La historia bíblica nos ha legado un buen ramillete de matrimonios. Adán y Eva, Abraham y Sara, Isaac y Rebeca, Jacob y Raquel (y Lea), Sansón y Dalila, David y Betsabé. Todos ellos con sus más y sus menos. Todos ellos con fracasos estrepitosos y vergonzosos. Si hubiera un salón de la fama para los matrimonios, todos ellos aparecerían de forma prioritaria.
El nacimiento de Jesucristo fue así: Estando desposada María su madre con José, antes que se juntasen, se halló que había concebido del Espíritu Santo. (Mt. 1:18)
Seguro que María y José estarían en ese salón de la fama en un lugar de eminencia. Ellos dos fueron los encargados de proteger y educar a Jesús, el Mesías prometido. Nada más y nada menos. Sus vidas, al igual que las de Zacarías, Elisabet y Juan el Bautista, no fueron fruto de la casualidad, sino del plan trazado por Dios para salvar al mundo. María y José se unen para seguir completando el mensaje que Dios quiere dar por medio del tiempo de adviento.
María significa rebelde, princesa, hermosa y la elegida. José significa que Dios añada, levantado, quien perdona, incremento. Si unimos los significados de los nombres de este matrimonio universal quedaría esta frase: El pueblo rebelde fue trasformado en una princesa hermosa, la iglesia, que muestra la belleza de Jesucristo el cual Dios ha añadido para ser levantado en una cruz y así perdonarnos nuestros pecados y Su gloria vaya creciendo en Sus hijos hasta ser como Jesús. Querido lector, aprovecha este tiempo de Adviento para acercarte a Dios por medio de Jesús. Aún resuena el mensaje navideño. Aún tienes tiempo de salvarte. Arrepiéntete de tus pecados, cree en Jesús y Su imagen irá resplandeciendo cada día más en ti.
Pasa de rebelde a perdonado.
¡QUE DIOS TE BENDIGA!
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