¿Qué
vio Jesús desde la cruz?
Jesús tuvo una panorámica privilegiada desde la cruz. Como Dios, conocía el corazón humano y como hombre, experimentó lo que muchos no habían experimentado ni experimentarían. Él sabía quiénes eran los que tenía enfrente, pero muchos no lo conocían a Él.
Cuando Jesús hubo tomado el vinagre, dijo: Consumado es. Y habiendo inclinado la cabeza, entregó el espíritu. (Juan 19:30)
Jesús vio como algunos que lo amaban estuvieron a Su lado en esos terribles momentos. María, Juan y algunas mujeres lo contemplaron sin conocer el alcance de lo que allí se estaba fraguando. Solo pensaban que su amado Jesús iba a morir injustamente.
Jesús
vio como Sus enemigos se frotaban las manos por haber hecho realidad sus deseos
de venganza. Los líderes religiosos manipularon a la multitud para que pidiesen
la muerte de Jesús. Solo pensaban que Jesús merecía la muerte.
Jesús vio como el
poder político se plegaba ante el religioso llevándolo a la denigrante y
horrenda cruz. Ellos estaban ejerciendo el poder y autoridad que les otorgaba
el ser el imperio más grande de aquellos tiempos. Solo pensaban que la
ejecución de Jesús les traía paz en Israel.
Jesús vio a muchos de Sus simpatizantes una vez más ante Él. Anteriormente le habían seguido por Sus milagros, por Sus enseñanzas y vinieron a verlo por curiosidad. Solo pensaban que quizá Jesús haría otro de Sus milagros y se libraría de la muerte.
Jesús vio desde la cruz una representación de la humanidad que aún sigue vigente hoy. Todavía existen los que lo aman, Sus discípulos. Todavía existen los que lo odian, Sus enemigos. Todavía existen los indecisos, Sus simpatizantes. Jesús habló desde la cruz a todos ellos. Jesús habla también hoy desde la cruz a todos nosotros. Jesús habló y cada uno desde su situación debe responderle. Si eres Su discípulo, sigue amándolo. Si eres Su enemigo, hazte Su amigo. Si eres Su simpatizante, hazte Su discípulo. Jesús vio y Jesús habló. Él pidió por nuestro perdón. Aseguró la vida eterna. Designó el trabajo de Su iglesia. Clamó a Dios en Su necesidad. Mostró sed por las almas. Afirmó haber satisfecho la deuda del pecado plenamente. Por último, se dejó caer en las bondadosas manos de Su Padre entregando voluntariamente Su preciosa vida.
Jesús te vio a ti.
¡QUE DIOS TE BENDIGA!