a Él en su angustia y los sacó de sus tinieblas y muerte. Además, Dios ha sido bueno y misericordioso con los insensatos, aquellos malvados que maltrataban a sus propios cuerpos pero clamaron a Él en su angustia y los libró de la ruina. Por último, Dios ha sido bueno y misericordioso para con los entendidos, aquellos que confiaban en sus capacidades y ciencia pero clamaron a Él en su angustia y les dio Su paz y guía.
¿Quién es sabio y guardará estas cosas, y entenderá las misericordias del Señor? (Salmo 107:43)
Un denominador común de cada uno de estos testimonios es la angustia. Esa angustia es causada irremediablemente por atravesar caminos errados, desoír el Consejo divino, intentar ser alguien que no soy y creerse un dios. Todo lo anterior, en resumidas cuentas, es vivir fuera de la bondad y misericordia de Dios, creyendo que hay algo de eso en algún otro lugar. Acertado es que el salmista se pregunte al final de su canto de alabanza y testimonio por si hay algún sabio que piense seriamente en lo leído, llegando a entender la profundidad e implicación para su vida. ¿Eres sabio? ¿Olvidarás lo que has leído? ¿Lo aplicarás a tu vida?

Dios también es bueno y misericordioso para contigo, querido lector. Él, sólo Él, puede librarte de la angustia que padeces. Otro denominador común de cada uno de los testimonios es el clamor. Todos clamaron a Dios cuando se ahogaban en un mar de angustia y Dios los salvó. No importa qué tipo de angustia te hiele el alma porque Dios tiene el antídoto para ti: Su bondad y misericordia. Bondad y misericordia que mostró en su máximo esplendor por medio de Su Hijo Jesucristo. Él atravesó, en Su camino a la cruz, por angustias inconcebibles por nosotros para librarnos de cada una de las nuestras. Reconoce, como los personajes del salmista, los pecados que te han apartado de la bondad y la misericordia de Dios y arrepiéntete de ellos ante Él. Quizá sean torcidos tus caminos, seas rebelde, insensato o entendido pero Dios aún quiere ser bueno y misericordioso para contigo. De lo contrario, “Véanlo los rectos, y alégrense, y todos los malos cierren su boca” (Salmo 107:42).

Alaba o calla.

¡QUE DIOS TE BENDIGA!